Este 10 de agosto de 2024, al conmemorar los 215 años del histórico Primer Grito de Independencia, es importante y necesario honrar a los valientes compatriotas que nos inspiran a seguir luchando por este hermoso Ecuador. Entre estos héroes modernos, destacamos a nuestros deportistas, quienes con su gran esfuerzo han puesto el nombre de Ecuador en las alturas del reconocimiento mundial. También es justo reconocer a los ciudadanos como Usted y como yo que, con nuestro arduo trabajo diario, contribuimos al progreso de nuestra nación.
Desde el Primer Grito de Independencia a los ecuatorianos, casi a diario, nos ha tocado seguir dando gritos: La mayoría de nuestros gritos han sido de frustración, enojo, y rabia. Y es que cómo no gritar en un país que, muchas veces, parece ser sinónimo de problemas y desesperanza. Cómo no gritar en un país donde uno de los principales productos de exportación son nuevamente nuestros compatriotas. Cómo no gritar cuando viles delincuentes nos roban lo que con tanto esfuerzo hemos conseguido y, a veces, inclusive nos arrebatan hasta la vida. Cómo no gritar cuando en campaña política aparecen varios candidatos a salvadores de la Patria, y cuando son elegidos los únicos que se salvan son ellos a costa de hundirnos a los demás. En medio de tantos gritos de amargura, por fin hemos podido dar, como pocas veces, un grito de alegría, un grito de esperanza, ¡un grito de orgullo por esta Patria!
En estos días magníficos para los ecuatorianos, nuestros corazones se han hinchado de orgullo y nuestros rostros brillan con una amplia sonrisa al presenciar los triunfos históricos de nuestros deportistas en los Juegos Olímpicos de París 2024. Sus victorias nos han hecho gritar de emoción, hasta casi perder el aliento. Algunos, inclusive, desbordados por tanta emoción, hemos llorado de alegría al ver a nuestros compatriotas triunfar. Y es cómo no emocionarse y derramar lágrimas cuando un ecuatoriano triunfa, haciendo flamear nuestro tricolor patrio en lo más alto, y consiguiendo que nuestro himno nacional resuene en todo el mundo. Estos triunfos refuerzan nuestro orgullo nacional, recordándonos que somos un pueblo capaz de grandes hazañas. Después de haber gritado y llorado por tantas amarguras, por tantas derrotas, por los múltiples problemas que nos aquejan, ya nos merecíamos una gran dosis de triunfo, un triunfo que nos motiva e inspira a pensar en cosas más grandes.
Pero sería injusto centrarnos solo en los deportistas que han alcanzado la gloria en la competición. También hay que destacar el esfuerzo de aquellos deportistas que han cumplido disciplinada y responsablemente con su participación en los Juegos Olímpicos. En una competencia no todos pueden alcanzar los tres primeros lugares: Una amplia mayoría de los deportistas se queda fuera del pódium, no por falta de esfuerzo, necesariamente, sino porque hay otros que lo hicieron mejor el día de la competencia. De hecho, un buen (o mal) resultado no solo depende de factores que podemos controlar, sino también de factores externos que están fuera de nuestro alcance. Para los deportistas que han hecho su trabajo a cabalidad, que soñaban, y lo dieron todo para regalarnos una alegría, sepan que lo han conseguido: Los ecuatorianos reconocemos y valoramos su gran esfuerzo y nos identificamos con Ustedes.
Y es que cómo no identificarnos con aquellos compatriotas que dan su máximo esfuerzo con la esperanza de alcanzar un resultado positivo. Cómo no identificarnos con aquellos ecuatorianos que no ponen excusas para hacer responsablemente lo que les corresponde. Cómo no sentir admiración por aquellos ciudadanos que, en sol o lluvia, en el día o en la noche, a diario, incluyendo fines de semana y días festivos, trabajan arduamente para salir adelante, y no se amilanan ante lo duro de las circunstancias. Cómo no sentir respeto por aquellos como Usted o como yo que hacemos nuestro trabajo responsablemente, y nos sentimos gratificados y honrados de lo que ha sido bien conseguido. Cómo no destacar las ganas, el coraje, y la determinación de aquellos que no se dejan vencer por los vicios o males de la sociedad, y eligen luchar para ser personas de bien. Ellos, Usted y yo, a pesar de que no recibimos medallas o trofeos materiales, también somos ecuatorianos ganadores porque vencemos los problemas, y con nuestro gran esfuerzo contribuimos para tener un mejor Ecuador.
Que la emoción, orgullo, lágrimas, y gritos de alegría que exteriorizamos en estos días sean el combustible para seguir luchando por un mejor Ecuador. Que estas satisfacciones renueven nuestra esperanza para tener un futuro próspero. Que las hazañas de todos nuestros compatriotas nos recuerden que ¡SÍ PODEMOS! Que el sentimiento de la victoria nos unifique a todos los ecuatorianos en un solo puño. Que lo conseguido en el pasado y en el presente sean los cimientos para edificar un Ecuador sólido. Que la sangre derramada por nuestros héroes en múltiples batallas valga la pena, porque ellos cerraron sus ojos con la esperanza de tener un país grande, y es nuestro deber cumplir su deseo: Volver a ser la Luz de América. A seguir luchando para tener una Patria en la que sea un privilegio haber nacido, y no una condena. A poner nuestro mayor esfuerzo, ganas y coraje para independizarnos de la derrota, y vivir la libertad del éxito y la plenitud. En este 10 de agosto de 2024, por todo lo bueno que hemos alcanzado, por lo mucho que hay por hacer, y por sentirnos orgullosos de haber nacido en esta Patria hermosa, digamos muy fuerte: ¡Viva el Ecuador!