Las actrices Lovie Simone (izq.), Gideon Adlon, Cailee Spaeny y Zoey Luna conforman una hermandad de jóvenes brujas en la cinta de Zoe Lister-Jones. Foto: Imdb.con
La directora Zoe Lister-Jones formó su propio aquelarre para llevar a la pantalla grande ‘Jóvenes brujas: nueva hermandad’. Este es el ‘remake’ de la cinta de drama y terror que se estrenó en 1996, sobre cuatro brujas y las aventuras que viven mientras aprenden a controlar sus poderes.
Casi un cuarto de siglo después, Lister-Jones escribe y dirige un guion de drama y terror que, en líneas generales, replica ese argumento. Al mismo tiempo mejora el aspecto visual e incorpora sus propios puntos de vista sobre temas actuales, sin dejar de entretener a la audiencia juvenil.
Caille Spaeny es la actriz que interpreta a Lily, una adolescente que acaba de mudarse desde otra ciudad con su madre y entra a la secundaria como la extraña chica nueva. Allí se encuentra con Timmy (Nicholas Galitzine), el abusador que aprovecha un accidente para humillarla en clase.
Después de la bochornosa escena, Lily recibe la ayuda y el consuelo de Frankie (Gideon Adlon), Tabby (Lovie Simone) y Lourdes (Zoey Luna), tres amigas con poderes sobrenaturales. Ese acto de solidaridad crea un vínculo de amistad que se vuelve más fuerte cuando descubren que Lily tiene aptitudes para la magia y que está destinada a ser la cuarta hechicera del grupo.
La chica marginada deja de serlo cuando se siente aceptada e integrada al grupo, donde va descubriendo las bondades y los peligros de su magia. Pero la cinta va más allá y encara la singularidad como un rasgo de identidad. Asimismo, la unión de esas peculiaridades es una fortaleza de género.
En lugar de venganza, el aquelarre usa su poder para transformar la insolencia y el machismo en comprensión y empatía. Si bien hay momentos dramáticos alrededor de inesperadas confesiones y la pérdida de un amigo cercano, la película también aborda esta historia de crecimiento con varios episodios de humor y algunos momentos de tensión que se acercan al suspenso.
Hace 24 años, la cinta original ya demostró ser inclusiva con un elenco de distintos orígenes raciales. Ahora, la nueva versión da el siguiente paso e involucra a una actriz transgénero entre las protagonistas y, además, incluye a un personaje bisexual en la trama.
En ningún momento el filme se desentiende de su público y la directora maneja con buen ritmo y astucia incluso los temas más complejos.