Pensada como ciudad inteligente, está destinada a satisfacer las necesidades de una población culta y moderna. Este teatro al aire libre será uno de sus grandes símbolos. Foto: Baiyti Real Estate
Comenzó como un sueño que muchos habrían calificado como irrealizable. Pero Rawabi es hoy una realidad que va mucho más allá del significado de su nombre –‘colinas’, en árabe– y es lo que querían quienes la concibieron: una ciudad modelo, totalmente nueva, cómoda, símbolo de un nuevo comienzo para la sociedad palestina.
Ubicada a pocos kilómetros de Ramala, que constituye hoy el centro neurálgico de la vida palestina en Cisjordania, Rawabi es la primera ciudad árabe palestina construida recientemente por los palestinos y para ellos.
Se encuentra en el territorio A, o sea, la parte de Cisjordania que está, como resultado de los acuerdos entre Israel y los palestinos, bajo jurisdicción plena de la Autoridad Palestina.
Claro que, como casi todo en esta zona, también Rawabi es polémica. Y quizás lo más significativo al respecto sean las discusiones entre los propios palestinos.
Ha habido quienes alegan que “da legitimidad a la ocupación”, entre otras cosas porque ha estado mucho tiempo esperando conexión al sistema de abastecimiento de agua de Israel, aunque en realidad todos los territorios bajo control de la Autoridad Palestina reciben de allí su agua. “Allí no vivirá el palestino promedio”, comentó un joven palestino de Jerusalén al alegar que “parece una ciudad para ricos”. “Eso es empujar hacia abajo en lugar de hacia arriba”, respondían trabajadores en el proyecto Rawabi.
Y el propio Bashar el-Masri, el ingeniero y nervio motor de la ciudad, recuerda que el palestino puede ser emprendedor y empujar hacia adelante, construir algo nuevo y moderno, y no quedarse en la imagen mediática del refugiado.
El cerebro que hay detrás de la construcción de Rawabi es el ingeniero Bashar el-Masri, un visionario empresario palestino. Foto: El Tiempo/ GDA
La nueva ‘city’ generará empleo a 10 000 personas, ofrecerá un centro de ocio con cines, teatros, hoteles, cafeterías, centro comercial con parque tecnológico y varias mezquitas e iglesias.
En realidad, al recorrer Ramala, vecina de Rawabi, está claro que la clase media palestina, e inclusive la de gran poder adquisitivo, no será un invento de Rawabi sino parte integral, hoy, de la vida en Cisjordania.
Los protagonistas del sueño y su concreción no minimizan las discusiones, pero están convencidos de que Rawabi se sobrepondrá a todas las críticas.
‘Es esperanza’
“Esto es forjar la historia”, dice Amir Dajani, vicedirector de Bayti Real Estate Investment Company, la empresa que desarrolló y construyó Rawabi. “Estamos materializando nuestra visión de convertir en realidad una ciudad verde, inteligente, amigable con el medioambiente. Estamos creando empleos para muchas familias y, obviamente, concentrándonos en la construcción del futuro”, agregó.
Recordamos la primera vez que nos reunimos con el ingeniero Bashar el-Masri, fundador y número uno de Bayti, que transmitía la convicción de que Rawabi se convertiría en realidad. Miraba el paisaje, las colinas desnudas y nos decía: “Aquí se erigirá una nueva ciudad palestina y luego habrá Rawabi II y III… ya lo verán”.
El plan es que Rawabi llegue a tener una población de 25 000 personas en el lapso de los próximos 3 a 5 años, para que habiten las 6 000 unidades de vivienda construidas en la primera etapa. Luego, que en los próximos diez años se expanda a 40 000.
En las siguientes semanas se espera que se instalen en el lugar aproximadamente 5 000 palestinos.
Pero Bashar el-Masri prefiere ser cauteloso. “El diablo está en los detalles, y yo sé que para que esté todo completo faltan aún unos años, por lo cual soy consciente de que puede haber inconvenientes”, comenta.
“Y uno se pregunta: ¿a la gente le gustará? Creemos que sí, claro, pero ¿y si no? Quiero ser práctico y pensar en todo”, agrega.
Bayti funciona con una gran inversión de dinero de Catar. “Claro que esos fondos son claves y nos han permitido seguir adelante, pero para mí, como palestino, el éxito no depende solo de que vendamos todo lo construido para poder obtener ganancias”, explica Bashar.
“Somos empresarios y por supuesto que queremos ganar, pero para mí el éxito consistirá en que haya después otros que, al ver todo lo hecho en Rawabi, quieran construir Rawabi II y III”.
Un punto clave que estaba pendiente era la aprobación de Israel para que Rawabi sea conectada al sistema israelí de abastecimiento de agua.
La nueva ‘city’ generará empleo a 10 000 personas, ofrecerá un centro de ocio con cines, teatros, hoteles, cafeterías, centro comercial con parque tecnológico y varias mezquitas e iglesias. Foto: El Tiempo/ GDA
Esto ya se ha concretado, con lo cual, tras las pruebas de las líneas, el agua comenzará a fluir con normalidad y ello permitirá el funcionamiento pleno de la ciudad.
Pero todo lo relacionado con los permisos formales de las autoridades le ha traído a Bashar el-Masri dolores de cabeza. Tiene sus quejas por demoras en los trámites con Israel tanto para el agua como para la construcción de una carretera de acceso a Rawabi que, en parte, pasa por la zona B, o sea, el territorio en el que la Autoridad Palestina tiene competencias civiles, pero la seguridad es aún responsabilidad de Israel.
Choques en la zona aledaña han llevado en más de una ocasión al cierre de un puesto de control vial, lo cual demoró los trabajos, y eso se tradujo en postergaciones y costos que dificultaron las cosas para la empresa constructora.
Aunque Bashar aclara que no compara en absoluto entre uno y otro, recalcando que “somos la Autoridad Palestina y ellos son nosotros, como palestinos”, también tiene quejas de su propio gobierno, que no ha ayudado en el financiamiento, aunque recibe dinero de los países donantes.
“Recordemos que en Rawabi habrá, como no puede ser de otra manera, policía, escuelas, mezquitas, iglesia, y al menos para eso tendríamos que haber recibido, más que lindas palabras, ayuda concreta, pero nada”.
La vida misma tiene su empuje, pero en Bayti no piensan quedarse esperando que todo ocurra por inercia. “Primero lidiamos con la experiencia de la construcción, y en este proceso hemos creado 10 000 puestos de trabajo, una gran cosa para la economía palestina”, explica Amir Dajani.
“Ahora el desafío es enfocar el esfuerzo en la creación de entre
3 000 y 5 000 empleos permanentes en la ciudad, en una incubadora de negocios, el estímulo a jóvenes emprendedores, trabajar con universidades internacionales, traer programas de becas, recordando que hemos instalado en Rawabi tecnología de punta con conexiones inalámbricas y fibra óptica a las casas y a los negocios”.
Y, por cierto, algo muy de fondo: “Esperamos que Rawabi sea un puente hacia la paz, que aporte a la visión de la creación de un Estado palestino independiente”.
En el terreno la actividad no cesa. Se están probando todos los sistemas, plantando árboles, pavimentando calles, revisando la red de comunicaciones, el sistema de abastecimiento de agua y gas, y hasta el funcionamiento de los ascensores en cada edificio.
Al estar allí se percibe un profundo orgullo al hablar con los participantes en el proyecto, desde los obreros en el terreno, en medio del polvo de la construcción, hasta los jóvenes ingenieros, arquitectos, diseñadores, a los que vemos trabajando en las modernas oficinas de Rawabi. Y en medio de todo, claro está, se halla la gente, lo central.
Iniciativa ambiciosa
El perfil que, se estima, tendrá Rawabi será de una ciudad para familias de la clase media alta, gente trabajadora, jóvenes profesionales, graduados. Se trata en gran medida de parejas jóvenes que buscan un futuro prometedor, de nivel. Con algunas hemos conversado tiempo atrás, cuando faltaba mucho tiempo para completar la construcción.
Una de las parejas, con un bebé, nos recibió en su momento en un apartamento alquilado en Ramala, ansiosos ya ambos de tener el suyo propio y de sentir un nuevo comienzo. Empezarán a mudarse muy pronto. Primero, a los 650 apartamentos ya listos, en 6 barrios de la primera etapa, del total de 21 que tendrá finalmente la ciudad. En medio año se espera que estén listos otros 800 apartamentos.
Preguntamos a Bashar el-Masri qué cree que piensan los israelíes de Rawabi, y afirma: “Hay extremistas que no lo ven con buenos ojos, es indudable, pero creo que la mayoría de los israelíes nos desean suerte”, responde.
“Muchos israelíes han venido aquí a ver lo que hacemos, y nos felicitaron. Además, he estado en la televisión israelí varias veces, y cuando me siento en algún café en un centro comercial israelí, me reconocen y se acercan a desearme suerte”.
Este ingeniero palestino trabaja a veces entre 17 y 18 horas diarias y es un enamorado de lo que hace, que es para él una verdadera misión, explica, como perfeccionista que es, que falta mucho por hacer. Combina su enfoque realista de las cosas con el optimismo que lo mueve. Y, con una amplia sonrisa, asegura: “Seré el primero en mudarme a Rawabi. Ya tengo mi apartamento listo”, dice, mientras apunta en dirección a su próximo hogar.