Seguramente en este tiempo de redes sociales, ‘trending topic’ y encierro, casi todos ustedes sabrán a qué me refiero con el título de esta columna, pero es posible que alguien no sepa de qué hablo, por eso lo describiré. La semana pasada se distribuyó con la rapidez que la tecnología lo permite, un video en el que dos jóvenes, cubiertos con mascarillas, increpaban a un grupo de personas que distribuían alimentos en una zona de Quito. Uno de ellos, quien habló, les acusaba básicamente de propagar el virus, de hacer algo ilegal, afirmaba que, quienes realizaban esa labor, estaban ocupando “su” vereda y calle, mientras se comunicaba -aparentemente- con la Policía por su teléfono, haciendo menciones un tanto confusas sobre la ley y la autoridad. Una actitud que, además de demostrar un grave desconocimiento sobre la ‘propiedad’ de los espacios públicos, era descomedida y prepotente. Una actitud claramente reprochable, empeoró con videos posteriores en los que trataban de justificar, de forma bastante extraña su actuación, sin disculparse o mostrar algún arrepentimiento por lo hecho. Todo mal, sin duda; pese a que a muchos nos puede molestar la forma en que las redes sociales hacen su trabajo de escarnio y demolición, con su multiplicación de ‘memes’ y etiquetas que se adaptan a las imágenes, bromas y lenguaje de las diferentes redes, en esa búsqueda de momentánea popularidad y ‘likes’ o ‘reply’, sabemos que es un signo de este tiempo.
Aquí empieza la segunda parte de esta historia, cuando quienes, aprovechando la legítima indignación social, a su vez hacen gala de su prepotencia, resentimiento acumulado, desprecio y prejuicios. La etiqueta que se volvió famosa es ‘lady vereda’; ya saben eso de ‘lady’ y ‘lord’ es copiado de las redes sociales mexicanas, se usa para identificar a quien realiza una acción prepotente o tiene una actitud de superioridad, pero en este caso el ‘lady’ es usado en referencia a lo femenino como forma de insulto o de menosprecio; además, en este caso buscaban subrayar lo que muchos consideran un comportamiento alejado de la idea dominante de masculinidad. También, a partir del video, se extendió una explicación que recoge una suerte de ‘lucha de clases’; los ‘aniñados’ versus lo popular, los unos prepotentes, los otros solidarios; así, acciones individuales transformadas en una característica que comparten todas las personas con algún rasgo común, ropa, lugar de estudios, etc., un estereotipo perfecto. Si algo hemos constatado en estos tiempos de aislamiento social y pandemia es que la prepotencia y el egoísmo está en todas partes, en todos los niveles sociales, estas duras semanas han desnudado la extensa falta de solidaridad y la poca civilidad de muchos, es decir del irrespeto a reglas mínimas de convivencia, poniendo en evidencia la incomprensión de los límites de lo individual en el contexto de una vida en comunidad. Lo hecho por los jóvenes, y luego lo hecho contra ellos, retrata bastante bien algunos de nuestros peores defectos como sociedad.