La tradición es el imán de Santa Bárbara
Seis familias acondicionaron sus viviendas, la mayoría con ladrillo visto y teja, para recibir a los visitantes que llegan a Santa Bárbara.
Luz María Alta alterna las labores domésticas y agrícolas con la atención a los turistas. En su casa, situada en la comuna de Santa Bárbara, en Cotacachi (Imbabura), acondicionó un sitio de hospedaje.
La incursión en esta actividad empezó tras alojar en su hogar a estudiantes, especialmente extranjeros, recuerda esta dama kichwa, de 43 años.
Luego, hace siete años, esta parcialidad, fundada en 1938, se unió a la iniciativa para que las familias indígenas abrieran sus puertas a los viajeros.
Este tipo de turismo, en el que resaltan productos y servicios con identidad, también se replica en parcialidades vecinas como Tunibamba, La Calera y Morochos.
La geografía está compuesta por planicies y montañas cubiertas por sembríos de maíz, arveja, quinua... Los caminos son largos y estrechos.
Por uno de ellos, la familia Mulder, procedente de Holanda, paseaba el martes último. Alta explica que se trata de un tour que se ofrece a todos los visitantes para que conozcan la comuna Santa Bárbara. Ahí habitan 85 familias, la mayoría es agricultora.
La oferta turística de la localidad es conocer más de la cultura y saberes indígenas.
En la casa de Luzmila Morán, una de las parteras del poblado, se puede conocer sobre las propiedades medicinales de las plantas andinas. También, los secretos del parto tradicional.
Quizá por eso, sus visitantes -en su mayoría- son estudiantes de antropología y medicina. “Para nosotros es importante compartir conocimientos con otras personas en torno a la salud intercultural”, explica Marta Arotingo, hija de Morán, que heredó los saberes.
Marie Joze van Marrewijk, la madre de los turistas holandeses, comenta que su periplo por la zona rural de Cotacachi es parte de un itinerario, de 23 días, que incluirá Sierra, Costa y Amazonía. La extranjera quedó cautivada con Santa Bárbara.
El paquete de esta oferta de turismo comunitario incluye una noche con música y danza kichwas y juegos tradicionales, cuando lo solicitan.
Una de las dinámicas ancestrales es el juego de tortas, como le conocen a una especie de fréjol plano y multicolor, que tiene forma de oreja, con la que se disputa modalidades como la chungana, que es similar a un juego de canicas.
Quizá uno de los momentos más esperados es la hora de la comida. Las familias se esmeran por brindar a los huéspedes platillos tradicionales.
Así sucedió, explica Arotingo, con un grupo de 16 estudiantes, que visitó la comuna el mes anterior. El menú incluyó una sopa de uchu api (colada de maíz), arroz de quinua con verduras y chicha de jora.
Las divisas que dejan los turistas también van a la comunidad, señala José Guadinango, presidente del cabildo local.
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