Fernando Vega es investigador de Pydlos de la universidad de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
¿Cómo mira el escenario que vive el país que coincide con la visita del Papa?
En primer lugar, hay un escenario que sea ha venido construyendo con las acciones de la propia Iglesia y los propios cristianos. Hay un desinterés de los creyentes por la política. La mayoría de los que verán al Papa están motivados por sus sentimientos religiosos, por su personaje sagrado, con la representación de lo divino en la tierra.
Pero el cristianismo tiene mucho de político…
Los cristianos consideran que la política es ajena a la fe y que no deben meterse en política porque es cosa de políticos. Ahora, como los políticos son todos sapos entonces están aprovechando la venida del Papa; intentan sumar su presencia a sus argumentos, y causas político-partidistas. Es claro que la Iglesia no tiene el protagonismo en este momento del recibimiento del Papa. Los protagonistas son el Presidente, los alcaldes de Quito y Guayaquil que quieren halar la venida del Papa a su favor. Pero eso no es algo nuevo.
¿En qué otros momentos podemos ver esta intención?
Cuando el papa Juan Pablo II fue a Cuba, Castro utilizó su presencia para buscar el apoyo frente a los Estados Unidos, y también el Papa buscó negociar con Castro una mayor apertura del Régimen castrista hacia la labor de la Iglesia. Ese es el mundo real en el que vivimos.
En el caso de Ecuador, está la última encíclica…
Esos textos tienen argumentos de sobra para que el Gobierno se pusiera a reflexionar sobre el talante extractivista, minero a ultranza que está proponiendo. Sin embargo el Gobierno ni la misma Iglesia están esgrimiendo los argumentos. Escamotean o escogen unos pocos textos, donde de alguna manera el Papa defiende los derechos de la justicia social, de la redistribución y denuncia el desastre ecológico y social que va aparejado con el desastre ecológico. El Gobierno contrata a una serie de expertos para que saquen de la encíclica textos que, salidos de contexto, podrían incluso apoyar el extractivismo del Gobierno.
¿Con qué fin?
Se oculta completamente la encíclica sobre el medioambiente y se trata de sumar las palabras del Papa a la campaña que intenta posicionarlo como el gran justiciero social, el que rompe una lanza y está dispuesto aun a perder su credibilidad política para crear un país de redistribución y justicia social. Pero en estos ocho años, todo lo que ha hecho el Gobierno es engordar a los grande monopolios transnacionales y nacionales y a ese sector de nuevos emprendedores que han surgido en torno a Alianza País.
Cuando se refiere a la lejanía de los cristianos de la política, el catolicismo siempre ha tenido una cercanía con el poder político, para apoyarlo o confrontarlo…
La Iglesia Católica ha madurado. Papas desde León XIII, a finales del siglo XIX, iniciaron la doctrina social de la Iglesia, que ha sido un trabajo interesante. Han reflexionado y ha dado criterios para la construcción de un mundo que evite los excesos del capitalismo salvaje, pero también los excesos de un comunismo totalitario, como la Unión Soviética.
Aún queda la imagen de Juan Pablo II retando a Ernesto Cardenal…
Soy crítico de la voz de Juan Pablo II y de Benedicto XVI porque se asustaron de las implicaciones políticas de la teología de la liberación, que también podía tener sus estridencias pero no era necesario cortarla de raíz. Desgraciadamente se hizo eso, y yo diría que la mayoría de los eclesiásticos están más preocupados de la crisis de la familia, que parecería que agota el interés de la Iglesia, que no hay más que hacer. Digo con pena que la Conferencia Episcopal está en segundo plano. En este momento en el que el Papa viene, la Iglesia se ha dejado ganar la mano por los políticos, que son los grandes protagonistas del recibimiento del Papa.
En un Estado laico, además…
Que incluso puede ser ofensivo, porque algunos no católicos o ateos pueden ver con poco agrado que el Estado se ponga de rodillas ante el líder de una religión.
¿Es el Papa tan progresista como dicen?
Este Papa tiene el mérito de ser el primero no europeo, que son herederos de una tradición principesca, de un lenguaje teológico. Las encíclicas de Benedicto XVI son muy teológicas, pero se caen de las manos por lo pesadas que son. Ahora tenemos uno que habla un lenguaje cotidiano, se conecta con la gente y maneja muy bien como lo hacen todos los líderes, las estrellas mediáticas.
¿Cómo sirve eso a la Iglesia Católica?
Lo pone al servicio de un cristianismo moderno, renovador, que va a un núcleo importante del Evangelio. La inspiración en San Francisco de Asís es un avance muy importante porque no solo es lenguaje, sino también contenido, una forma distinta de abordar los problemas modernos.
Problemas modernos que tienen que ver con muchas otras cosas…
La encíclica de Francisco pone a debatir los temas entre científicos y creyentes sin excluir los aportes que unos y otros pueden hacer, respetando la metodología y el campo de cada uno. Ahora no podemos esperar que ningún Papa católico se sume a ciertas corrientes modernas. Puede ser misericordioso, tolerante, pero no se puede esperar que defienda el matrimonio homosexual o el aborto como un derecho humano, porque uno de los principios fundamentales de la fe evangélica es el respeto a la vida. Ahora hay que dialogar más porque los problemas siguen existiendo y no se resuelven fácilmente.
¿Quién es Fernando Vega?
Nació en Cuenca en 1946. Se ordenó sacerdote en 1973. Fue asambleísta en la Constituyente de Montecristi, por Alianza País. Fue director de la Pastoral Social de Cuenca durante 16 años.
Su punto de vista
La Iglesia ecuatoriana, por no tocar temas contemporáneos, ha permitido que los políticos se apropien de la figura del Papa. Destaca en este su carácter cercano a la gente, pero desde hace mucho la Iglesia ha cuestionado al capitalismo salvaje.