Cuando Tammy Faye era niña, lo único que anhelaba con todas sus fuerzas era que Jesús le permitiera recibir en su interior eso que desconocía, pero que el predicador de la iglesia de su pueblo llamaba Espíritu Santo.
El día en que por fin sintió esa presencia etérea, su vida cambió para siempre; supo que quería predicar el evangelio y sobre todo difundir el mensaje de que Dios amaba a todos, sin importar quién fuera o cómo se viera.
En medio de ese propósito, Tammy conoció a Jim Bakker, un joven que al igual que ella anhelaba llevar la palabra de Dios por todos los rincones de Estados Unidos.
La diferencia era que ella quería hacerlo porque lo sentía en su corazón; él, en cambio, porque tenía que cumplir con una promesa.
Eran los años 70 del siglo pasado y en EE.UU. el televangelismo comenzaba a ganar millones de seguidores. Los predicadores evangélicos se dieron cuenta de que la TV podía dejar de ser esa caja ‘diabólica’ que estaba pervirtiendo a niños y jóvenes para convertirse en ‘instrumento de salvación’.
Hasta ese mundo llegaron Tammy y Jim. En poco tiempo se convirtieron en las nuevas estrellas; el Ken y la Barbie del televangelismo, pero con la misma velocidad que ganaron seguidores y dieron ánimo y esperanza a mucha gente, se dejaron llevar por una vida llena de lujos que ellos no pagaban.
Los detalles de su vertiginoso ascenso y caída son narrados en ‘Los ojos deTammy Faye’, una película dirigida por Michael Showalte y protagonizada por Andrew Garfield y Jessica Chastain, quien ganó el premio a Mejor Actriz en la última edición de los Oscar, por su interpretación en este filme.
Tammy vs. Jessica
Los papeles basados en personajes de la vida real siempre serán un reto mayor para cualquier actor o actriz. Se corre el riesgo de herir susceptibilidades y también de no lograr atrapar la esencia de esa persona, más allá de sus claroscuros; algo queJessica Chastain logra con solvencia y maestría.
La Tammy Faye que interpreta es un personaje que despierta el interés del espectador desde la primera escena; cuando se enfrenta de manera inteligente a un predicador que insinúa que es una ramera por llevar maquillaje en su rostro. Desde ese instante, Chastain coloca a su personaje en el centro de la narración, un lugar en el que se mantendrá inalterable hasta el final de la última escena.
A través de su actuación arma un retrato de cuerpo entero de Tammy. En ella está encarnada la creatividad de la joven predicadora, el carisma de la estrella del televangelismo, el glamour de la esposa desatendida, la ansiedad de la adicta a las pastillas, y la activista que está convencida de que todos son iguales ante los ojos de Dios.
Su actuación es tan verosímil que deja patente la duda sobre si Tammy Faye en realidad no sospechaba lo que estaba haciendo su esposo con el dinero que les entregaban sus seguidores, cuando los hechos que se narran a lo largo de la película dicen lo contrario.
Televangelismo
A lo largo de esta historia aparecen personajes inspirados en otros predicadores evangelistas, que encontraron en la televisión el mejor escaparate para exhibir su fe. Entre ellos Jerry Falwell, pastor bautista que fundó la Iglesia Thomas Road; Jimmy Swaggart, un predicador pentecostal pionero de la teología o evangelio de la prosperidad, y Pat Robertson, protestante fundamentalista y presidente de Christian Broadcasting Network.
Todos ellos, hombres no solo con muchos seguidores sino con un gran poder económico y político; líderes religiosos que usaron todas sus plataformas e influencias para que las agendas de la comunidad Glbti o de los grupos feministas no ganaran espacio en la sociedad estadounidense.
El trabajo deChastain y esta inmersión al mundo del televangelismo contrastan con la mala actuación de Andrew Garfield, quien nunca logra darle fuerza al personaje de Jim Bakker, condenado a 120 años de prisión.