La noticia es preocupante: “La población envejece y los jóvenes abandonan el país. A lo anterior se añaden los índices de deserción o abandono escolar. ¿Qué políticas sociales está aplicando el Ecuador para afrontar estos problemas? Algunas alternativas.
¡Todos los seres humanos somos emigrantes! El nomadismo ha sido una característica esencial, con intervalos del sedentarismo. El panorama mundial -en pleno siglo XXI- es deprimente, porque oleadas de personas y sus familias organizan travesías peligrosas por tierra, aire y mar, en la búsqueda de sueños que terminan en tragedias.
Los impactos de la emigración descontrolada se observan en todas las regiones de la Tierra. Las fronteras legales y las normas están desbordadas, por las presiones sociales, políticas y económicas, y manipuladas por prácticas deshumanizantes: el coyoterismo, la trata de personas, la explotación sexual y económica, así como la quiebra de sistemas constitucionales establecidos por los derechos nacionales. ¡La emigración es un problema global!
Los estudios revelan que no todo modelo de migración es negativo. Las guerras, las enfermedades, las hambrunas, las crisis económicas han sido caldo de cultivo de corrientes migratorias, que han contribuido, en casos, a mejorar el nivel de vida de las sociedades que han recibido poblaciones externas, y también a empeorarla.
La emigración, la situación del Ecuador
La historia del Ecuador registra la llegada de poblaciones -incas, españolas, afrodescendientes, entre otras-, que conformaron la sociedad mestiza. En el período de la Independencia hubo apoyos de naciones vecinas, y en tiempos republicanos, personas de otras latitudes contribuyeron a la construcción del ferrocarril y el desarrollo del comercio, de manera especial en la Costa, que fortalecieron los procesos de urbanización y optimizaron las condiciones de vida en las ciudades, de manera especial, a raíz de la década de los setenta con la explotación petrolera.
En el siglo XXI, la población urbana supera a la rural en el Ecuador. Y se manifiestan signos preocupantes de desigualdad, pauperización, economía informal, falta de empleo, violencia estructural y de género. La emigración ha abierto oportunidades de crecimiento -a través del envío de remesas-, pero también situaciones extremas con resultados evidentes: “los jóvenes abandonan el país y la población del Ecuador envejece”.
Según noticias internacionales, “más de 400 ecuatorianos son detenidos cada día, en promedio, en la frontera sur de Estados Unidos, en 2024”. Por lo visto, el problema no es sólo estadístico y económico; el drama humano y social supera todas las estimaciones y los sistemas formales. Basta conocer el número de personas que solicitan pasaportes, las que viajan en sistemas legales e ilegales, y quienes no regresan. El pico de la emigración legal registrada a comienzos del siglo XXI, se replica en los últimos años, a partir de la pandemia, según los datos oficiales, y estaría en ascenso, si se considera la emigración irregular.
Los adultos mayores viven más
El caso de los adultos mayores también preocupa. Es positivo reconocer la tendencia mundial y nacional en relación con la esperanza de vida, por la incidencia del control de las enfermedades, pero si las fuentes de empleo formales no aumentan, y los jóvenes tienden a emigrar, el Seguro Social es insostenible. De ahí que la tendencia “más jubilados, menos afiliados” no convence. La reforma de la seguridad social debe ser técnica y no política.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) “estima que, según proyecciones de mediano plazo, Ecuador tendrá más adultos mayores, y menos niños y adolescentes en 2050”. INEC sostiene que “para 2050 las mujeres ecuatorianas alcanzarían una edad de 85.5 años y los hombres de 79.6 años. Estos cambios demográficos son ostensibles, por la mejora en la esperanza de vida mencionada, y “la incidencia de defunciones debido a la pandemia, el incremento en la tasa de homicidios intencionales y una nueva ola migratoria”.
¿Hay políticas públicas para afrontar estos problemas? ¿Qué dicen los líderes sobre los efectos del cambio demográfico en la economía?
Emigración y escolaridad
Mientras miles de jóvenes ecuatorianos -junto a otros de diferentes nacionalidades- cruzan la selva del Darién, en Panamá, e intentan saltar el muro que separa la frontera estadunidense, un segmento importante acude a Europa bajo otras condiciones. Y esta tendencia tiende a crecer, pues una mayoría no regresa, que corresponde a los jóvenes entre 18 y 35 años de edad.
La “pérdida” de los jóvenes, la baja fecundidad y la deserción escolar pueden pasarle factura al Ecuador. Y estos temas, necesariamente, tienen relación directa con la educación y el empleo. ¿El Ecuador ha diseñado una reforma consistente y consensuada de la educación técnica, que aborde de manera creativa e integral esta problemática?
“La falta de dinero, la movilidad y el trabajo infantil son las principales causas por las que los estudiantes ecuatorianos abandonan las aulas”, según el portal Primicias. “El Ministerio de Educación detalla que en el ciclo 2023-2024 se matricularon 1.780.368 alumnos. Es la cifra más baja de los últimos seis períodos académicos”, de acuerdo con la fuente.
La educación dual
El éxodo actual puede atenuarse con el fortalecimiento de estrategias visionarias, que impliquen cambios visibles en la educación -inicial, básica y bachillerato-, articulados al mundo del trabajo, con programas de educación técnica -como la educación dual- que combine los modelos escolarizados con el empleo seguro. A lo anterior se añaden incentivos para que la gente que retorne, mediante sistemas de proyectos de inversión social.
El papel del Estado es la promoción de sistemas alternativos no formales para que se cumpla la norma constitucional, y que ningún niño o joven se quede sin oportunidades de formación. No hacerlo, o hacerlo a medias, equivaldría a reproducir el círculo vicioso de la pobreza, al convertir a nuestra niñez en presa fácil del narcotráfico y la violencia.
Los cambios deben ser radicales. La escuela transformadora, con docentes apasionados, preparados y dispuestos a buscar salidas, con innovaciones en las aulas, y férreas políticas de Estado de largo plazo articuladas a la salud/nutrición/educación/empleo… espera el Ecuador.