Los paraderos tienen piso encementado y estructura de madera y bambú. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Una combinación entre mármol y bambú es los que observa en los cuatro paraderos de la vía Esmeraldas-Tonsupa. Estos sitios son propicios para descansar mientras se degusta de una pipa helada o, asimismo, de la tradicional cocada esmeraldeña.
En ese sitio se mezcla la cultura y el turismo, porque los paraderos constituyen espacios para mostrar a los viajantes toda la dulcería tradicional que identifica al pueblo esmeraldeño. Entre estos manjares tradicionales se encuentran dulces como el coquito, la cocada y las conservas de banano y guayaba.
Sus vistosos diseños elaborados con las maderas y el bambú propio de la zona, con acabados hechos con laca brillante, llaman la atención de los turistas que viajan por la vía; de ida o regreso a los balnearios de Atacames y Tonsupa, emplazados al sur de la provincia de Esmeraldas.
Son paraderos hechos con el propósito de, asimismo, mostrar a los fuereños todas las bondades de los materiales propios de la zona, como la chonta, el bambú gigante, la caña guadúa y otros tipos de bambúes como el carrizo.
En el interior del paradero los comensales pueden reposar sobre pequeños taburetes de madera y mesas con superficies redondas.
Los paraderos afroesmeraldeños recogen toda la ancestralidad constructiva del entorno. Sus diseñadores son carpinteros afros que saben cómo usar el bambú, en la arquitectura de pequeñas casas para descansar.
Claro, estos maestros no se han quedado estancados y han incorporado otros productos para mejorar la estética y la funcionalidad de los inmuebles.
José Luis Proaño, trabaja con mármol y granito. Él explica que existe una tendencia al uso de mármol y granito en las casas tradicionales de caña y bambú, que se ponen en los mesones de las cocinas y baños, sin dejar de usar la caña como base principal.
De hecho, la estructura es de madera de la zona como pambil o chonta, que son vetas muy duras, que resisten de mejor manera la acción de los agentes naturales como las lluvias, frecuentes en la zona.
Estas edificaciones tradicionales tienen estructuras de madera y cuentan con un esquema abierto por los cuatro costados de la casa. Las paredes de bambú con laca alcanzan una altura de 70 cm, el resto está al aire libre, como las viejas casas de campo.
Sobre las paredes de bambú se han colocado cuadros de mujeres afros danzando.
Más que paredes, son tabiques que se realizan con las latillas de caña; es decir, con las cañas partidas en dos o más pedazos.
Uno de los encargados de hacer estas obras es el maestro Glauco Ramírez, un carpintero afro que trabaja con bambú desde hace 30 años. El experto informa que en cada construcción debe plasmarse la huella técnica de esas antiguas construcciones.
Por ejemplo, las paredes donde se ubica el bar en uno de los paraderos, tienen un diseño convexo, trabajado con bambú. En cambio el pequeño techo de la taberna, donde se exhiben las bebidas, tiene tallada la caña, con ranuras de donde cuelgan las copas, los vasos y algunas botellas.
Estas edificaciones también cuentan con pasillos de bambú y dos pequeños balcones con pasamanos de metal, desde donde se observa la vegetación de Piedra Fina, una población emplazada en la vía Esmeraldas-Atacames.
Los espacios de la sala están decorados con plantas ornamentales puestas sobre grandes maceteros, ubicadas de forma estratégica en los rincones del salón, que también cuenta con una hamaca para descansar.
En el interior del paradero corre el aire libremente y los comensales pueden reposar sobre pequeños taburetes de madera y mesas con superficies redondas, ubicadas en toda la estación con techo de zinc y piso de hormigón.
Sobre las paredes de bambú que forma el bar se han colocado cuadros de mujeres afros danzando, como una manera de conservar la cultura del pueblo afroesmeraldeño y, además, mostrar a quienes descansan en el parador todos los matices de esa cultura tan viva y tan colorida.
Ariana González y Enrique Jama, dos turistas que hicieron un alto para disfrutar de una pipa helada en el paradero de Piedra Fina, comentan que el sitio es acogedor porque se puede observa desde ahí la espesa vegetación de la zona y disfrutar de los dulces tradicionales de Esmeraldas. Y con la brisa como invitada.