La icónica frase: “La pelota no se mancha”, la dijo Diego Armando Maradona un día como hoy, pero hace 21 años. Después de jugar su partido de despedida se subió a un pequeño escenario en medio de ‘La Bombonera’, el estadio de Boca Juniors, e improvisó un discurso en el que asumió sus errores y también dijo que el fútbol es el “deporte más lindo y más sano del mundo”.
Cuando Maradona lanzó esa frase, la corrupción en la FIFA era un secreto a voces. Sus funcionarios eran intocables y nadie se atrevía a cuestionar lo que pasaba en esta institución; la más poderosa y mediática del mundo deportivo.
Todo cambió en 2015, con la publicación de un reportaje de once páginas escrito por los periodistas Heidi Blake y Jonathan Calvert, del Sunday Times. Esa publicación fue la primera de una serie de notas en la que se demostró cómo varios funcionarios de la FIFA se habían involucrado en casos de sobornos, chantajes y corrupción relacionados a la elección de Rusia y Catar como sedes de los mundiales de fútbol de 2018 y 2022 respectivamente.
Sus investigaciones fueron reunidas en un libro y sirvieron como detonante para el ‘FIFAGate’; un caso de corrupción en el que catorce personas, entre ellas nueve asociadas con el órgano rector del fútbol mundial, fueron acusadas de fraude, crimen organizado y lavado de dinero.
Lo nuevo sobre su trabajo es el documental ‘Los hombres que vendieron la Copa del Mundo’. En la primera parte de esta cinta, los directores Daniel DiMauro y Morgan Pehme cuentan el minucioso trabajo de investigación que realizaron los dos periodistas y ponen frente a la cámara a Joseph Blatter, expresidente de la FIFA, a su antiguo jefe de prensa y a figuras del fútbol mundial, como Jurgen Klinsmann y Landon Donovan.
Estos testimonios y el trabajo de investigación de Blake y Calvert están acompañados de escenas en las que los directores juegan con la ironía y el humor negro.
Sin duda, uno de los momentos más surrealista del documental es el de Blatter, que niega haber sido parte de todo ese entramado de corrupción, parado en un podio, en una conferencia de prensa describiendo cómo la gente los mira: un grupo de genios malvados reunidos dentro de su guarida subterránea, igual a la del Dr. Strangelove, el villano de James Bond.
De Blazer a Chiriboga
La segunda parte del documental muestra cómo muchos exmiembros del comité ejecutivo de la FIFA y expresidentes de las distintas federaciones de fútbol de todo el mundo ayudaron a naturalizar la corrupción dentro de esta institución, hasta convertirla en una organización mafiosa.
Uno de ellos fue el estadounidense Chuck Blazer, exsecretario general de la Concacaf. Después de que el Servicio Interno de Impuestos comprobara que no había hecho declaraciones de impuestos durante 14 años, se convirtió en informante sobre los actos de corrupción dentro de la FIFA.
Blazer murió en 2017, sin haber cumplido un solo día de su condena, pero en el documental aparece su exesposa Mary Lynn, que reconoce que usaron el dinero que pudo servir para crear escuelas de fútbol en países en desarrollo para fiestas, comidas caras y viajes.
Otro que aparece en escena es Luis Chiriboga, el expresidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, implicado en los actos de corrupción de la FIFA; un personaje que en 2016 fue sentenciado por la justicia ecuatoriana a 10 años de prisión por lavado de activos.
Al final, el documental muestra que hay grupos de individuos poderosos en todo el mundo que se aprovechan de ese poder. Asimismo, que el crimen organizado no se limita a una familia mafiosa tradicional, sino a un grupo de personas que están asociadas y comprometidas en un patrón de actividad criminal a lo largo del tiempo.
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