A partir de la próxima semana quedará apenas un mes para que se inicie el periodo de campaña electoral. Y, sin embargo, aún no hay certeza de quiénes serán los postulantes que deben ir en las papeletas para el 7 de febrero. Así funciona nuestro sistema electoral.
Apegados a las reformas efectuadas en febrero de este año, se prepararon fases y se definió un periodo largo, de tres meses, para que se diriman todas las controversias sobre las diferentes candidaturas. Sin embargo, hay un detalle que cuesta entender: un agujero negro electoral.
En instancias del tiempo-espacio del universo electoral ecuatoriano, la campaña se iniciará oficialmente el 31 de diciembre del 2020. Aun así, todas las apelaciones a las candidaturas deben estar resueltas hasta el 7 de enero del 2021. Ese agujero negro, inventado por el pleno del Consejo Nacional Electoral (CNE), al aprobar el calendario de los comicios, es una paradoja electoral.
Pareciera que estamos en el campo de la física especulativa, pero ¿cómo se puede iniciar la campaña sin definir candidatos?… ¿qué sucedería si el binomio presidencial de la coalición Unes, que es el único que no ha sido inscrito todavía sigue impugnado hasta más allá del 31 de diciembre?
O también, ¿qué sucedería si se da un impasse entre el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) y el CNE que termine en una pugna institucional por una eventual inscripción de Álvaro Noboa hasta la noche vieja?
En los dos últimos casos, no se podrían imprimir las papeletas, por evidentes razones, por lo que esa labor debería realizarse a una velocidad inusitada. Pero también, esas candidaturas no podrían hacer una campaña en las mismas condiciones que el resto de listas aprobadas, ya sea por sus deliberadas actitudes de conflicto o por negligencia. Y ya se dicho que la democracia debe estar libre de toda suspicacia, pero haber aprobado ese calendario, con ese agujero negro en el que puede haber campaña sin papeleta impresa, denota displicencia ante los ciudadanos.