Durante el tratamiento de la ley para la despenalización del aborto, en la Asamblea Nacional se pusieron de manifiesto visiones que rebasaron los elementos jurídicos y políticos que, normalmente, se ponen en juego a la hora de aprobar un proyecto. Cuando las bancadas dejaron a sus miembros que decidieran libremente su voto, quedó claro que en el delicado tema iban a jugar un papel preponderante las visiones personales de los legisladores, especialmente sus criterios religiosos sobre la interrupción del embarazo.
El asunto se zanjó reduciendo el tiempo de gestación para que un aborto no sea ilegal. En definitiva, un término medio entre lo científico y lo religioso, que alcanzó apenas los votos necesarios para convertirse en ley, una que ahora deberá ser revisada por el Presidente de la República para su aprobación final o su veto.
En medio del trámite hubo críticas y apoyos a ambos ‘bandos’ de los legisladores, unos con una visión favorable a poner menos trabas para que se ejerza la interrupción del embarazo en caso de violación; y otros con reparos, en general, a que aquello quedara autorizado en una ley. Mas esas visiones, acaso, están representando lo que ocurre en la sociedad frente al tema.
Es esta una oportunidad para abrir una reflexión interna, en principio, y un debate familiar y social después, sobre un asunto tan delicado. La aprobación de esta ley, por la manera en que se tramitó y por los términos en que quedó, obliga a los ciudadanos a afrontar el tema, a conocerlo mejor, a entender y valorar todas sus aristas y así contribuir a su mejor discusión que, claramente, no termina en la votación de ayer en la Asamblea.
Hay elementos claves para tomar en cuenta, en busca de esa comprensión amplia. Uno es la violencia contra las mujeres, contra las niñas y las adolescentes. La ley trata de la interrupción de embarazos que son producto de una violación. Aquel es un contexto crucial del que cada persona y los representantes políticos deben informarse a fondo, para tener elementos de análisis que vayan más allá de su propia realidad y formación. Las instituciones educativas tienen mucho que aportar en este campo.