Fumar o vapear: la adicción es la misma

57 productos nocivos tienen los cigarrillos electrónicos.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos multó en USD 40 millones a la empresa Juul por vender cigarrillos electrónicos (CE) a adolescentes y ocultar los riesgos. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud alertó sobre los riesgos de fumar y de vapear.

El fumar tabaco convencional (TC) trae consecuencias a la salud, desde cambios de coloración de dientes, marcas en dedos, cansancio, dificultad respiratoria, compromiso cardíaco, hasta cáncer. Ahora existen evidencias de que los cigarrillos electrónicos también presentan riesgos.

El TC es consumido por 1 300 millones de personas en el mundo y produce la muerte de ocho millones, siendo un millón de ellos fumadores pasivos. Fumar incrementa un 24% el riesgo de tener un cáncer pulmonar y unos 20 tipos de otros cánceres, así como un 45% de enfermedades crónicas respiratorias; disminuye el promedio de vida en 10 años y mata a la mitad de los consumidores sea por vía directa o por enfermedades asociadas.

Aproximadamente 38 millones de niños entre 13 y 15 años consumen tabaco y mueren unos 65 000. Los gastos en salud por problemas asociados al tabaco ascienden a USD 1,4 billones anuales, lo que representa el 1,8% de PIB mundial.

El vapeo, según la OMS, es de dos tipos: Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN) y por Sistemas Electrónicos Sin Nicotina (SESN). La nicotina es el problema de adicción esencial de los fumadores y vapeadores, pero otras sustancias que tiene el tabaco y algunas de los cigarrillos electrónicos son igualmente tóxicas.

Los cigarrillos electrónicos y los tabacos convencionales comparten unos 27 productos químicos que se ha comprobado son dañinos, pero los electrónicos tienen 57 productos propios nocivos y los convencionales, 123.

Los estudios realizados exponiendo células humanas y animales a vapores y tabaco, muestran un incremento de más de tres veces del daño celular y del ADN. Al parecer, el uso de los SESN expone menos a agentes tóxicos que el uso de los SEAN.

Las evidencias en ratones expuestos a 3 mg de nicotina y 30W de potencia de los SEAN, muestran fragmentación del ADN, casi en la misma proporción que se ha detectado con TC. Se cuenta con datos genéticos del daño en células bronquiales por uso de vapeadores SEAN, incluso de daños de varios genes de los 1 424 evaluados.

A nivel prenatal en madres vapeadoras, se observó un aumento de regiones genéticas bloqueadas y no expresadas. Los niños y adolescentes que utilizan CE tienen el triple de riesgo de ingresar al consumo del TC. Se ha probado que el vapeo es realmente tóxico para los genes y dañino para la salud.

Dejar lo uno para ir a lo otro

La disminución del consumo de tabaco de un 10% en el mundo y esto se atribuye, en parte, al cambio a electrónicos, pero hay regiones como América Latina donde se mantiene el mismo nivel de consumo. Si bien las cifras apuntan a que el vapeo contribuye a dejar el cigarrillo tradicional, hay que advertir que los consumos superiores a 30W y 3mg de nicotina, traen consecuencias y gastos a la salud pública.

De hecho, los productos químicos que contienen los CE, como glicol, metales, hidrocarburos, nitrosaminas, carbonilos, fenoles, entre otros, producen cambios de los genes, problemas cardiopulmonares y cáncer.

Las sustancias aromáticas que se colocan en los CE son atractivas para su comercialización, pero no están exentas de riesgos. Uno de los argumentos para la venta libre de estos productos es que no tienen riesgo, pero a la luz de los datos actuales, esta visión debería ser reevaluada.

Hay 37 países en el mundo que prohíben la venta de CE por los antecedentes expuestos pero, curiosamente, no prohíben el tabaco convencional. En América Latina están prohibidos en Argentina, Colombia, México, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Venezuela y Brasil.

Médicamente, no tiene sentido ver el cigarrillo electrónico como un tratamiento para dejar de fumar; si fuera así, debería expenderse con prescripción. Se ha dejado el consumo y uso solo en manos de las personas, pero sin conocer riesgos reales y con escasa información.

La OMS exhorta a difundir los peligros de los cigarrillos convencionales y a hacer extensiva la prevención frente a los cigarrillos electrónicos; a aumentar los impuestos sobre los dos tipos de cigarrillos; a promover medidas de protección contra la exposición involuntaria al humo y vapores en los lugares de trabajo, lugares públicos cerrados y transporte público; a colocar advertencias sanitarias de impacto en el empaquetado; a prohibir totalmente la publicidad, promoción y patrocinio de tabacos convencionales y electrónicos; y, a continuar con la investigación y documentación sobre los efectos de su consumo.

Algunos fumadores han dejado el cigarrillo convencional y han pasado al cigarrillo electrónico como alternativa de mejorar su salud. Afirman que fumar no es igual que vapear pero, desde la perspectiva de salud pública, la advertencia de sus consecuencias son reales.

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