Las actividades non sanctas del espionaje -electrónico, telefónico, etc.-, sin una orden judicial de por medio, traen aparejados riesgos para quienes las ordenan y ejecutan. Si no que lo diga María del Pilar Hurtado, exdirectora entre el 2007 y el 2008 del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), que hasta el 2011 fue la entidad encargada de la ‘inteligencia’ de Colombia, pero que dio irrebatibles muestras de carecer de ella.
¿Qué sucedió con la todopoderosa exjefa del ex-DAS? La abogada y política fue condenada a 14 años de cárcel y a expiar sus excesos y los de sus subalternos tras las rejas. Ella y los ‘sabuesos’ a sus órdenes dedicaron mucho de su esfuerzo a ‘pinchar’ las comunicaciones de magistrados de la Corte Suprema colombiana, opositores políticos, líderes sindicales, delegados de ONG, periodistas, etc. El objetivo: obtener información para emplearla en contra de los blancos del espionaje y así desacreditarlos públicamente.
El ‘teleserial’ del DAS fue bautizado en Colombia como el escándalo de las ‘chuzadas’. Este es uno de los tantos capítulos oscuros del legado -igualmente tenebroso- que dejó el doble mandato del expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).
Antes de entregarse a las autoridades colombianas, para ser procesada, Hurtado se refugió a lo largo de cuatro años y meses en Panamá, para evitar la acción de la Justicia. Pero con la asunción del presidente Juan Carlos Varela, el asilo panameño se vino abajo y la Interpol incluso emitió una circular roja con su nombre. La mujer, que fue motejada como ‘La coneja’, por haberse disfrazado así para una fiesta en Ciudad de Panamá, no es la única que está presa. De los 68 colaboradores en principio señalados por las ‘chuzadas’, 20 ya han recibido sentencia. Uno de ellos es el exdirector de Inteligencia del DAS, Carlos Alberto Arzayús, quien purga una pena de nueve años de prisión.
La trama de espionaje tejida por Hurtado y sus cómplices -ahora simples reos de la Justicia- ofrece muchas lecciones.