La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) realizada este año concentró su atención en tres grandes temas: la crisis climática, los efectos de la pandemia y el futuro de Afganistán. En ese contexto, también fue el momento para aglutinar -en citas paralelas- nuevos compromisos alrededor de las grandes preocupaciones que aquejan principalmente a los países menos desarrollados.
Líderes del mundo se han comprometido a transformar la forma en la que se producen, procesan y consumen los alimentos, con el objetivo de acabar con el hambre, erradicar la desnutrición, promover dietas más sanas y contribuir a minimizar la afectación del planeta. En la primera Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios el mensaje fue contundente: alimentar a toda la humanidad y proteger el medioambiente.
Frente a la crisis climática, gobiernos y empresas del mundo también se comprometieron a aportar más de USD 400 000 millones, para el desarrollo de las energías renovables y mejorar el acceso a la electricidad y a las tecnologías limpias para cocinar.
Los acuerdos puestos sobre la mesa por los gobiernos incluyen proporcionar energía segura a más de 166 millones de personas en todo el mundo, mientras que las empresas han prometido llegar a otros 200 millones de individuos, y fundaciones y asociaciones también anunciaron que buscarán acuerdos para que otros varios cientos de millones de personas accedan a esta energía.
Como colofón al encuentro de Naciones Unidas también surgió la propuesta de impulsar una gran cumbre de derechos humanos, para el 2028, 35 años después de la última organizada por la ONU, con el fin de que estos deben colocarse nuevamente en el centro del nuevo orden mundial.
El septuagésimo sexto período de sesiones de la Asamblea General de la ONU concluye este lunes. Las lecciones que deja este encuentro estarán marcadas por la ejecución de planes y compromisos efectivos en la pospandemia. La meta es garantizar una recuperación ecológica y equitativa e implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.