La isla turística de Boracay, en Filipinas, tuvo que cerrar durante seis meses para recuperar sus ecosistemas. Foto: EFE
Atraer más turismo o conservar sus ecosistemas es el dilema al que se están enfrentando playas e islas alrededor del mundo. La llegada masiva e incontrolada de visitantes a zonas de importancia ecológica se ha convertido en un problema para varios de estos destinos, que han tenido que cerrar sus puertas, a pesar del ingreso que las actividades turísticas les generaban.
Maya Bay, conocida por sus aguas turquesas, arena blanca y fauna única en el mundo, convocaba cada día a alrededor de 6 000 turistas. Aunque cada año se la cerraba tres meses para que su ecosistema se recuperara, desde junio pasado se evidenció que este período no era suficiente. A finales del 2018, las autoridades decidieron cerrarla indefinidamente.
Esta playa tailandesa empezó a recibir más visitantes desde que se popularizó en el 2000, al ser el escenario de ‘The Beach’, protagonizada por Leonardo DiCaprio. Miles de personas empezaron a llegar a este lugar para lograr una foto en el mismo sitio en el que estuvo el actor. Esto, mientras sus cientos de lanchas provocaban daños en los arrecifes de coral, contaminaban el océano y llenaban la playa de basura.
Aunque el turismo representa el 12% de la economía del país asiático, sus autoridades debieron priorizar la conservación de esta zona. Seis meses después de este cierre, ya empezaron a regresar los tiburones que se habían alejado de estas aguas.
Manuel San Martín, miembro de Ocean Quest, explica que esta zona poco a poco se está recuperando. La organización de la que forma parte está asociada al departamento de conservación de parques nacionales de ese país para la restauración de arrecifes de coral. Dos veces por mes, San Martín acude a esta playa para hacer su labor. Hasta ahora se han plantado 18 000 fragmentos de coral en Maya Bay, lo que lo convierte en el proyecto más grande de la zona.
En este momento, el foco mundial de atención está puesto en esta playa, dice, pero hay otros lugares en el mismo país y en otras zonas del mundo donde se vive esta problemática y se están buscando soluciones para evitar que continúe avanzando.
A inicios de este año, el Parque Nacional Komodo, en Indonesia, también anunció que cerrará sus puertas temporalmente para aumentar el número de dragones de Komodo. Este es considerado el lagarto más grande del mundo y la reducción de su hábitat se ha convertido en una amenaza. La isla Boracay, en Filipinas, fue otro lugar que tuvo que cerrar durante seis meses, ya que llegó a tener hasta dos millones de turistas por año en un espacio de 1 000 hectáreas. La contaminación de sus aguas y el deterioro de la playa hicieron que se la bautice como “la cloaca”.
Ahora esta zona reabrió con un plan piloto para controlar la cantidad de ingresos de los visitantes y busca convertirse en el ejemplo de turismo sostenible para otros destinos populares de la zona.
Samanta Villegas, consultora ambiental, explica que se debe generar un equilibrio entre la capacidad de carga del ecosistema y el número de turistas que llegan. Para evitar futuros cierres en estos destinos, es necesaria la planificación y los estudios previos.
Villegas considera que, en la última década, en el Ecuador han proliferado pequeñas y grandes iniciativas turísticas que buscan causar un menor impacto sobre el ambiente. Algunos ejemplos, dice, son la reserva el Pahuma, Mandari Panga o Mashpi Lodge. Estos proyectos demuestran que se puede emprender una actividad económica que, además de generar ingresos y empleos, también fomente la conservación de los recursos y sensibilice a los visitantes a través de la educación ambiental.