Aladino, el cantante más importante de la rockola ecuatoriana.
Norberto Enrique Vargas Mármol, mejor conocido como Aladino, ha cantado en fiestas patronales y con las cuatro orquestas sinfónicas más importantes de Ecuador. Fue el primer cantante que introdujo en televisión nacional -en los 80- la música rockolera, de despecho, destinada a ahogar penas y pesares de los hombres de cantina. Y aún así, es abstemio.
¿En un universo paralelo su nombre artístico sería Alí Babá?
Sí, el problema es que me tocaba buscar a los 40 ladrones (ríe). Aladino fue lo primero que encontré y me gustó, lo escogí del Diccionario Larousse, porque mi nombre no sonaba a un cantante, luego de 44 años ha sido como tener una lámpara mágica.
¿Y de dónde viene este apelativo del ‘nene del chocolate’?
Ese es el nombre que usé para que no choque el locutor con el cantante. Luego de dar un segmento de publicidad al aire, decía (imposta la voz y habla rapidísimo): ‘Está hablándoles el nene del chocolate, libre de colesterol, recomendado por los médicos, ciento por ciento natural, el único chocolate que se derrite en tu boca y no en tus manos’. Tenía otro personaje de payasito. Ganaba 1 800 sucres. Cuando me hago artista me pagan
4 000 sucres la primera vez, por cantar 40 minutos.
¿En qué medida el Aladino payaso es impostura, un personaje?
Enrique Vargas Mármol cuida mucho a Aladino. Sí tú me dices Enrique Vargas soy tu eterno servidor, tu amigo. Pero si me dices Aladino ya te cobro (ríe a carcajadas). Enrique es en el fondo más serio, algo más introvertido en mis inicios, cuando nací como artista por los años 1977 y 1978.
¿El sombrerito y el atuendo refuerzan ese álter ego?
Estamos pensando en dejar ya el sombrero. Los sacos de colores fueron una estrategia para darle un color a la rockola, que no lo tenía en los años 80. Luego empecé a usar camisas serias pero con pantalones de colores rosa, tomate, rojo, amarillo, verde o turquesa y los hombres empezaron a tirarme besos en la calle…
¿Lo creyeron homosexual?
Me dijeron que era gay, que no lo soy; tengo cinco hijos. La gente que tenía años cantando no me aceptaba y peor cuando se dieron cuenta que nunca he tomado licor en mi vida. Voy a cumplir 66 años y no he tomado nunca, a pesar de que fui betunero en salones y cabarés. Viví ese mundo, pero como un chico trabajador. Hay que superar los atropellos para crecer.
¿Cuál debería ser nuestra actitud ante la crítica entonces?
La crítica debe forjarte y fortalecerte. Si te dicen que todo está bien, quizás nunca vas a conocer todas tus potencialidades, ni a llegar a donde podrías haber llegado. La idea es sumar, mejorar, porque nadie es perfecto. Y lo otro es la autenticidad, pero el buscar ser auténticos sin ir con poses por la vida. Ante la crítica destructiva, respirar profundo y seguir adelante.
¿Es el tono de su voz el que lleva a pensar que puede desafinar?
El color de voz hace parte del estilo. Y el estilo puede ser muy afinado, aunque no hay afinación perfecta en el mundo. La bendición mayor es que reconozcan tu estilo así cantes un pasillo o el himno nacional. Tengo ciertos dejes, canto con pecho y garganta, con registros altos que conservo a mi edad. A los que me dicen que canto desafinado, les respondo que cuando afino, no vendo.
¿No es cien por ciento afinado?
No. El propio Julio Jaramillo desafina. Uno escucha su hermoso color de voz, y de tanto escucharlo, ni te das cuenta. Ahora soy mucho más afinado que en mis inicios.
¿Cómo fue que un aparato se convirtió en un género musical?
La rockola es el aparato, pero siempre se puso allí la música de moda, todo tipo de géneros. Y la música de despecho siempre existió, marcaron una época Alci Acosta y Tito Cortés de Colombia o Lucho Barrios, de Perú, que cantaba valses y boleros también. En Ecuador nos antecedieron los rockoleros Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Lucho Bowen, el propio Carlos Rubira Infante escribió y cantó música rockolera.
¿Antes hubo un pasillo-ola?
Julio Jaramillo cantó música rockolera como uno de sus fuertes, aunque nunca dejó de cantar otros géneros, el pasillo entre muchos otros. ‘Cinco centavitos’ entra en lo que llamamos ahora rockola. O ‘Señora bonita’, de Leo Marini y las canciones del Trío Los Panchos, solo que era una rockola más clásica, señorial, más verso y poema. La otra rockola cortavena y cebollera -como le dicen en Chile, porque hace llorar- que cantamos con Roberto Calero, Kike Vega o Cecilio Alba se caracteriza por una marcación en clave que le da el bongó y se acompaña con guitarra, requinto, guitarra segunda, un bajo. Aladino la grabó hasta con 20 instrumentos en el disco y 80 músicos de la sinfónica.
A pesar de los prejuicios que existen frente a esta música, hace parte de la identidad popular…
Hay un público detrás de… Hay un público que se emociona con esta música en las urbanizaciones de la vía a Samborondón, donde vive gente de la clase más alta. Los ecuatorianos en el exterior la valoran mucho más. La rockola tiene un sitial en la identidad ecuatoriana. Tiene que ver con abandonarse al dolor, con tristeza y rabia, algo que suavizamos con el humor, porque a pesar de todo somos muy alegres también.
¿Donde se sintió más raro al cantar música rockolera?
Canté en la Sociedad Italiana Garibaldi en el 85, donde se realizan festivales de canto lírico en Guayaquil. Estaba acholadísimo, no sabía donde meterme, era el de la tez más oscura en el auditorio, y la mayoría del público eran mujeres, señoras. Y empecé a cantar ‘Madre, cariñito santo’, porque no me atrevía a otra cosa. Pero luego me dicen, señor Aladino ya queremos que cante súbame a marido (‘Asciéndeme a marido’) y esa canción donde menciona la mortadela y dice ráscame aquí que me pica (‘Penas’), jajaja y allí sí que se armó la fiesta.
TRAYECTORIA
Aladino, ‘El mago de la rockola’, fue pinchadiscos y locutor de radio, se ha desempeñado como actor y presentador de televisión. Como cantante ha grabado cerca de 400 canciones de diversos géneros y cuenta con más de 60 temas de su autoría.Introduzca el texto aquí
Esta entrevista se publicó el 29 de marzo en la edición impresa de EL COMERCIO.