2 000 discos son parte de la colección de Roberto Arias. Foto: Mario Faustos / El Comercio
La pasión de Roberto Arias por el rock y por los discos de vinil nació a un mismo tiempo. Fue en 1968 cuando una estadounidense llegó en un programa de intercambio a la casa de sus padres. La chica se pasó sus tres meses de estancia en Guayaquil leyendo la revista Selecciones y escuchando una y otra vez el ‘long play’ ‘Between the buttons’ (1967), de los Rollings Stones.
Cuando la joven se fue retribuyó el interés musical del niño de 10 años legándole un álbum que Arias atesora como el primero de una colección que, tras casi 50 años, alcanza los 2 000 discos de vinil.
La colección de Arias, un diseñador gráfico jubilado, incluye géneros como blues y “salsa de la vieja guardia”. Lo más selecto de ese repertorio se exhibirá y sonará hoy (31 de enero) en la primera feria exclusiva de discos de vinil en Guayaquil.
En el encuentro, que se realizará en la sala de conciertos Guayaquil Social Club, habrá venta, intercambio y subasta de más de 2 000 discos gramofónicos. Al evento están invitadas 15 tiendas especializadas en distribución de discos de acetato de Guayaquil, Quito y Cuenca. El país no escapa de la tendencia mundial que marca un resurgimiento del vinilo, con un volumen de ventas que viene aumentando de forma progresiva desde 2005 y con artistas tanto actuales como de décadas anteriores que han editado sus álbumes en acetato.
El retorno de los vinilos a círculos cada vez menos reducidos tiene que ver -según Arias- con un sonido más puro y la onda sonora amplia del antiguo formato. “Está volviendo el ‘boom’ de vinilo porque la gente se dio cuenta que este es el sonido, el formato definitivo en la música”, indicó el audiófilo guayaquileño. “El CD, cuyo sonido es plano y frío, ha demostrado ser un formato pasajero, el CD está muriendo”, declaró.
Tanto en Estados Unidos y en países de la región como Colombia y Chile las tiendas dedican cada vez mayor espacio a los nuevos vinilos, sean con reediciones de música antigua o con propuestas musicales nuevas.
Roberto Miranda, un publicista chileno que reside 8 años en Ecuador, tiene una colección de aproximadamente 300 ‘long plays’ desde tango, música folclórica, hasta rock. El melómano se ha especializado en música lounge, electrónica, jazz y bossa, difíciles de encontrar en vinilo.
Entre las rarezas que tocará en la feria están ‘long plays’ que fusionan hip-hop y jazz; el mambo electrónico de Señor Coconut, que editó el LP ‘Yellow Fever!’ en el 2006; el disco de acetato ‘Asia Lounge’, música asiática que conjuga electrónica, jazz y bossa.
Para Miranda la gente está volviendo al viejo formato porque el CD cumplió un ciclo y nunca llenó del todo las expectativas de fidelidad del sonido. “La gente busca una experiencia que se equipare a escuchar en vivo a un artista y el único soporte que te da eso es vinilo”, indicó el coleccionista, convertido en DJ Rob.
Aunque ciertos coleccionistas están prevenidos ante las reediciones actuales y las nuevas propuestas grabadas en acetato, por su similitud en calidad de sonido con el CD, el chileno dice que aún existen empresas que editan vinilos con la alta fidelidad de los de hace 30 años.
El vinilo está viviendo su tercer ciclo de vida, según Bruno Carranza, coleccionista y organizador de la feria. En los 80 vivió su época dorada hasta que tuvo que enfrentar a un formato como el casete, en los 90 tuvo un nuevo auge hasta la irrupción del CD y desde el 2004 vive de nuevo.
“El resurgimiento parte de la nostalgia”, indica Carranza, también diseñador gráfico, quien valora el conjunto de portada, cancionero, fotos y el orden de las canciones. “El CD y el formato digital ofrecieron portabilidad a tal punto que la música se volvió intangible, ya ni siquiera ves los discos, ni siquiera los tocas”.