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Tengo entendido que se ha impuesto el nombre que le puso su fundador el ilustre Benjamín Carrión: Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE). Como sentimos una extraña fascinación por desfigurar todo lo realizado con gran esfuerzo, inclusive se llegó a proponer un cambio substancial del nombre: Casa de las Culturas Ecuatorianas, como si lo ecuatoriano no englobara todas las manifestaciones culturales de los pueblos que habitan en el espacio geográfico llamado Ecuador.
Pensar en grande, en espacios que se extiendan más allá de la comarca o de la región, no es precisamente una característica de los pueblos iberoamericanos de origen español. En tanto que con el primer emperador, Pedro I, y su mentor José Bonifacio de Andrade e Silva, científico y enciclopedista, se iniciaba la consolidación de un enorme país, Brasil, nosotros nos bebíamos la sangre en luchas fratricidas que daban nacimiento a la creación de pequeños países, inmensos para los ojos miopes de los caudillos bárbaros. Entre ellos el venezolano General Páez, enemigo jurado de Bolívar.
Tanto en la teoría como en la práctica, en los países en los que la gestión pública responde a un pensamiento político desarrollado, prevenir las enfermedades es de incumbencia y responsabilidad del Ministerio de Salud Pública (MSP). Por presiones de los organismos internacionales y de las comunidades científicas, inclusive en los países de pensamiento político enanizado, prevenir los efectos devastadores de las deficiencias de yodo y de hierro ha sido definido como política de Estado. Los programas creados con tales propósitos han merecido, como no podía ser en otra forma, el apoyo de los gobiernos de turno o, al menos, también de agradecer, el que no permitieran que pongan sus manos los ignorantes o los irresponsables en tales programas. Así se mantuvo hasta hace poco el Programa Ecuatoriano de Control de los Desórdenes por Deficiencia de Yodo (PDDY), creado en 1985, de éxitos indiscutibles, y tanto como que desaparecieron de la patología nacional las endemias debidas a la deficienci
Del 20 al 23 del pasado mes de marzo tuvo lugar en Florianópolis, Brasil, el XV Congreso Latinoamericano de Tiroides. Dada la importancia del tema, toda una tarde estuvo dedicada al simposio: Eliminación de los desórdenes por deficiencia de yodo (DDY) en América Latina. La situación y los resultados de los programas nacionales de control de los DDY fueron expuestos en base a datos oficiales. ¡De Ecuador se carecía de información! El ecuatoriano Dr. Víctor Pacheco, representante del Consejo Internacional para el Control de los DDY, había solicitado tal información, con la antelación suficiente, al Ministerio de Salud Pública (MSP). El pedido de manos de la Ministra pasó a las de una subsecretaria, la cual lo endilgó a quien dirigía el Programa de Control de los DDY por medio de la yodación de la sal de consumo humano. La respuesta no llegó nunca o al menos hasta el momento en que el Dr. Pacheco tomó el avión .
Fueron los soldados de la Compañía de Jesús, fundada por el Capitán Ignacio de Loyola, quienes en sus recorridos por los confines del Nuevo Mundo tuvieron conciencia de que se hallaban ante un portento: el encuentro entre la Edad de Bronce en casos y hasta en la Edad de Piedra en otros, con el Renacimiento español, la Edad Moderna. Procedieron en consecuencia, guiados por la luz del entendimiento.
Posiblemente, con el ex presidente Bush, Venezuela debió estar a un paso de ser invadida. Menos mal que al hijo tonto se le vio desconcertado y llegó a la Presidencia Barack Obama, con quien las corporaciones ya no tenían acceso al Pentágono como para armar una farsa colosal como la que justificó la invasión a Iraq. Debió llegarse a un acuerdo 'civilizado': la no intervención a cambio de la seguridad de que el petróleo venezolano continuaría alimentando la voracidad energética imparable de la industria norteamericana. Se diera o no aquel acuerdo, sobre el régimen del comandante Chávez pendía la espada de Damocles. Contar con unas FF.AA. que al menos resistieran unos días, hasta tanto los pozos de petróleo fueran cegados, debió ser una política de Estado. Fueron millones de millones de petrodólares los que se invirtieron con tal propósito.
Los nacionalistas latinoamericanos estamos de luto. Falleció Hugo Chávez. No hay un solo país en el inmenso espacio que no recuerde alguna ofensa, algún despojo o alguna arbitrariedad por parte de los grandes imperios que se consolidaron en el siglo XX luego de las dos guerras mundiales.
Patricio López-Jaramillo fue mi alumno en la Facultad de Medicina de la Universidad Central. Me considera uno de los maestros que ha tenido en su larga formación en importantes claustros de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Debo agradecerle. Ha llegado a ser una figura de reconocido prestigio internacional. Hace 17 años comprendí que nuestro país perdía a un promisorio científico cuando decidió aceptar la dirección de investigaciones del Instituto de Cardiología de Bucaramanga, Colombia. Su país de origen lo que le ofrecía no daba ni siquiera para cubrir las necesidades básicas de su pequeña familia, aparte de que las investigaciones sistemáticas que iniciaba sobre hipertensión arterial le suponían vencer resistencias de todo orden. En Bucaramanga halló el piso y el techo, un ambiente fraterno, que requería para desarrollar todas sus potencialidades. Con fondos colombianos y becas de investigación (grants) que obtenía de fuentes extranjeras, las investigaciones de López-Jaramillo
Una suerte de decantación significan los resultados de las últimas elecciones. Para Álvaro Noboa y Lucio Gutiérrez el final de trotes políticos que respondían a ensoñaciones. Que el prestigio de Paco Moncayo no le haya valido para llegar a la Asamblea Nacional, da la medida que el mensaje impreciso de Ruptura no llegó ni a los electores jóvenes y quedará para el recuerdo. Del pastor tengo entendido que ni sus feligreses votaron por él, eso sí, los últimos seguidores de la familia Bucaram, cuya nueva generación no da como para tener el menor optimismo. No hablemos del talentoso Mauricio Rodas hoy por hoy. La caída de 'la izquierda infantil' ha sido lapidaria. Los pequeños burgueses revolucionarios del MPD ya no tienen quién les siga. El pensamiento arcaico del economista Acosta no fue digerido ni por los de Pachakutik, movimiento que por lo menos tendrá cierta presencia en la Asamblea. Es el fin del socialismo dogmático, el de esa izquierda que no logró situarse en la realidad de los pu
Es el calificativo que le corresponde –enanizado-, al pensamiento político, es decir a las ideas políticas de quienes se presentan como candidatos a ocupar la Presidencia de la República, en oposición a Rafael Correa, el presidente-candidato.
Sobresaliente la presencia enla historia nacional de quienes por vocación se dedicaron al ejercicio de la medicina, comenzando por el ilustre Dr. Eugenio Espejo. La lista, numerosa, a la que se suma en estos días Gustavo Vega, psiquiatra cuencano. Como el Dr. Vega es de aquellos estudiosos que no paran se le dio por hacer un masterado en la Pablo de Olavide, en Sevilla, una de las buenas universidades europeas. Su disertación, previa a la obtención del título de Máster Oficial de la Unión Europea, en Historia de América Latina, lleva como título “Historia y Psiquiatría. Imaginarios y expresiones sobre la locura. Quito y Cuenca: cuando la sociedad enloquece. Personajes y episodios delirantes de la historia en la Colonia, la Independencia y la República”. Tal disertación llega a mis manos en preciosa edición, con sus cinco fascículos, publicada en Quito a finales del año pasado. Obra admirable con la que se demuestra una vez más que para investigar un tema importante es menester hallarse
Es de Alfred de Vigny, francés, la frase que publicó EL COMERCIO: “Ciudadano verdaderamente libre es aquel que no depende del Gobierno ni le debe nada”. Hasta hace poco, millones los que en nuestro país no le debían nada al Gobierno de turno ni dependían de él. Siempre los mismos en el poder. Siempre los mismos utilizando los recursos del Estado en su propio beneficio. Pocos, en relación al resto, los que no eran verdaderamente libres… (!). ¡Una isla de paz la ecuatoriana! Ni qué decir tiene que el fracaso del socialismo en los trópicos y páramos latinoamericanos encuentra explicación en que éramos un espacio de hombres libres, eso sí abandonados de la mano de Dios.
Para cuando José Mujica llegó a la presidencia del Uruguay tenía 75 años. Un patriarca de las que fueron filas revolucionarias que pasó de la madurez a la senectud manteniendo esa lucidez que le ha permitido, según dicen, no necesitar nada más que lo indispensable para hallarle gusto a la vida.
Vivir unos años más de la cuenta, como es mi caso, un privilegio. “Vivir para contarla” le significó a García Márquez escribir su autobiografía que lo fue dejando para mañana cuando sus actividades eran un torbellino que se le escapaba de las manos.
Bien hizo el Presidente en no prestarse a debatir con los otros candidatos. Lo hará con quien quede para una segunda vuelta, bastante improbable.
De bochinche en bochinche, de revolución en revolución, así ha sido la historia de la Sudamérica española: la de “las republiquetas” de Bartolomé Mitre, argentino. Espacio de los sueños de quienes no se resignaban a ser ‘insignificantes’. Eso de soñar: el que también participemos de las modernidades que iban sucediéndose. El que también entre nosotros tuvieran cabida tanto las utopías del rabí de Galilea como las de Carlos Marx.
Hay lecturas que me dejan compungido. El colmo, cuando para mi desconcierto me cuesta leer el párrafo final velados como se hallan mis ojos por una nube que me cuesta admitir que son lágrimas. Desde siempre, pese a que de sentimental tengo bien poco, asegurándome así que no es cosa de la edad. Agregaré que es la novela histórica el subgénero que prefiero. Entre otras razones porque el concurso de la ficción lleva a la posibilidad de explicarnos mejor el comportamiento de personajes que pasaron a la historia de la mano de su condición humana.
En este espacio, en dos artículos de opinión manifesté inconformidad con lo que se había decidido: la creación de un Instituto Nacional de Salud Pública e Investigación (Inspi) en reemplazo del que fue prestigioso Instituto Nacional de Higiene y Medicina Tropical Izquieta Pérez, el nombramiento de un director sin calificación alguna para tal responsabilidad y fue quien dispuso que las investigaciones que se realizaban en el Izquieta Pérez sobre patologías tropicales quedarían relevadas para dar paso a otras sobre cáncer, hipertensión arterial y diabetes. Cuotas políticas en un instituto de investigaciones me parece inaceptable al igual que no estuviera conformada por especialistas calificados la comisión encargada de aprobar y financiar proyectos de investigación.
Es tal la trascendencia de elegir a quien será el hombre más poderoso de la aldea global como que millones de ciudadanos del mundo entero participamos en tal contienda electoral vía ‘mental mail’. Mi voto fue por Barack Obama.
Está bien que señale que cuando se habla de investigación científica tal calificación alude a las investigaciones sistemáticas que se realizan sobre temas importantes, las cuales demandan tiempo, apoyo permanente de una institución, se cuenta con los recursos necesarios y los responsables son investigadores plenamente capacitados para llevarlas a cabo. En un país como los Estados Unidos, en el que sus universidades realizan investigaciones de gran nivel, es el Instituto Nacional de la Salud el que realiza investigaciones sobre temas prioritarios como el cáncer. Una parte significativa de los fondos federales son destinados a financiar las investigaciones que se realizan en los institutos nacionales.