El lunes pasado, este Diario publicó un reportaje sobre el tiempo que se puede pasar en un vehículo en Quito. Son 173 horas al año en un automóvil. Se trata de una cifra demasiado alta y que repercute en la vida de los ciudadanos. La agresividad y el irrespeto en la conducción es una constante; en consecuencia, se pierde el sentido de la convivencia y los niveles de estrés son muy altos. La capital, desde hace más de dos décadas, ha dejado de ser una ciudad amable.
Toda gran capital tiene problemas de tránsito y las congestiones suelen ser terribles, como Buenos Aires, Santiago de Chile o Ciudad de México. Se dice mucho que el problema de Quito es que no se puede confiar en su sistema de transporte por el mal servicio, desde el estado de las unidades, la inseguridad y hasta porque tiene solamente una lógica: mira la ciudad como una línea que cruza de norte a sur, se olvida que hay un occidente y un oriente. Pero también es una verdad a medias, porque el 70% de la población se traslada en servicio público.
Los comentarios en redes sociales a la nota periodística apuntan mayormente a la falta de planificación. Son más de dos décadas en que el Cabildo busca formas de solucionar este problema y no lo logra. Además, varios proyectos que se han presentado no han recibido el apoyo de algunos barrios que se verían afectados. Muchas veces tienen razón y otras no. Se urge a gritos soluciones, pero que no afecte para nada el lugar en donde se vive.
Las intervenciones en la urbe para mejorar el estado de sus vías y que permita un tránsito más fluido son obviamente loables, pero ha sido recurrente a lo largo de los años que no se presentan alternativas eficientes ni agilidad para terminar las obras. Ahora, por ejemplo, los pobladores del valle de Tumbaco o los que llegan el aeropuerto tienen un serio problema cuando pretenden subir a Quito. A la reparación de la avenida De los Conquistadores, único acceso a la ciudad por la tarde, no se presentó alternativa alguna. El túnel Guayasamín sigue en contraflujo exclusivo. Los que suben tendrán que desviarse a distancias que prolongan los viajes a al menos 30 minutos más de lo normal.