Puembo, de tierra de haciendas a zona con casas exclusivas

Los últimos años se ha registrado un crecimiento inmobiliario en el valle de Puembo. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Su primer trabajo fue espantar pájaros en los viñedos de la hacienda Nápoles, cuando tenía ocho años. En la adolescencia, ese oficio lo sustituyó por el de arriero de los productos que se cosechaban en Puembo.

Ese fue el ADN de la parroquia, no en vano se constituyó en el granero de Quito por algo más de cinco décadas, comenta orgulloso Fausto Mosquera, uno de los pocos adultos mayores que sigue cultivando su chacra en el caserío Mangahuántag, pese a sus 89 años.

Todos los días sale a labrar la tierra, aquello le mantiene entretenido y saludable; además, con esa actividad honra la tradición de sus antepasados. Sin embargo, hace unos años lo hace en solitario porque pocas son las personas que quieren trabajar en el campo.

Esa desidia por la agricultura trajo consecuencias, al punto de que “los terrenos de tierra fértil están botados y convertidos en montes”, agrega.

Aquello le entristece y cree que “solo un milagro podrá cambiar ese destino”.

Como él mismo dice, esa señal llegó cuando se enteró que el presidente Guillermo Lasso construirá su casa en Puembo, a 500 m del parque central, para vivir allí junto con su familia mientras dure su mandato.

Está convencido de que su pueblo volverá a su esencia agrícola, porque le tomará la palabra al Presidente, quien ofreció apoyar al sector agropecuario con caminos vecinales, créditos y respeto a los precios de los productos.

Patricio Carrera, presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado de Puembo, pondera la fertilidad de su terruño y el buen clima que va de 17 a 23 grados centígrados. No en vano, el poblado se ganó el título de ‘rincón de la eterna primavera, jardín siempre florecido’.

Aunque todo aquello se está perdiendo porque, agrega, “con la expansión urbanística de Cumbayá y Tumbaco hay una presión demográfica en el pueblo, y mucha gente lo mira como un lugar ideal para vivir”.

En el 2010, su población era de 13 593 habitantes; hoy se estima que hay 22 000.

Fausto Mosquera (centro) junto a moradores frente a la iglesia que data de 1608. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Para controlar el asentamiento de urbanizaciones por doquier y “que no se cambie el uso de suelo por pedido de intereses particulares sino apegado a la técnica”, se elaboró un proyecto de uso de suelo, cuenta Carrera. Esa iniciativa es apoyada por los colectivos ciudadanos de la localidad.

Mientras tanto y ante la falta de fuentes de agua permanentes, la gente prefiere vender la tierra para vivienda antes que cultivarla, apostilla Carrera.

En consecuencia, el precio de los lotes se disparó: un metro cuadrado de terreno costaba, hace 10 años, entre USD 40 o 50; hoy está, dependiendo del sector, entre USD 200 y 300.

¿Cuál es la política del Municipio al respecto? Para septiembre se tiene previsto reemplazar el Plan de Uso y Ocupación del Suelo por el Plan de Uso y Gestión del Suelo, y en ese contexto hacer una ordenanza especial para Puembo, dice Vladimir Tapia, secretario de Territorio, Hábitat y Vivienda.

Aquel instrumento complementario de planificación servirá, agrega el funcionario, para un análisis más específico de la realidad de esta jurisdicción y que el cambio que viene sea progresivo y ordenado.

En todo caso, la población espera ansiosa la llegada de Lasso y “que las autoridades municipales le pongan más atención a la parroquia y en algo se arreglen los problemas que tenemos”, apunta Jaime Borja, vocal de la Junta Parroquial e historiador del poblado.

Él también rememora la historia y la tradición de estos lares. Hace más de 50 años, la casi docena de haciendas (San José, La Primavera, Nápoles, La Palma, Ingenio, La Loma, San Fernando, La Estancia, Toledo, Chico Obraje…) se fraccionaron y vino otro momento de quiebre para la población.

Aquellas tierras eran agrícolas y su enorme producción se embarcaba en el Tren del Norte, que se inauguró en 1928. Todos los días tenía parada obligada en Puembo, para tomar agua para el vapor. A las 09:00, llegaba la ruta Quito-Ibarra y a las 13:00, la Ibarra-Quito.

Para 1975, agrega Borja, la prosperidad de Puembo se vino a pique porque en ese año dejó de operar el tren. Hoy, aquel trazado de durmientes y rieles se lo ha repotenciado como la ciclovía El Chaquiñán.

Ese proyecto ha generado un incentivo al turismo ecológico en la zona. A eso se suma el imán que genera su iglesia antiquísima, que data de 1608, muy demandada para celebrar matrimonios. Antes de la pandemia había cuatro o cinco bodas cada fin de semana.

Con la posibilidad de la llegada de Lasso se aspira una reactivación del poblado y mejoras en los servicios. Porque las necesidades de Puembo son muchas; la más urgente: repotenciar el centro de salud.

Se insiste en ello porque las parturientas se van a Yaruquí, Tumbaco o Quito para dar a luz. Aquello, lamenta Borja, imposibilita que el número de puembeños de cepa aumente y se pierda la pertenencia al ‘jardín siempre florecido’.

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