Tanto en la teoría como en la práctica, en los países en los que la gestión pública responde a un pensamiento político desarrollado, prevenir las enfermedades es de incumbencia y responsabilidad del Ministerio de Salud Pública (MSP). Por presiones de los organismos internacionales y de las comunidades científicas, inclusive en los países de pensamiento político enanizado, prevenir los efectos devastadores de las deficiencias de yodo y de hierro ha sido definido como política de Estado. Los programas creados con tales propósitos han merecido, como no podía ser en otra forma, el apoyo de los gobiernos de turno o, al menos, también de agradecer, el que no permitieran que pongan sus manos los ignorantes o los irresponsables en tales programas. Así se mantuvo hasta hace poco el Programa Ecuatoriano de Control de los Desórdenes por Deficiencia de Yodo (PDDY), creado en 1985, de éxitos indiscutibles, y tanto como que desaparecieron de la patología nacional las endemias debidas a la deficiencia de yodo, una vez que más del 90% de la sal era yodada y la consumía un porcentaje similar de la población. Logros dignos de mencionarse con solo recordar que fue Guatemala, por presiones y el prestigio del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá, uno de los primeros países latinoamericanos (años sesenta del siglo pasado) que contó con sal yodada y los DDY cayeron en picada. Vinieron los ignorantes y los irresponsables, prácticamente desapareció la sal yodada y los DDY volvieron a ser uno de los caballos del Apocalipsis especialmente en los desventurados indios guatemaltecos.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud “la deficiencia de yodo es reconocida actualmente como la principal causa de discapacidad humana que puede ser prevenida”. Prevenibles, discapacidades como la severa deficiencia mental, sordera, mudez y sordomudez, diplejía espástica que hasta imposibilita la deambulación, incremento del hipotiroidismo neonatal que lleva al retardo mental irreversible.
Disuelto, en octubre de 2011, el Comité Técnico de Apoyo al Programa de Control de los DDY, todo vino por añadidura: el comienzo de lo que aconteció en Guatemala. Con un añadido desconcertante: a tiempo que se iniciaba tal desastre, en el MSP se daba inicio, con un empeño ejemplar, al Programa de Tamización del Hipotiroidismo Neonatal, por el cual a los niños a poco del nacimiento se les determina una hormona, la TSH, con el fin de detectar oportunamente dicho hipotiroidismo, iniciar el tratamiento y así prevenir el retardo mental.
¿Se les habrá escapado tal contrasentido a los responsables del MSP? Siendo el más importante el de la prevención de los DDY, los dos programas hasta pueden complementarse. El presidente Correa, la Academia y los organismos internacionales tienen la palabra.