El salón del rock, templo de polémica

El quinteto británico Radiohead inició su andadura en 1985. Pasó del rock a lo experimental. Foto: Archivo particular.

Como cada año, el Salón de la Fama del Rock and Roll anunció a sus nuevos integrantes, aquellos que tendrán el honor de ser incluidos en el único museo que se dedica a perpetuar la memoria de los artistas de la industria musical de las grabaciones, los escalafones y las giras. Y como cada año, se desatan las controversias, que van desde los ilustres nombres ausentes (Iron Maiden, por ejemplo, todavía no entra al Salón) y los ‘intrusos’ (los raperos son aceptados desde el 2007), hasta los cuestionamientos a la misma existencia de un museo de esta categoría.
Los salones son eso principalmente, museos temáticos, y son inventos muy estadounidenses. Los hay del Béisbol y de la NBA, pero también de la Aeronáutica, de la industria pornográfica y de la televisión. El Salón de la Fama del Rock and Roll es la idea de un empresario, el legendario Ahmet Ertegün, un turco que se enamoró del jazz cuando su padre cumplía una representación diplomática en Estados Unidos en los años 30.
Ertegün se negó a regresar a Estambul cuando murió su padre y en 1946 se instaló en Los Ángeles para fundar Atlantic Records, el sello que expandió el jazz, pero que luego difundió el soul y el rock. Gracias a este inmigrante, Estados Unidos y el mundo escucharon a Crosby, Stills, Nash & Young, The Rolling Stones, Led Zeppelin, Phil Collins en solitario y AC/DC. Y también gracias a su empuje se creó, en 1993, el Salón de la Fama del Rock and Roll, idea que compartió con el periodista Jann S. Wenner, editor de la revista Rolling Stone, y sus colegas empresarios Seymour Stein (ejecutivo de Warner Bros. Records) y Bob Krasnow (del sello Elektra Records).
El museo se instaló en Cleveland, en honor a que en esa ciudad del estado de Ohio nació el término ‘rock & roll’, acuñado por el disc-jockey Alan Freed. Ese lugar se convirtió en uno de los sitios turísticos más visitados de Ohio.
Todos sabemos que luego de la Independencia de las Trece Colonias, en 1776, nada acercó más culturalmente a los estadounidenses y los británicos que la cultura pop, en especial la música. El rock británico se nutrió del country y del jazz, y regresaba a Estados Unidos para influenciar a su vez a los músicos americanos y, paralelamente, impulsar la industria de la música. Por eso, es antinatural que los británicos sean generalmente tan críticos con la existencia del Salón de la Fama.
El líder de Iron Maiden, el cantante Bruce Dickinson, calificó de “basura” al Salón porque su grupo nunca es nominado. Para entrar al Salón, los requisitos son haber debutado discográficamente hace 25 años del año de la votación, obviamente, ganar el sufragio. Votan 500 expertos de la industria musical.
Más brutal fue Johnny Rotten, el cantante de Sex Pistols que, en el 2006, rechazó la inclusión de su grupo con una carta pública en que calificó al Salón como “orina en vino”.
Más sutil pero igual de tajante es Ed O’Brien, guitarrista de Radiohead, grupo que será incorporado este año al Salón. Expresó que no entiende culturalmente ese tipo de homenajes: “los británicos somos muy malos celebrándonos”.
El año anterior, los fans de Dire Straits se quedaron sin ver a su grupo actuar porque el líder, Mark Knopfler, se negó a asistir para recibir el galardón.
No todos los británicos han sido tan duros. Este mismo año, la banda Def Leppard subirá al escenario para actuar. El cantante Joe Elliott, eufórico, expresó que lo tomaba como un reconocimiento al aporte británico al rock.
El Salón de la Fama alude al Rock and Roll, pero en realidad incluye a todos los géneros que han sido susceptibles de estar en un escalafón. Por eso, han ingresado artistas tan diferentes como Michael Jackson (¿el Rey del Pop también era del Rock?), Patti Smith y Grandmaster Flash. Por eso, al ser tan amplia la gama de géneros, siempre habrá personas descontentas con los resultados.
A veces, hasta los ganadores se enfadan. El grupo Kiss asistió a la ceremonia del 2014 pero no tocó ninguna canción ni exhibió su característico maquillaje bicolor, en protesta porque el Salón solamente incluirá a los músicos de la alineación original (Paul Stanley, Gene Simmons, Peter Criss y Ace Frehley), pero dejaba fuera a los que llegaron luego.
Para este año, la ceremonia será en marzo, en el Brooklyn’s Barclays Center de Nueva York, y la gran duda es qué harán los miembros de Radiohead, que son algo huraños. Se teme que no asistan.
Además de Radiohead y Def Leppard, también entrarán al Salón los grupos británicos The Cure, Roxy Music y The Zombies, y las cantantes estadounidenses Janet Jackson y Stevie Nicks. Esta última se convertirá en la primera mujer en entrar dos veces al Salón: la primera vez fue en 1998, como parte de Fleetwood Mac y ahora se premiará su trayectoria de solista, que empezó en 1981 con su álbum ‘Bella Donna’.
“Tengo mucho que decir sobre esto, pero guardaré esas palabras para después. Por ahora diré que he estado en una banda desde 1968. Que me reconozcan por mi trabajo solista me hace respirar profundamente y sonreír”, expresó Stevie Nicks en sus redes sociales. Y aquí está la otra gran duda: qué palabras se está guardando para la ceremonia.
Bueno, no sería rock si no hubiera algo de controversia, pero eso no quita que el Salón, al ser tan solemne e institucional, le resta ese ingrediente contestatario que tuvo el rock desde sus inicios.