El artista visual Jorge Apariccio se apropia y reelabora en una muestra el arte precolombino de culturas de la Costa. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Los figurines de cerámica precolombina de las culturas de la Costa son revestidas de modernidad en la obra del artista plástico Jorge Apariccio –Aparixio, según firma sus obras. Un hombre prehispánico luce lentes de carey rojos y otro se asemeja a un tsáchila colorado vestido con ropa actual, tapándose el rostro.
En otros casos son los colores pasteles en contraste con fondos fuertes o es la propia técnica la que distorsiona y altera la forma en trabajos que parten de negativos de viejas fotos de piezas arqueológicas de culturas ancestrales como la Jama Coaque, Chorrera y Valdivia, por ejemplo.
‘Diluido Pasado, Patrimonio Intangible’, exposición de Apariccio en el Museo Presley Norton de Guayaquil, reúne 29 obras de pequeño formato, piezas en pintura acrílica, lápiz y esmalte sobre papel. Los negativos de las fotografías fueron alterados en copias de papel, intervenidas y laminadas para su exhibición, trabajadas a manera de bocetos como una búsqueda personal del artista.
Las obras se exhiben sujetas a las cuerdas de cuatro paneles, junto a una vitrina con cinco piezas arqueológicas de la colección Museo Presley Norton que giran en torno a la sexualidad y a la fertilidad.
La muestra busca la apropiación y reelaboración del pasado a través de un lente actual, explica Apariccio, artista argentino apasionado por la prehispanidad, quien reside por 20 años en Guayaquil.
“La idea era usar esa creación y darle otra visión estética desde la actualidad. Traigo al presente ese valor creativo. Es una manera de mirar desde un punto diferente el pasado y apropiarte de ese pasado como hecho creativo”, indica.
Entre las obras destacan también coloridas representaciones de indígenas prehispánicos con grandes tocados, que semejan a personajes de las culturas mesoamericanas o aztecas, un posible vestigio del contacto entre los antiguos pobladores del Ecuador con México, a través de la navegación, dice el artista.
La historia de estas obras comenzó hace más de una década cuando Apariccio salía del antiguo museo del Banco Central del Ecuador (BCE) en el Puerto Principal y un guardia de seguridad le ofreció una funda que tenía como destino la basura, con decenas de negativos de piezas arqueológicas.
La funda estuvo por años olvidada en varios de sus talleres, hasta que se decidió por la acción de rescate y la intervención de un pasado que se diluía entre negativos de tomas fotográficas, un arte recreado y reinterpretado según el entorno existencial del autor.
Mariella García, arqueóloga y artista plástica, coordinadora de investigación de los repositorios arqueológicos del Museo Antropológico y Arte Contemporáneo (MAAC), destacó la obra deJorge Apariccio como una recuperación efectiva de fotografías de restos arqueológicos, de negativos tratados como desechos museísticos.
Presente, pasado y futuro se conjugan en una sola mirada ante varias figuras chorreras o jama coaques viviendo en un mundo contemporáneo, explica García.
“Las obras sugieren estampillas de pasaporte a otros universos, a otras esferas y vivencias del pensamiento (…). Allí se insinúan rituales, seres meditando, siendo, viviendo”.