Con el juicio reciente a Correa se repite el libreto de la defensa política que se esgrimió en el caso Glas; la defensa jurídica se pone al servicio de la campaña de comunicación, interna y externa, presenta al caso como una venganza política y cuestiona todo el proceso sosteniendo que se lo lleva sin garantías, plagado de irregularidades y que no existen pruebas para las condenas. El libreto del “lawfare” implica la repetición hasta el cansancio de frases como “todos saben que este juicio está lleno de irregularidades”; “la Fiscal no actúa con independencia, eso es de conocimiento público”; “no existe prueba alguna”; “aquí no existe justicia, las instancias internacionales dirán que es inocente”.
Podría llenar esta columna de afirmaciones parecidas que se han hecho en este tiempo, sin embargo, me parece más importante recordar que lo revelado en el juicio dejó en claro una trama de corrupción muy grave, corrupción que no ha sido negada por los sentenciados, quienes señalan a Pamela Martínez y a su asistente como únicas responsables. Sustenta, sin embargo, en la poco creíble versión que tenían el poder para conseguir que los empresarios les entregaran dinero para la campaña política del partido del ex presidente, dinero relacionado a contratos para obras públicas que ella no asignaba ni controlaba y sobre cuyos pagos no podía decidir. Son tantos y tan variados esos contratos que difícilmente estas prácticas podían darse sin intervención de autoridades del más alto nivel.
Los condenados, sus abogados y partidarios, repiten el libreto de la supuesta falta de pruebas, de que uno de los tres jueces es temporal y, con el paso de los días, ahora dicen que han sido condenados con un tipo penal distinto al de la acusación. En la versión más reciente, se dice que debido a que uno de los jueces, luego de pronunciada la sentencia y antes de que esta sea notificada por escrito, dio una entrevista, configura un prevaricato, demostrando su parcialidad y por tanto que el juicio está comprometido de forma definitiva.
Existe una indiscutible necesidad de que los procesos judiciales sean llevados respetando todas las garantías, que cualquier decisión que afecte un derecho sea resultado de juicios llevados por jueces imparciales y que toda decisión se base en juicios donde se puede ejercer el derecho a la defensa, se presenten pruebas actuadas debidamente, se motiven de forma correcta las decisiones y se apliquen adecuadamente las normas. En este caso, la estrategia estuvo muy clara desde el principio, causar mucho ruido alrededor del juicio; al fin, al Sr. Correa y sus partidarios poco les importa la verdad, para ellos lo trascendente es acumular puntos en el mundo de la comunicación; les parece poco relevante el que se haya demostrado la existencia de una corrupción muy profunda durante su gobierno, la idea será sostener que Correa es inocente. La verdad, como ha pasado desde que él llego al terreno de la política, no es importante, lo importante son las percepciones.