¿Es posible una economía ‘con alma’?

La ciudad de Asís será la sede del encuentro convocado por el Papa. Esa urbe italiana tiene un significado especial en el ámbito religioso. Foto: AFP

La ciudad de Asís será la sede del encuentro convocado por el Papa. Esa urbe italiana tiene un significado especial en el ámbito religioso. Foto: AFP

La ciudad de Asís será la sede del encuentro convocado por el Papa. Esa urbe italiana tiene un significado especial en el ámbito religioso. Foto: AFP

Del 26 al 28 de marzo del 2020, en la población de Asís, Italia (foto), se espera que concurran unos 500 empresarios, emprendedores, académicos y expertos en ciencias económicas de todo el mundo (menores de 35 años), para “hacer un pacto para cambiar la economía actual y dar alma a la economía del mañana”.

La convocatoria para promover este pacto, denominada ‘The Economy of Francesco’, la realizó el papa Francisco en mayo pasado. Lo que busca el Pontífice es atraer a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, “una que hace vivir y no mata, incluye y no excluye, humaniza y no deshumaniza, cuida la creación y no la despoja”.

El objetivo de esta convocatoria es reanimar la economía, corregir los modelos de crecimiento que, a decir de su mentor, son incapaces de garantizar el respeto al medioambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras. “Desgraciadamente, sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad”.

En Europa se mira esta iniciativa como el inicio de un proceso que pudiera desencadenar en una corriente que pretende establecer cánones diferentes para el desempeño económico de los próximos años. Particularidades como la economía colaborativa, el emprendimiento social o la mayor conciencia ambiental pueden ser aspectos que influyan a la hora de acoger la convocatoria y plantear algunas opciones. Otros, en cambio, sostienen que este llamado también responde al interés de promover un mayor desarrollo de la denominada Economía de la Comunión; es decir, impulsar una cultura económica caracterizada por la comunión, la gratuidad y la reciprocidad, proponiendo un estilo de vida alternativo frente al dominante sistema capitalista. El Papa, en varios mensajes, ha señalado que el mercado por sí solo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. De allí la necesidad de promover un nuevo modelo.

¿A través de un pacto se puede cambiar la economía? Todas las iniciativas son válidas a la hora de repensar en nuevas alternativas de modelos económicos. Sin embargo, “hay que tener presente que ningún modelo es perfecto, dado que están fundamentados en el comportamiento de las personas, al ser la economía una ciencia social; pero es difícil que se llegue a consensos en todo, pero al menos debe llegarse a acuerdos en aspectos básicos”, sostiene el analista económico Jorge Calderón Salazar. Las intenciones del Papa son loables y, sin lugar a dudas, buscan generar una reflexión profunda sobre el modelo actual, pero más allá de ello debe permitir que la misma sociedad y por ende la economía evolucionen. “El capitalismo -si revisamos la historia- no es el primer modelo económico, y quién sabe si será el último, tampoco es el perfecto, pero sí el que mejores resultados y beneficios ha brindado a la humanidad; por tanto, es importante que se concientice sobre los pros y contra de los modelos económicos actuales”.

“Vuestras universidades, vuestras empresas, vuestras organizaciones son canteras de esperanza para construir otras formas de entender la economía y el progreso, para combatir la cultura del descarte, para dar voz a los que no la tienen, para proponer nuevos estilos de vida”, es parte de la convocatoria del Papa.

Desde la perspectiva académica también hay puntualizaciones frente a la iniciativa papal. Pedro Romero, docente de la Universidad San Francisco de Quito, sostiene que cambiar un modelo económico a través de un pacto suena bien, pero en la práctica ese tipo de iniciativas nunca llegan a concretarse. E incluso menciona que en entidades, como la Organización de las Naciones Unidas, resulta complejo articular objetivos comunes con el compromiso de todos los países miembros.

“Desde el punto de vista económico, efectivamente puede haber problemas en aspectos como la explotación minera o explotación petrolera que afectan al ambiente. Sin embargo, las soluciones no necesariamente van de la mano de una acción supraestatal. Hoy en día están dando resultados iniciativas de ONG o de empresas privadas, e incluso emprendimientos que ven oportunidades de negocios”.

¿Cuál debería ser el nuevo modelo económico, si se concreta el pacto impulsado por el Papa? Por ejemplo, señala John Hidalgo, director de la firma Audit Corporate, ese pacto podría ir encaminado a una reducción de la excesiva demanda de alimentos, para evitar el desperdicio de comida. “Si iniciativas como estas se derivaran en la aplicación de leyes en los diferentes países que acojan esta iniciativa papal, allí habría resultados. Esa sería una manera de contribuir a un consumo responsable y además se podrían promover incentivos a las empresas que se sumen a estos planes”, señala Hidalgo. Sobre todo, si se toma en cuenta que cada año -según datos de la FAO- aproximadamente 1 300 millones de toneladas de comida terminan en la basura.

Los cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura indican que la energía desperdiciada durante estas pérdidas y desperdicios de alimentos representaría más del 10% del total de la energía consumida a nivel mundial en la producción de alimentos.

Ambiente, consumo, rentabilidad, usura, producción..., serán parte de las mesas de trabajo en Asís, para ‘humanizar a la economía’. ¿Será posible?

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