La violencia tiene un efecto paralizante que agrava la crisis

Un médico que pidió guardar su identidad en el anonimato relató a este Diario para un informe publicado el reciente domingo, que ha optado por usar chaleco antibalas y salir con resguardo policial para atender a pacientes. El profesional labora en la provincia de Esmeraldas, una de las zonas del país en que la violencia se ha desatado con mayor fuerza en los últimos años.

El caso puede parecer extremo, pero refleja cómo las acciones delincuenciales están cambiando la vida cotidiana en Ecuador, lo que a la larga afecta a muchas actividades. Los propios habitantes de la llamada ‘Provincia Verde’ hablan del efecto negativo que tienen en el turismo el incremento de homicidios y robos cometidos incluso en lugares de alojamiento considerados en términos generales como exclusivos y seguros.

Y en otros puntos del país, incluidas las dos mayores ciudades (Quito y Guayaquil), no es extraño escuchar casos de comercios que se cierran o cuyos propietarios se mudan a otras zonas ante la presión de bandas que exigen el pago de dinero (‘vacunas’) a cambio de supuestamente brindarles seguridad. Asimismo, los dueños de negocios que atienden habitualmente en las noches mencionan la reducción de clientes ante el temor de las personas por la acción nocturna de los hampones.

Aquello conlleva, aunque pueda sonar fatuo frente a la importancia de preservar la vida, a una inmovilidad social que afecta al entramado económico y causa pérdida de empleos y, también, de ingresos a grandes, medianas y pequeñas empresas.

Datos de los organismos multilaterales señalan que la proliferación de la violencia tiene un impacto equivalente al 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB) anual de un país, lo que en el caso de Ecuador representa unos USD 4 000 millones.

Esto, en un contexto de crisis generalizada como la que vivimos, significa menos ingresos para las personas, también menos tributos para el Estado y, consecuentemente, menos recursos para cubrir los ya deficitarios servicios sociales. Es decir que la violencia agrava la crisis del país y por eso debe ser combatida.

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