Dos proyectos desarrollados por estudiantes e investigadores universitarios de Ambato y de Riobamba ayudarán a cambiar el estilo de vida de personas con discapacidad y con problemas de salud mental.
Los alumnos de la Escuela Superior Politécnica del Chimborazo (Espoch) y de la Universidad Técnica de Ambato (UTA) crearon estas plataformas como parte de sus estudios académicos.
Los estudiantes de la Espoch desarrollaron una aplicación que permite evaluar la situación emocional de los niños, jóvenes y adultos. De ser el caso, se puede guiar al usuario para que reciba ayuda con un psicólogo clínico.
Tras elaborar esta ‘app’, los estudiantes participaron a mediados de este 2022 en la Semana de la Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei), del Municipio de Riobamba. Los jóvenes se ubicaron en el tercer puesto con su proyecto MayDay ChatBot, por lo que recibieron USD 3 000 como capital semilla. Este chat automático interactúa con la persona para saber su estado de ánimo. La ‘app’ pregunta al usuario “¿Cómo está?”.
“Según lo que el usuario responda, la máquina genera nuevas preguntas hasta llegar a una parte que determina o emite alertas si esa persona requiere de ayuda psicológica. El sistema informático le conecta en forma directa al WhatsApp de la psicóloga si desea recibir ayuda”, asegura Kathy Guevara, coordinadora del grupo.
El cuestionario fue desarrollado por la psicóloga Lorena Guevara. Trabajaron por unos tres meses en la base de datos, la cual está dirigida a personas de toda edad.
De la voz, al braille
Otro proyecto universitario que ayuda a las personas está enfocado básicamente en los no videntes. Se trata de un dispositivo creado por Pablo Villavicencio y su profesor Santiago Altamirano, docente de la carrera de Ingeniería Electrónica e Industrial de la UTA.
El dispositivo electrónico funciona con un software que ayuda a las personas no videntes en el aprendizaje del alfabeto braille. Fue desarrollado con el aporte de los maestros y estudiantes de la Escuela de No-videntes Julius Doepfner de Ambato.
Este fue diseñado luego de que la madre de Villavicencio perdiera la vista por la diabetes. “Llevaba a mi madre a la escuela para que aprendiera a leer en braille y ahí conocí las dificultades del aprendizaje”, cuenta. Fue entonces cuando decidió iniciar la investigación.
Durante seis meses efectuaron las pruebas y el software fue mejorado. Ahora trabaja en la elaboración de dos equipos más para donarlos al centro educativo, a un costo de USD 80. Explica que el dispositivo se conecta al microcontrolador a través de Internet, por medio de una aplicación móvil. Esta traduce la voz a texto, enviando una señal que es decodificada para el sistema braille.