La mendicidad aumentó debido a la pandemia en Quito; hay opciones de acogida y ayuda

La plaza de San Francisco es uno de los lugares a los que acude la gente sin casa. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Caminan por las calles del Centro Histórico de Quito, hacen de los parques su hogar, se sientan al pie de las iglesias.
En la capital se registran al menos 10 000 personas con experiencia de vida en calle. No hay un censo. La cifra fue obtenida a partir de los abordajes hechos a diario por el Patronato San José. La entidad señala que los casos han aumentado a causa de la pandemia.
Muchos se han lanzado a las calles por no poder pagar un arriendo, por la falta de empleo. Para algunos, la travesía mejoró. El 20 de marzo, el Municipio habilitó un albergue temporal en el Pabellón de las Artes de la Casa de la Cultura.
Fueron 44 personas las que llegaron. Cuando el sitio se cerró, el 5 de junio, 20 ingresaron a la Casa del Hermano, una al Hogar de Vida 2 y 13 fueron reubicadas con sus familiares. Diez tomaron otros rumbos.
Carlos Escobar, de 50 años, realiza una figura en origami y recuerda que cuando empezó la emergencia escuchaban la proclama “quédate en casa”.
Para él y muchos de sus amigos no era posible. Hoy está en la Casa del Hermano, sector de la 24 de Mayo. Llegó ahí luego de estar en el albergue temporal de la Casa de la Cultura y antes, al pie de la Basílica.
Hace tres años, el oriundo de Bolívar se separó de su esposa y solo mantiene contacto con uno de sus cuatro hijos.
Vivía en un cuarto, se dedicaba al comercio ambulante. Al no poder pagar el arriendo “se botó a la calle”. Pasó hambre y ahora tiene cinco comidas, superó una neumonía y está armando un plan de vida, que incluye vender manualidades y tener un hogar.
Algo similar vive Robinson Estupiñán, de 50 años, de Los Ríos, quien creció en Atacames, Esmeraldas. Llegó a Quito hace un año. Ganaba algunas monedas ayudando a cargar víveres fuera del mercado Central. Se alojaba en cuartos de amigos y luego pasó seis meses en la calle. Fue otro de los huéspedes del portal de la Basílica, de donde lo llevaron al albergue temporal.
Ya está en la Casa del Hermano y, al igual que Escobar, recibe asistencia, comida, talleres y guías. Él quiere regresar a Atacames, donde conoció a una extranjera, madre de su hija, quien nació en Alemania.
Daniela Peralta, jefa de la Unidad de Servicios y Proyectos de Atención de Personas con Experiencia de Vida en Calle del Patronato, detalla que justamente las acciones incluyen acompañamiento y atención psicológica.
Y hace referencia a que la cifra ha ido en aumento. Da una base: en un levantamiento del 2015 se registraron unas 5 000 personas. Se suma la mendicidad encubierta: limpiaparabrisas o quienes usan carteles para solicitar dinero, entre otros.
El Patronato cuenta con variedad de programas y se direcciona a la gente según el caso. Eso sí, debe ser voluntario.
La coyuntura, añade Peralta, exige que pasen por una prueba de covid-19. Hay una colaboración del Ministerio de Salud, y de dar positivo esta instancia actúa. De no ser así, se unen a los sitios, donde tienen un periodo de aislamiento. Quienes salen de los albergues, por seguridad, ya no pueden regresar. Aun así, se les da seguimiento. Hay un equipo de 32 personas. Ocho se encargan de los abordajes en calle.
La Cruz Roja Pichincha mantiene el programa Amigos de la Calle. Roberto Bonilla, coordinador técnico, da cuenta de la modificación en la jornada.
Antes de la emergencia acudían a diferentes puntos y además de brindar alimentos y atención en salud, daban soporte emocional a las personas, se sentaban junto a ellas y las escuchaban. Lo hacían, en esencia, 60 voluntarios; ahora 10 miembros del equipo fijo de la organización.
Han observado un cambio en la dinámica de los habitantes de calle: se agrupan más, como en tres campamentos en el parque El Arbolito y en una casa detrás del Colegio Mejía, entre otros lugares.
Antes de la emergencia tenían levantadas unas 100 fichas. Han constatado que ya son más, en los mismos puntos. Por el incremento de casos covid-19 en Quito, esta semana optaron por no hacer los recorridos. Los retomarán. Para ayudar se pueden dar aportes en la Cruz Roja (San Javier y Orellana) o llamar al 252 1573.
Peralta confirma que al inicio de la pandemia había personas en la zona patrimonial. En abril se registraron en el centro norte; con el cambio de semáforo, hacia zonas más comerciales. La administración Manuela Sáenz lidera, le siguen La Mariscal, Eloy Alfaro, La Delicia, Quitumbe y Eugenio Espejo. En esta última hay una imagen recurrente: extranjeros con niños.
En el Centro, solo hace falta ir a la 24 de Mayo, la Bolívar o la plaza San Francisco para observar, con mascarillas desgastadas o sin ellas, a gente mendigar, con botella de licor en mano, que a veces comparten.
Escobar y Estupiñán se aferran a su vida en la casa de acogida para no volver a ser parte de esas estampas.