Ecuador registró una leve disminución en el número de nacidos vivos en niñas y adolescentes, en el 2020. Este año estuvo marcado por la pandemia de coronavirus. La reducción es del 13,4% si se compara con las cifras del 2019.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) recoge los datos anuales de niños y niñas, según el rango de edad de la madre.
Así, en el 2020 hubo 265 437 nacidos vivos. De ellos, 16,9% ó 44 887 son hijos de madres adolescentes. Esta cifra es inferior a la reportada un año antes, en donde hubo 51 810.
La mayor cantidad se concentró en chicas de entre 15 y 19 años, con 43 260. La tasa es de 56,4 por cada 1 000 adolescentes en este grupo etario. En el 2019 fue de 63,6 por la misma cantidad de jóvenes.
Mientras que en las menores de 14 años se reportaron 1 631 -considerado como violación, según el Código Orgánico Integral Penal (COIP)-. Corresponde a una tasa de dos por cada 1 000 chicas en la población de esa edad. En 2019 fue de 2,2 por igual número de habitantes de esa edad.
Esta reducción leve no satisface las expectativas de dos expertas en temas de derechos de niñas y adolescentes. Ellas alertan que no se puede considerar esta baja como una “buena noticia”, debido a que aún hay subregistro sobre el número real de chicas que quedaron embarazadas o que dieron a luz; más en esta época en la cual no hubo atención regular de los servicios sanitarios.
Lo explica Sybel Martínez, vicepresidenta del Consejo de Protección de Derechos, de Quito. “No podemos hablar de una disminución de casos positiva, por varios factores. Uno de ellos es el miedo de las jóvenes a hablar sobre su condición, por lo que no acuden a los centros médicos”.
A esto se suma -dice- la falta de atención en estos espacios, producto de la pandemia de covid-19. Por ejemplo, entre enero y octubre del 2020 hubo una baja en los controles prenatales de mujeres en estos rangos de edad: 22% menos con respecto al 2019.
Sin embargo, el verdadero problema es que aumente el número de chicas gestantes en estos meses, ya que es una problemática vinculada con la pobreza, la violencia dentro y fuera de los hogares, la falta de educación y de acceso a los servicios sanitarios, etc.
“La política que debería establecerse debe ser multisectorial y sistémica. Debe centrarse en estos determinantes o factores que inciden; además, aumentar los procesos de protección a niñas y adolescentes y potenciar la prevención”, señala Martínez.
La experta además aconseja que se mejore el registro de datos sobre esta problemática social que impacta en los planes futuros de las mujeres. “Actualmente, los datos son un dolor de cabeza; simplemente no hay, por lo que es necesario trabajar en ello”.
Alexandra Moncada, directora de CARE Ecuador, coincide con su par. Ella recuerda que el país aún tiene niveles altos de embarazo en niñas y adolescentes, en la región. Comparte los primeros puestos con República Dominicana. “En las últimas encuestas nacionales se reflejan datos muy fuertes y alarmantes, entre ellos, cada día siete menores de 10 a 14 años dan a luz”.
Moncada considera que la educación es una de las claves para reducir y prevenir los embarazos tempranos. “Es necesario facilitar información adecuada y clara sobre cómo protegerse en caso de tener relaciones sexuales, es decir, las niñas en cualquier localidad deben acceder a la educación sexual y reproductiva. Esto debe reforzarse dentro del hogar y en las instituciones educativas”.
Además, es fundamental que las chicas aprendan a decir no a las relaciones violentas o no consentidas. Es decir, se deben buscar mecanismos para su empoderamiento, saber cuáles son sus derechos y armar su plan de vida a futuro.