El alto nivel de endeudamiento estadounidense se conjuraba con los acuerdos de los partidos Republicano y Demócrata (en el Gobierno) para romper el techo aconsejado y dar paso a otras medidas compensatorias.
La factura política probablemente la pagará Barak Obama en las próximas elecciones presidenciales. Pero el Gobierno demócrata acumula las multimillonarias cuentas pendientes por una intervención militar en Oriente Próximo, tan costosa, como lejana, sangrienta y hasta inútil.
A la aventura guerrerista inspirada en esa vocación de gendarme planetario que se autoimpone EE.UU. hay que sumar los pruritos republicanos frente al tema de impuestos y las obligaciones crecientes en materia social que el propio gobierno de Obama ofreció.
El tratamiento de la deuda llegó a un escenario ya de suyo nervioso. No hay que olvidar que hace poco EE.UU. ya sacudió el tablero con la burbuja inmobiliaria. Hoy, la economía europea afronta las crisis de desequilibrios fiscales e irresponsables manejos de varios países como Grecia, España, Portugal, Irlanda y hasta Italia. Las bolsas se ponen nerviosas y las acciones caen. La crisis llega a productos con precios volátiles como el petróleo y en ese juego entran los intereses de Ecuador. Las exportaciones pueden verse afectadas por la crisis en un mundo globalizado y una economía interdependiente.
Los responsables económicos se reúnen al cobijo de Unasur. Más allá de señalar la culpabilidad del norte deben encontrar soluciones imaginativas. En Ecuador quizás sea hora de aplicar políticas sensatas y austeras, y de revisar los efectos de la crisis en las exportaciones, las importaciones, la política crediticia y las inversiones.