Hasta 50 personas se benefician con los tejidos de un solo donante

El proceso de esterilización para preparar las muestras es uno de los más importantes. Fotos: Camilo Pareja / Para EL COMERCIO

Una capa delgada, elástica y transparente se refleja bajo la luz de una cámara de flujo laminar. El laboratorio de procesamiento del Banco de Tejidos del Hospital Luis Vernaza, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, es totalmente hermético. Y solo las manos del técnico William Cajas -equipado con guantes, mascarilla y batas desechables-, pasan la frontera de una capa de aire estéril que separa el exterior del interior de la cabina.
Cajas procesa una membrana amniótica, un tejido que se obtiene de placentas donadas por madres después del parto y recolectadas por obstetras capacitados para este proceso. Junto a él, el técnico Kevin Contreras facilita los insumos necesarios para obtener una capa de 30x30 centímetros. Este complejo procedimiento toma unas 72 horas y luego estará lista para ser utilizada en tratamientos médicos.
El Banco de Tejidos del Vernaza funciona desde 2013. Solo en este año han receptado 120 donantes, entre vivos y cadavéricos; han procesado más de 160 tejidos y han utilizado unos 120, como explica su coordinadora María Candela Ceballos.
Una nube de vapor sale disparada al abrir el congelador donde se conservan, a -86° C, escleras (la parte blanca del ojo), córneas, huesos enteros y fragmentados, pedazos de piel cadavérica, tendones, fascias (membrana que recubre ciertos músculos), pericardios (membrana que recubre al corazón), válvulas cardíacas, arterias femorales, membranas amnióticas…
El control de calidad es minucioso. Ceballos indica que el donante pasa por pruebas serológicas (para detectar enfermedades infectocontagiosas) y otras de biología molecular para descartar VIH, hepatitis B y C. De cada proceso toman muestras que son enviadas a Microbiología y solo cuando el resultado es negativo los tejidos salen de cuarentena al almacenamiento definitivo.
A más de su aporte a tratamientos mucho más efectivos, contar con tejidos procesados localmente abarata costos. Por ejemplo, importar una pieza ósea de Estados Unidos puede costar entre USD 5 000 y 10 000, como detalla Ceballos. “Al tenerlos en el país el costo puede llegar a solo el 10% de ese valor”.
La bióloga Sandra Miño es la coordinadora de procesos del Banco de Tejidos. Explica que actualmente almacenan más de 300 tejidos y que por cada donante multitejidos se pueden beneficiar hasta 50 receptores. De ahí la necesidad de tener más conciencia de donación.
Según datos del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos (Indot) hay un aumento en la tasa de donantes por millón de habitantes en el país. De 1,2 en 2009 se pasó a 4,3 en 2013. Esto ha permitido 2 768 trasplantes de órganos, tejidos y células entre 2007 y octubre de 2014, como señala el instituto.
Y la cifra puede aumentar de contar con más donantes que beneficiarían, por citar un caso, a personas con problemas traumatológicos. Ángel Auad, jefe del área de Traumatología del Vernaza, explica que usan huesos -tibias, peronés y fémures- y tendones en varias cirugías. Por ejemplo, en casos de rotura de tendón de Aquiles, rotuliano y del supraespinoso colocan tejidos cadavéricos para compensar el daño.
Y los huesos se utilizan como reemplazos. En algunas operaciones se mezclan con plasma rico en plaquetas para estimular la regeneración ósea del receptor.
Las piezas óseas se procesan enteras, también en forma de cubos de 2x2 centímetros, chips y hueso molido. Su procesamiento en laboratorio puede tomar hasta una semana y al final algunas piezas son congeladas y otras liofilizadas, que es una especie de desecación en frío. Estos fragmentos se emplean como relleno durante cirugías de colocación de prótesis por ruptura de cadera o reemplazos de rodilla.
La Unidad de Quemados es otra de las áreas beneficiadas. La sala tiene capacidad para 21 pacientes y en promedio ingresan unos 10, cada 10 días. Su hospitalización puede durar desde uno hasta tres meses y puede ser menor gracias a la piel cadavérica.
Para el cirujano plástico Galo Chacón, este injerto temporal de piel es uno de los mejores métodos de recuperación: disminuye el dolor, la pérdida de líquido, electrolitos, proteínas y evita infecciones.
Antes, recuerda Chacón, se usaban unas gasas y plásticos estériles que debían cambiarse a diario. La piel cadavérica puede ser removida hasta luego de siete días de que se produjo el deceso, reduciendo de esta forma los ingresos a quirófano para curaciones.
Y el proceso para su extracción no deja ninguna huella
en el donante. Para su obtención, los especialistas usan un dermátomo eléctrico, una especie de rasuradora que se calibra para sacar apenas 0,5 milímetros de epidermis y algo de dermis, específicamente de espalda y muslos. “Solo queda un tejido blanco, no queda en grasa, músculo y menos en hueso como muchos piensan”, recalca el cirujano.
La membrana amniótica, como la que procesó Cajas en el laboratorio, da buenos resultados en las quemaduras de segundo grado, por ejemplo. A más de ser una cubierta de protección ayuda a la regenerar la piel del paciente.
Cifras
72 horas toma realizar una muestra de membrana amniótica para que sirva.
2 768 trasplantes se han realizado en el hospital entre el 2007 y el 2014.
4,3 donantes por cada millón de habitantes era la tasa en el 2013, según el Indot.
120 donantes se receptaron este año en el Hospital Luis Vernaza de Guayaquil.
10 000 dólares puede costar importar una pieza ósea desde EE.UU.
En contexto
En el 2009, el hospital Vernaza creó la Unidad de Trasplante de Órganos y Tejidos, acreditado por el Indot. Su Banco de Tejidos es parte de una red latinoamericana de tejidos laminares (piel y membrana amniótica), una iniciativa de la