La Luna siempre ha sido motivo de admiración para el ser humano. Los científicos de distintos países se han interesado por el origen de este satélite natural de la Tierra.
Existen numerosas teorías sobre la procedencia de la Luna. Una de ellas, por ejemplo, afirma que el astro es hueco. Esta idea surgió cuando la tripulación del Apolo 12 dejó caer de manera intencional el módulo lunar sobre la superficie del astro el 14 de noviembre de 1969, según informa El Universal.
Los sismógrafos colocados en el satélite registraron un sonido, que expertos describieron como una campana porque resonó durante ocho minutos. Este hecho llevó a algunos científicos a especular que la Luna era hueca por el sonido prolongado con vibración luego de un pequeño impacto.
“La Luna no solo sonó como una campana, sino que todo el astro se tambaleó de forma tan precisa, que daba la sensación que había unos gigantescos amortiguadores hidráulicos en su interior”, dijo Ken Johnson, supervisor de las misiones Apolo de la NASA.
Meses después, a inicios de 1970, un grupo de investigadores rusos plantearon la teoría de “un satélite artificial puesto en órbita alrededor de la Tierra por seres inteligentes provenientes de una civilización altamente desarrollada”, que nada tenía que ver los seres humanos.
Shcherbakov y Vasin afirmaron en la revista Sputnik, publicada desde 1967 hasta 1997, que la Luna era una nave espacial gigante muy antigua, cuyo interior fue llenado de combustible para motores, materiales y herramientas para reparaciones, instrumentos para navegación, equipos de observación y todo tipo de maquinaria inimaginable.
“Todo lo necesario para que esta “carabela del universo” sirviera como una especie de ‘Arca de Noé’ de los extraterrestres, y tal vez, incluso como el hogar de toda una civilización que preveía una existencia prolongada de miles de millones de años y largos viajes por el espacio de miles de millones de kilómetros”, señalaron Shcherbakov y Vasin.
Los investigadores soviéticos advirtieron que la nave espacial alienígena debía estar protegida contra las colisiones de objetos interestelares. Para ellos, la superficie de la Luna, al igual que la estructura externa de una nave espacial, tenía que ser resistente para soportar los impactos de meteoritos y las fluctuaciones entre calor y frío extremos.
En cuanto a las peculiaridades químicas de las rocas lunares, los científicos indicaron que sus pares norteamericanos hallaron cromo, titanio y circonio.
“Todos ellos son metales con propiedades refractarias, mecánicas y anticorrosivas. Una combinación que tiene una resistencia envidiable al calor, además de la capacidad de soportar un entorno agresivo. Si hubiera que idear un material para proteger un gigantesco satélite artificial de los efectos desfavorables de la temperatura, de las radiaciones cósmicas y del bombardeo de meteoritos, los expertos probablemente habrían recomendado estos metales. ¿Acaso no fue la misma combinación que buscaron los diseñadores alienígenas para proteger a la Luna?”, cuestionaron los expertos rusos, de acuerdo con El Universal.
Además, los investigadores de Rusia descartaron el albergue de vida extraterrestre en el satélite. “No imaginamos que la Luna siga habitada, y probablemente muchos de sus dispositivos automáticos también dejaron de funcionar, como por ejemplo los estabilizadores. Aunque el satélite mantiene una misma cara girada hacia nosotros, desde hace algún tiempo se tambalea sobre su propio eje, mostrándonos en ocasiones parte de su reverso que antes era invisible para los observadores desde la Tierra”, argumentaron.
Para los científicos, el tiempo trascurrido hizo que la tecnología de la nave se descompusiera. “Tanto el fuselaje como los instrumentos se fueron desintegrado en cierta medida. Algunas costuras de la carcasa interior evidentemente se separaron. Por eso, suponemos que las largas cadenas de pequeños cráteres que antes se atribuían a la actividad volcánica se produjeron por erupciones de gas, a través de las grietas aparecidas en el blindaje y como resultado de accidentes”, explicaron.
Entonces, los expertos ahondaron en la suposición que el satélite estaba averiado y necesitaba reparaciones. “Los astrónomos descubrieron variaciones en los campos gravitacionales cerca de los grandes mares. Creemos que la razón es que los mares de la Luna son en realidad zonas en las que se arrancó la capa protectora del revestimiento de la armadura“, agregaron.
Shcherbakov y Vasin dejaron planteada su postura con una reflexión. “¿Qué es hoy la Luna? ¿Una colosal necrópolis, una ciudad de los muertos donde se extinguió alguna forma de vida? ¿O una nave abandonada por su tripulación y controlada de manera automática? A la espera de las pruebas definitivas, nuestra hipótesis puede parecer descabellada, pero creemos que las cuestiones que hemos planteado proporcionan suficiente sustento para una consideración seria sobre el asunto. El resultado puede ser el esclarecimiento de muchos enigmas lunares“, concluyeron los científicos rusos, según El Universal.