El injerto es un método utilizado por los fruticultores para propagar, mejorar variedades, rejuvenecer los huertos y obtener una producción más abundante y en un tiempo menor.
Hay 120 tipos y variaciones de injertos. Los más comunes son cuatro: yema, púa, aproximación y puente.La injertación, para el agrónomo ambateño Jorge Fabara, es la unión íntima entre dos partes vegetales. Ambas se sueldan o unen, continúan su vida en asociación y en dependencia una de la otra.
Él cree que este método es bueno para ampliar, rehabilitar y renovar no solo los huertos frutales, sino también los jardines del hogar. En las especies de interés comercial, la finalidad más común es lograr la resistencia a las enfermedades, a los ácaros y a los hongos nemátodos.
Con la técnica del injerto se puede cambiar la copa y el tallo de árboles envejecidos de manzana, pera, albaricoque, cerezo, nuez, durazno, claudia y la vid. Para obtener resultados más rápidos se recomienda realizar injertos en plantas de un año. A esa edad, un árbol, por ejemplo, ya tiene un metro de alto y un grosor similar al dedo pulgar, dice Fabara.
La injertación se aplicó entre 1980 y 1995 en Tungurahua. Por eso, la provincia se mantiene frutícola. Pero, según este profesional, es preciso iniciar un nuevo ciclo de recuperación con este método.
Para realizar este proceso es necesario escoger un patrón sano, vigoroso, resistente a plagas y enfermedades y tolerante a suelos malos (secos, arenosos). Estas características dan más resistencia a las enfermedades, explica Milton Bonilla, un agricultor de Huachi Grande. Él está dedicado a la fruticultura 47 de sus 57 años.
Para él, uno de los mejores injertos es el estacado o hendidura porque resiste al viento y al roce de los animales. Garantiza los resultados en un mes.
Para conseguirlo, es importante el riego constante. Además de la aplicación de abono orgánico, fumigaciones y podas constantes.
Bonilla tiene 150 plantas injertadas. Obtuvo buenos resultados injertando manzana Emilia con la local.