Imagen referencial. Varios fármacos para tratar el covid-19 se ponen a prueba en diferentes países del mundo. Foto: Reuters
Desde que apareció el nuevo coronavirus, han sido diversos los estudios sobre tratamientos ya existentes contra otras enfermedades que también podrían mitigar el impacto del covid-19. De hecho, la ciencia y la medicina trabajan en más de 150 medicamentos diferentes en todo el mundo para hacer frente a la pandemia, dice el inmunólogo Jorge Vásquez.
Cuando la enfermedad surgió en China a finales del 2019, en este país se utilizó medicamento denominado interferón alfa 2b, usado en sus inicios para paliar los efectos del cáncer, ya que fortalecía el cuadro inmunológico de los pacientes. En vísperas de la pandemia, el gigante asiático lo usaba para el tratamiento de la hepatitis B y C.
La molécula fue desarrollada en Estados Unidos hace décadas y expertos cubanos se especializaron en ella. Cuba la utiliza para tratar el VIH.
En esta búsqueda se probó empíricamente también una variante de esta molécula, el Interferón 1b. Un estudio publicado en la revista científica medRxiv mostró que no había ninguna ventaja clínica de tal droga frente al coronavirus.
Cuando el SARS-cov-2 salió de Asia, en marzo, apareció una investigación que inició Didier Raoult, microbiólogo francés, en la que estudió a 26 pacientes de covid–19 suministrándoles el antimalárico hidroxicloroquina en conjunto con el antibiótico azitromicina. Especialistas en el área de seguridad científica y otros expertos cuestionaron el tratamiento y el estudio en sí, haciendo alusión a conflictos éticos e inconsistencias experimentales. Pero la propuesta de Raoult fue acogida con beneplácito por los presidentes de Estados Unidos y de Brasil.
La gente comenzó a automedicarse con hidroxicloroquina y azitromicina y en varios países se propagó el cuestionado tratamiento. En Senegal se recetó hidroxicloroquina a la mitad de todos los enfermos confirmados. Grecia relanzó su producción, Marruecos quería emplearla para los casos confirmados y Argelia para los agudos.
En Ecuador, las autoridades de salud la recomendaban al personal sanitario como profilaxis. Siguieron los estudios hasta que, a finales de mayo, la OMS ordenó una pausa temporal de las pruebas clínicas en pacientes con covid-19 luego de que el medio especializado The Lancet publicara un estudio que mostraba que, entre los pacientes que recibieron este medicamento (con y sin el antibiótico), hubo un aumento en la tasa de mortalidad.
Lejos de ahí, los científicos brasileños se decantaron por el atazanavir, una medicina usada para el tratamiento de pacientes con VIH. Mostraba, según ellos, que era capaz de frenar la multiplicación del SARS–cov–2. Los estudios eran de la Fundación Oswaldo Cruz, vinculada al Ministerio de Salud de Brasil.
Los resultados del estudio fueron publicados en la plataforma internacional de investigaciones científicas BiorXiv como investigación preliminar. Los responsables también comenzaron –como en otras partes- a analizar la eficacia de combinar medicamentos.
El atazanavir se combinó con ritonavir, otra medicina usada en el combate al VIH. Este tratamiento reduce la inflamación en pulmones de los pacientes. A su vez ritonavir se combinó con lopinavir, mezcla también usada para tratar pacientes con VIH en China. Un estudio publicado el mes pasado en la revista New England Journal of Medicine, basado en una prueba en pacientes chinos con covid-19 graves en Jinyintan, mostró que la combinación no era efectiva como tratamiento potencial.
Otro tratamiento que quedó fuera de carrera fue umifenovir. Un estudio realizado en China sobre su seguridad y la eficacia en covid-19, junto a lopinavir/ritonavir, sugiere que ninguno de estos medicamentos mejora el resultado clínico de los pacientes hospitalizados con casos leves a moderados de la enfermedad. Estos hallazgos aparecieron en la revista especializada Med. Los investigadores decidieron estudiar estos fármacos porque se encontraban entre los seleccionados como candidatos para tratar el coronavirus en una guía emitida por la Comisión Nacional de Salud de China.
Mientras tanto, en España e Italia se probaba en abril la terapia con plasma hiperinmune. El neumólogo italiano Giovanni Donno decía que el plasma funciona si la enfermedad no ha comprometido los órganos. Se trataba de administrar a pacientes infectados la sangre de las personas que ya han logrado superar la enfermedad.
El inmunólogo Salvador Ortega explica que una persona con una enfermedad causada por un virus como SARS-cov-2 genera anticuerpos para defenderse de él, pero no siempre los anticuerpos tienen esa capacidad neutralizante, como se ha visto en la hepatitis C o en el VIH.
Contra la covid-19, se analizó también el efecto de la centenaria vacuna BCG, creada para prevenir la tuberculosis. La Organización Mundial de la Salud (OMS) avisaba que no existen evidencias de que esta vacuna proteja frente al nuevo coronavirus, aunque el organismo reconoce que en las zonas donde se administra rutinariamente hay menos neonatos con covid–19. Al parecer la vacuna ‘entrena’ al sistema inmune para reconocer y responder a virus, bacterias y parásitos, dicen los expertos.
Más moderno es el remdesivir, un medicamento antiviral diseñado para combatir los virus de la hepatitis, de enfermedades respiratorias, y que también fue usado contra el ébola. Nunca tuvo éxito contra ellas. No obstante, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) emitió una aprobación de emergencia para el remdesivir como tratamiento para los pacientes graves de covid–19. Se demostró que mejoraba levemente la salud de los enfermos muy graves. Además, quienes se sometían a un tratamiento con esta molécula se recuperaban en 11 días, más rápido que quienes recibían un placebo, quienes lo hacían en 15.
Pero el fármaco no redujo las tasas de mortalidad. Los ensayos involucraron a 1 063 personas en hospitales de todo el mundo. El medicamento fue lanzado días después de no superar otro ensayo clínico llevado a cabo en China y del que se hizo eco la revista especializada en medicina The Lancet.
Otra esperanza de tratamiento contra covid–19 es la ivermectina, un medicamento antiparasitario, muy usado contra la oncocercosis, presente en nuestro país en la zona norte de Esmeraldas. Un estudio dirigido por la Universidad de Monash en Australia evidenció en cultivos celulares que el antiparasitario es capaz de evitar la replicación del nuevo coronavirus en 48 horas. No obstante, los expertos avisaron que los ensayos se tienen que realizar todavía en personas. Este medicamento también se utiliza para el tratamiento de la pediculosis [piojos].
El farmacólogo Enrique Terán explica que las pruebas in vitro luego pueden fallar al probarse en un organismo vivo. “Ni siquiera es suficiente evidencia que funcionen en un grupo de pacientes, se requiere estudios clínicos”, señala.
Aunque se desconoce el mecanismo por el cual ivermectina funciona contra el SARS-cov-2, los expertos sospechan que atenúa su capacidad de replicarse en las células huésped.
Los investigadores canadienses en cambio se centraron en estudiar la colchicina, un poderoso medicamento antiinflamatorio para reducir los riesgos de complicaciones pulmonares y muerte relacionadas con el nuevo coronavirus. La colchicina es un fármaco muy antiguo y de bajo costo. Tiene importantes efectos contra la inflamación y es ampliamente utilizado en enfermedades como la gota.
En nuestro país la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador centró su atención en los corticoides. La investigación da cuenta de un consenso de expertos que describe que su uso debería seguir recomendaciones como que los corticoesteroides sean usados con cautela en pacientes críticos con neumonía asociada a covid–19 y la dosis a utilizar debe ser baja o moderada.
Un metaanálisis citado por la PUCE, que incluyó 5 270 pacientes con cualquier infección grave por coronavirus, incluido SARS-CoV-2, demostró que los pacientes críticos tenían más probabilidades de requerir terapia con corticosteroides, pero no hay diferencia en la mortalidad, estancia hospitalaria o mejoría de inflamación pulmonar.
Entre las probables terapias contra covid–19 también está tocilizumab, un anticuerpo usado regularmente en pacientes con artritis reumatoide. El efecto inmunosupresor de tocilizumab conlleva un significativo riesgo de infecciones que podría resultar perjudicial en pacientes con neumonía grave por covid–19. Sin embargo médicos y ensayos clínicos alrededor del mundo han propuesto este medicamento como un antídoto efectivo para combatir la tormenta de citoquinas que presentan enfermos graves de covid-19.
Dicha tormenta es una peligrosa reacción del sistema inmunológico, donde moléculas desatan una cascada de señales a las células para activar una respuesta en contra del virus y bacterias, atacan múltiples órganos, incluyendo pulmones e hígado, y eventualmente causan la muerte. China aprobó el fármaco para tratar casos graves de la enfermedad, y autorizó ensayos clínicos. Semanas después, la FDA dio la aprobación para que la compañía farmacéutica Roche probara el medicamento en cientos de personas con infección de coronavirus.
Otro tratamiento analizado es sarilumab. Las farmacéuticas Sanofi y Regeneron anunciaron que comenzarán a evaluarlo en pacientes hospitalizados con covid–19 graves. Sarilumab está aprobado actualmente para tratar adultos con artritis reumatoide.
En cambio una droga antiinflamatoria, ruxolitinib, ha mostrado resultados prometedores en el tratamiento de la enfermedad severa de covid-19. Este medicamento se utiliza en enfermedades como myelofibrosis. Los efectos nocivos de la droga incluyen anemia. Con el nuevo coronavirus los investigadores presumieron que ruxolitinib podría ser efectivo en casos de covid–19, donde hay niveles aumentados de citoquinas.
Por otra parte, siltuximab se probó en 21 pacientes con covid–19 que desarrollaron neumonía y participaron en un programa de uso compasivo en el hospital Papa Giovanni XXIII en Bérgamo, Italia. La edad promedio de los pacientes tratados fue de 64 años. Fueron seguidos durante ocho días. Esta medicina se usa normalmente para combatir un crecimiento exagerado anormal de las células linfáticas. No se encontró que mejore la condición de pacientes con covid–19.
La ribavirina fue otra apuesta contra la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus. La ribavirina fue beneficiosa en pacientes con SARS y MERS en el pasado. Es un medicamento barato y disponible en este momento en todo el mundo. Al momento no hay estudios que avalen su efectividad contra covid-19.
El primer medicamento en mostrar efectividad contra el nuevo coronavirus es la dexametasona. Es el primero que ha probado que reduce la mortalidad, según las conclusiones de científicos de la Universidad de Oxford. El estudio sobre este fármaco, un antiinflamatorio bien conocido por la comunidad médica, indica que reduce hasta en un tercio los fallecimientos de los pacientes hospitalizados con complicaciones respiratorias graves que requieren ventilación mecánica y hasta en una quinta parte en aquellos que reciben solo tratamiento con oxígeno.
Los efectos de la dexametasona han sido probados en el estudio Recovery, en el que participan pacientes ingresados en 175 hospitales de la red del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido.
Afivavir es la apuesta rusa contra covid–19. Las resultados positivos de esta medicina llevaron a las autoridades sanitarias rusas a registrar este producto como el primer fármaco antiviral para tratar la covid–19, según un anuncio del Fondo Ruso de Inversiones Directas (FRID). Su director general Kiril Dmítriev, sostiene que este fármaco fue desarrollado y probado clínicamente en un plazo récord. La medicina se deriva del favipiravir, un antiviral desarrollado en Japón.