El flamante canciller, Juan Carlos Holguín, inició sus funciones al reemplazar al embajador de carrera Mauricio Montalvo. Los viceministros de esa administración lo acompañarán.
¿Cómo fue la experiencia de ser Embajador itinerante?
Fue una designación de alto honor, hecha por el presidente Guillermo Lasso. Era un cargo honorífico que tenía una misión: hacer una implementación de la diplomacia de las vacunas. Esa misión tuvo la ventaja de tener buenos resultados. También hubo misiones de consejería enmarcadas en la cooperación en seguridad y en el seguimiento al gran trabajo del ministro Julio José Prado, en los tratados comerciales.
¿Fue una escuela?
No. La escuela es lo que los seres humanos tenemos en varios años de experiencia.
En reportajes de EL COMERCIO y de El Universo, varios analistas mostraron no estar de acuerdo con su nombramiento. ¿Cómo puede demostrar lo contrario?
Han sido analistas a los que respeto, voces determinantes en guiar a la opinión pública en temas de política exterior. No puedo dar una opinión sobre sus criterios. Me parece que es válido lo que han mencionado en términos de sus preocupaciones, pero es el Presidente de la República quien me ha designado en esta posición. El Presidente conoce mi trayectoria académica, profesional, personal y política, luego de tantos años en el tanque de pensamiento en el que nos hemos preparado para este Gobierno. Y él ha designado una nueva etapa en el Ministerio, que tuvo por fortuna a un gran canciller de carrera como su primer responsable. El trabajo del embajador Mauricio Montalvo significa una vara muy alta. Y en mi caso es una designación con una visión más política, hacia la atracción de inversiones y a la consecución de tratados de comercio.
En los últimos gobiernos han existido problemas con la cuota política en la Cancillería. ¿Cómo la manejará? Usted es parte de esa cuota…
Hay que separar el criterio en dos frentes: el Canciller, en mi opinión personal, siempre viene de una designación política, por más que el Presidente de la República designe a un embajador de carrera. Es parte de su gabinete político. En el caso de nombramientos hay un criterio jurídico-constitucional del año 2007, donde se determinó que la cuota política no podrá exceder el 20% de todos los nombramientos en Cancillería. El presidente Lasso ha respetado firmemente ese criterio jurídico. Por el momento, todas las designaciones se encuentran realizadas. Hemos comunicando a la Organización de Estados Americanos la designación que hemos hecho para que vaya el embajador Mauricio Montalvo. En los próximos días tendremos que pedir beneplácito para nuestras embajadas en Canadá, Colombia y Bolivia. Las demás embajadas están ya cubiertas. Esperamos que en estos tres años tengamos una camada de jóvenes que vuelvan a interesarse en entrar al Servicio Exterior, que se convierta en una de las misiones cívicas más representativas.
Como Canciller tiene un frente externo obvio, pero también uno interno…
Creo que el frente externo de la Cancillería es indudablemente la misión que nos ha encomendado el Presidente. Casa adentro hay que seguir con el fortalecimiento institucional y contar con los profesionales de carrera del servicio exterior en las últimas décadas, salvo un paréntesis, en mi visión personal, cuando se ideologizó la política exterior y eso causó un daño institucional a la Cancillería. Ayer (lunes) decía en mi discurso de posesión que en las designaciones políticas somos pasajeros. Y por eso es importante contar con profesionales de carrera. Tengo la ventaja de que han aceptado continuar ambos viceministros de Relaciones de Exteriores, tanto el embajador César Montaño como su colega Luis Bayas; y así mismo el resto de subsecretarios.
Usted se ha dado a conocer como un empresario que sabe hacer negocios. ¿Está eso en el mismo nivel de un tratado de libre comercio?
No tiene nada que ver. Ya no estamos ligados a los intereses particulares, sino una política de Estado para comercio exterior, y lo que busca el presidente Lasso es dar un mensaje al mundo de un país estable con seguridad jurídica, que dé tranquilidad a los inversionistas. Un inversionista busca una inversión de mediano plazo, un lugar donde las reglas sean claras, donde no tengamos cambios normativos cada año, que en el momento de cualquier disputa haya las garantías de un arbitraje internacional. Creemos firmemente que Ecuador está listo para darle al mundo lo que requiere en esta crisis pospandémica; por lo tanto, esta visión de una diplomacia pragmática, desideologizada, nos permite encaminarnos en esta visión del presidente Lasso de ‘más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador’, de manera inmediata y eficiente.
En 2017 se postuló para Alcalde de Quito. ¿Cómo está usted respecto de este tema de candidaturas?
Voy a ser determinante en que la decisión que he tomado de aceptar esta misión, que me ha encargado el Presidente, pospone cualquier interés político particular que yo hubiese podido tener. Hoy, mi misión será la Cancillería, ojalá hasta el final de este Gobierno. En mi caso personal, espero que Quito pueda recuperar el norte. Pero como yo decía en mi posesión: la Cancillería tiene que ser tomada con la responsabilidad del caso, sin ninguna posibilidad de que se haga un salto hacia una política local o para elecciones inmediatas.