En solo 10 meses, el proyecto de Bibliotecas Clemencia Moreno ha logrado activar 12 espacios dedicados al fomento a la lectura en niños y jóvenes, que viven en parroquias rurales del nororiente de Quito.
La iniciativa, un trabajo de voluntariado liderado por Clemencia Moreno, funciona a través de donaciones de libros, la mayoría de autores ecuatorianos, que son colocadas dentro de casas comunales e infocentros.
Después de recibir las donaciones, Moreno clasifica los libros y arma un lote que, en promedio, llega a los 700 títulos, entre títulos de narrativa, ciencia, historia, cuentos y poesía.
Entre los beneficiarios de estos proyectos están las parroquias de Checa, Nayón, Pifo, Tumbaco, Yaruquí, El Quinche, Tababela y la comuna de Lumbisí.
Moreno cuenta que consigue los libros y la contraparte, las autoridades de las parroquias y comunas, ponen la estantería y eligen el lugar en el que funcionará la biblioteca; un lugar de fácil acceso para la población.
La idea de este proyecto -asegura- nació de la necesidad de fomentar la lectura y el humanismo en las nuevas generaciones. “Las parroquias rurales de Quito son zonas en las que las personas no tienen acceso a una biblioteca”.
La aseveración de Moreno concuerda con la realidad que vive la Red Metropolitana de Bibliotecas, una institución que llegó a contar con 21 repositorios bibliográficos y que ahora solo tiene siete, solo tres de estas bibliotecas están en parroquias rurales.
La mayoría de estos espacios no tiene la infraestructura adecuada, una buena dotación de libros y ninguno cuenta con el servicio de préstamo externo, algo que sí brindan las bibliotecas que forman parte del proyecto de Moreno.
La Red Metropolitana de Bibliotecas cuenta con 87 mil libros, pero solo el 1% de todo ese fondo está custodiado y sin posibilidad de préstamos externo porque se trata de libros cuyo valor supera los USD 20.
Javier Cevallos Perugachi, director de Creatividad, Patrimonio y Memoria, de la Secretaria de Cultura, asegura que las bibliotecas son los espacios más desatendidos de la Red Metropolitana de Cultura.
“Estamos trabajando -dice Cevallos- para crear un sistema de préstamo de libros, pero también para que estos espacios se conviertan en pequeños centros culturales. Tenemos que aprovecharlas porque son la única infraestructura que la Secretaría de Cultura tiene en territorio”.
Frente a esta realidad, Moreno, que también trabaja como voluntaria en rescate de animales, asegura que seguirá trabajando para fomentar el amor por la lectura en los niños y jóvenes de las parroquias rurales de Quito. Otro de sus sueños -dice- es conseguir el apoyo para armar una biblioteca para el acceso a personas no videntes.