La capilla del Niño de Praga, en el sur de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Los potenciales viajeros a los Estados Unidos, quienes planean hacerlo de manera irregular, acuden diariamente al templo del Niño de Praga para rezar frente a la imagen. Está ubicado en el sector de Monay, al sur de Cuenca.
Este lunes 14 de noviembre del 2016, jóvenes de entre 18 y 26 años, llegaron al santuario para orar y pedir de rodillas que les ayude a llegar a su destino. Ellos están a la esperan del llamado de las personas que suelen llevar por la frontera con México.
Desde la puerta de ingreso se observa al fondo, a unos 10 metros de distancia, un nicho con una imagen del Niño de Praga. En las paredes hay centenas de placas de agradecimiento de los fieles que llegaron a los Estados Unidos, con diferentes leyendas.
José Pedro Illescas, por ejemplo, tras llegar Estados Unidos solicitó a sus familiares confeccionar una placa con el siguiente texto. “Agradezco de todo corazón al milagroso Niñito de Praga por haberme concedido el deseo de llegar a los Estados Unidos. Gracias, tu más fiel devoto”.
Hoy -14 de noviembre-, en cambio, uno de los presentes se acercó a la imagen y se arrodilló, juntó sus manos, los acercó a su frente e inclinó su cabeza. El joven de 23 años, rezó por más de cinco minutos, se levantó, tomó un pequeño bolso negro y se dirigió a su domicilio en el sector de Ricaurte.
Este cuencano, un poco nervioso, contó que hace un mes intentó viajar a los Estados Unidos. En bus viajó de Cuenca a Lima, Perú, pasando por Huaquillas; de allí se trasladó en El Salvador. Después de algunos días, cuando intentaba tomar un vuelo hacia México fue detenido y deportado.
Hace 11 días retornó a la capital azuaya y sus familiares, especialmente su madre, le pide que ya no vuelta a intentar. Sin embargo, “cómo hago para pagar los USD 6 000 que debo al que me está llevando”. Además, le prometió no cobrarle nada adicional en su segundo intento. Su deseo es llegar en Estados Unidos antes de la posesión del nuevo presidente Donald Trump.
Mientras algunos azuayos intentan concretar el sueño americano lo más pronto, miles de ecuatorianos que permanecen de manera irregular están temerosos por los cambios que puedan darse en ese país cuando Trump asuma el cargo.
Luis Quille, cuencano de 49 años, recuerda que en el 2009 también se habló de deportaciones y él fue uno de los afectados. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Luis Quille, de 49 años, recuerda que igual se vivió en el 2009, con la presencia de Barack Obama. El 14 de febrero de ese año fue deportado por conducir sin licencia durante un operativo de indocumentados. Pero, antes de su retorno, lo tuvieron apresado durante tres meses y sin la posibilidad de visitas de sus familiares.