Los cálculos dentales (sarro) acumulados en los dientes cuentan, a través del análisis de su ADN, la historia de los cambios en la alimentación y forma de vida durante la prehistoria. Y cómo los antiguos microbiomas orales cambiaron en ese proceso.
Un estudio encabezado por investigadores de la Universidad de Padua (Italia), es publicado por Nature Communications. El documento recoge los resultados del análisis del microbioma oral (las bacterias de la boca) de 76 cálculos dentales procedentes de la Italia prehistórica.
Los análisis de ADN abarcan desde el Paleolítico superior (31000-11000 a.C.) al Neolítico (6200-4000 a.C.) y la Edad del Cobre (3500-2200 a.C.). Datos que combinaron con residuos de alimentos microscópicos, también encontrados en los restos de sarro, y con hallazgos arqueológicos.
El estudio permitió comparar los microbiomas de los cazadores-recolectores del Paleolítico, con los agricultores del Neolítico y la Edad del Cobre, que poblaron una misma zona restringida ubicada en Italia.
Cambios en la dieta
De esta manera pudieron identificar cambios en la dieta que van desde la dependencia de la caza hasta la introducción de la fermentación y la leche. Y, finalmente, la dependencia de los carbohidratos asociada a una dieta basada en la agricultura.
Los resultados demuestran, según escriben los investigadores, que la introducción de la agricultura afectó al microbioma oral de los humanos, apoyando la hipótesis de una transición gradual en las poblaciones investigadas.
El equipo pudo también relacionar los cambios en la microbiota oral con las pruebas de consumo de alimentos (fragmentos de comida en la placa) y de procesamiento de alimentos (residuos de alimentos encontrados en piedras de moler y restos de animales).
El ADN antiguo procedente del cálculo dental puede utilizarse para examinar el microbioma oral de los restos óseos humanos. Esto puede proporcionar información acerca de la dieta de un individuo.
Sin embargo, el microbioma oral es variable y también puede verse influido por la ecología y las condiciones de vida.
Eso puede explicar por qué el examen previo de los antiguos microbiomas orales a lo largo de la transición a la agricultura en Europa, ha producido resultados contradictorios
Pistas sobre la fisiología
Por otra parte el contenido de la última comida consumida por los primeros animales conocidos que habitaron la Tierra, hace más de 550 millones de años, ofrece nuevas pistas sobre su fisiología.
La biota Ediacara es el organismo de gran tamaño más antiguo del mundo y data de hace 575 millones de años. Los investigadores de la ANU (Australian National University) descubrieron que estos animales se alimentaban de bacterias y algas procedentes del fondo marino.
Los hallazgos revelan más sobre estas extrañas criaturas, incluyendo cómo eran capaces de consumir y digerir alimentos.
Los científicos analizaron antiguos fósiles que contenían moléculas de fitosterol conservadas –productos químicos naturales que se encuentran en las plantas- que quedaban de la última comida de los animales.
Al examinar los restos moleculares de lo que comieron estas especies, los investigadores pudieron confirmar que el organismo parecido a una babosa, conocido como kimberella, tenía boca e intestino y digería los alimentos de la misma manera que los animales modernos. Los investigadores afirman que probablemente era una de las criaturas más avanzadas de los ediacaranos.
Descubrimiento de animales
El equipo de la ANU descubrió que otro animal, que crecía hasta 1,4 metros de longitud y tenía un diseño similar al de las costillas impreso en su cuerpo, era menos complejo y no tenía ojos, boca ni intestino. En su lugar, la extraña criatura, llamada dickinsonia, absorbía el alimento a través de su cuerpo mientras atravesaba el fondo del océano.
El doctor Ilya Bobrovskiy, del GFZ-Potsdam en Alemania, autor principal del estudio, dijo que “nuestros descubrimientos sugieren que los animales de la biota Ediacara, que vivieron en la Tierra antes de la Explosión Cámbrica de la vida animal moderna, eran una mezcla de bichos raros, como el dickinsonia, y animales más avanzados, como el kimberella”.
Según el científico, estos animales ya tenían algunas propiedades fisiológicas similares a las de los humanos “y otros animales actuales”.
Tanto el kimberella como el dickinsonia, que tienen una estructura y simetría distintas a las actuales, son parte de la familia de biota Ediacara que vivió en la Tierra unos 20 millones de años antes de la Explosión Cámbrica. Este es un acontecimiento que cambió el curso de la evolución de toda la vida en la Tierra.
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