La cultura pop de los 80 y una trama juvenil se funden en ‘Ready Player One: comienza el juego’, la nueva cinta de Steven Spielberg. Foto: outnow.ch
Con un pie en el terreno del espectáculo y el otro en el de la reflexión, Steven Spielberg pone en cartelera ‘Ready Player One: comienza el juego’, una aventura de acción y ciencia ficción basada en el ‘bestseller’ del mismo nombre escrito por Ernest Cline.
La historia se desarrolla entre dos mundos, o más bien entre dos realidades, una en la que la población es acosada por el desempleo, la pobreza y la sobrepoblación y otra donde esos problemas quedan anulados y cada usuario puede hacer y ser cualquier cosa, al convertirse en el personaje de un universo virtual inmersivo, llamado Oasis. Son dos espacios expuestos con un alto grado de realismo fotográfico.
En ese doble escenario aparece IOI, una corporación que busca tomar el control del juego virtual para dominar el mercado en el mundo real. El único obstáculo es su creador, quien planeó dejar su fortuna y la propiedad de Oasis al ganador de un juego de acertijos.
La cinta de Spielberg también pertenece a dos tiempos y está diseñada para seducir a dos generaciones de espectadores.
Mientras una parte del público verá pasar ante sus ojos toda una vida supeditada a la cultura y al espectáculo audiovisual de los años 80 en adelante, el público más joven podrá sentirse familiarizado con la estética y dinámica de videojuego que adopta el filme.
‘El resplandor’ de Kubrik, ‘Batman’, ‘Star Wars’, ‘Street Fighter’, ‘Jurasic Park’, ‘King Kong’ , las huellas de otros cineastas, creadores de videojuegos, diseñadores de vestuario, músicos y otros artistas se irán aglutinando en la pantalla como un verdadero espectáculo de la cultura pop.
Ambientada en el año 2045, ‘Ready Player One: comienza el juego’ es una película del pasado que habla del presente, de la soledad que supone una mayor conectividad o de la pasividad social que provoca la hiperactividad virtual.
El contraste se acentúa en el ritmo de montaje que marca una diferencia en la dinámica entre ambos mundos y termina de concretarse en la doble vida de Wade Watts (Tyde Sheridan), un tímido joven que vive en un gueto de casas rodantes apiladas, en medio de un sombrío entorno familiar y social, pero que en Oasis se transforma en Parzival, un intrépido y extrovertido jugador que es parte de una hermandad, junto a la cual se enfrentará a IOI para defender su mundo dentro y fuera de la pantalla.
El resultado visual y narrativo del filme demuestra que Spielberg sigue siendo un cineasta que siempre tiene algo que mostrar y que decir.