Basta decir que se es ecuatoriano y en el argentino brota el signo de dólares de sus ojos. Lo fue así antes y lo es aún hoy en que los argentinos se ven restringidos para acceder a la compra de divisas (dólares).
“Nos dicen ‘pero ustedes ganan en dólares’ y creen que tenemos un montón de ‘verdes’, a tal punto que si quieren alquilarnos un departamento nos piden seis meses por adelantado”, dice María Belén Bonilla, en su casa de Villa Devoto, en el extremo norte de la capital argentina.
Alquilar un departamento en Buenos Aires es una de las cosas más complicadas. El requisito de poner en garantía una propiedad es algo desalentador que hace que muchos ecuatorianos emigren de barrio en barrio y de casa en casa. Hay que tener paciencia y la suerte de encontrar un propietario que se los alquile sin garantía y al que terminan agradeciendo como a un gran filántropo. O alquilar en dólares, que en este momento es un verdadero problema. El esmeraldeño Jean Carlos Vélez llegó a los 17 años a Buenos Aires y ahora tiene 22. Sus peripecias junto a sus dos hermanos mayores, que ya se encontraban acá algunos años antes, son propias de un estudiante en estas tierras, sobre todo cuando de encontrar un lugar para vivir se trata.
La restricción del dólar se convirtió en una verdadera pesadilla para este joven ecuatoriano: el departamento del barrio del Abasto lo alquilan en dólares, pero ahora no tienen forma de conseguir los USD 700 que cuesta. “Fue una suerte conseguirlo. Se conformaron con un certificado de ingresos de mi madre y como garantía un departamento que tenemos en Quito. El problema es ahora porque no podemos conseguir dólares por ningún lado”, relata.
Lo del departamento le preocupa demasiado. El dueño llegó a decir “por lo menos cumplamos el contrato hasta septiembre” y eso ya “es un malestar. Seguro que no querrán renovar el contrato. La única esperanza que tenemos es que el Estado obligue a alquilar en pesos”, dice Jean Carlos.
Si bien algunos ya viven de sus trabajos, muchos de los estudiantes reciben ayuda de sus padres o se financian con créditos del IECE. Pero ese es apenas el comienzo del problema.
Si se lo depositan en un banco ecuatoriano y tienen que retirar el dinero a través de un cajero automático, pero retirará el dinero en pesos, según la cotización oficial y no según el paralelo.
Por cada 1 000 pesos (USD 223), límite de cada transacción, las comisiones se llevan USD 18,50. Si le envían dinero a través de una empresa, también les entregarán en pesos y con una cotización menor que el oficial.
Encontrar una alternativa a eso fue el reto para Paúl Vasco y María Belén Bonilla.
Los familiares de Vasco siempre encuentran a alguien que viaja y les envía un sobre con el dinero suficiente para cada tres meses.
“Entonces voy cambiando poco a poco. Voy a alguna ‘cueva’ (lugares de cambio informal) que me dé la mejor cotización y siempre poco a poco. Diría que juego a la especulación con el dólar. Es que no tengo otra manera de estirar el dinero”, asegura este quiteño de 22 años. María Belén encontró “la triquiñuela con una familia amiga de Argentina: la señora tiene que mandar dólares a su hija en Ecuador. Pero como no puede comprar acá, ella me da a mí pesos y mi madre le da lo de la beca a ella”. -Y ¿cuál es la cotización? -¡Ah! Es un dólar celeste, que no es ni oficial ni ‘blue’ (dólar paralelo) un precio intermedio que nos conviene a los dos –dice Mabe.