Bergoglio vs. Francisco: en qué cambió el Papa desde que asumió

Sus amigos y conocidos destacan los cambios en la personalidad del papa Francisco, en relación a cuando era arzobispo Fotos: GDA y EFE

Sus amigos y conocidos destacan los cambios en la personalidad del papa Francisco, en relación a cuando era arzobispo Fotos: GDA y EFE

Sus amigos y conocidos destacan los cambios en la personalidad del papa Francisco, en relación a cuando era arzobispo Fotos: GDA y EFE

Quienes lo frecuentaban en Buenos Aires no tienen dudas: Francisco es Bergoglio, pero está distinto. En cambio, quienes se sorprenden con sus gestos y con la apertura que torció el rumbo de la Iglesia concluyen que experimentó una metamorfosis.

Todos coinciden en que el bajo perfil que cultivaba como cardenal, el gesto adusto y la negativa a dar entrevistas periodísticas, por citar tres marcas registradas de su pasado porteño, fueron superados por la imagen de un Papa extremadamente activo, que a los 78 años se siente cómodo entre las multitudes, como las que lo reciben en cada tramo de su viaje por América del Sur.

"Quienes lo conocían de cerca, en privado, afirman que es el mismo padre Jorge de siempre. Los que notan un cambio más grande son los que no veían más que su figura pública, austera, distante y hermética. Para ellos, el Papa es una sorpresa muy grande", resumió, en diálogo con LA NACION, el periodista y escritor británico Austen Ivereigh, autor de El gran reformador, una de las más completas biografías escritas sobre el Pontífice argentino.

La imagen de que Francisco es Bergoglio pero está distinto es percibida por el padre Carlos María Galli, exdecano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA), que participó como perito en la asamblea de obispos latinoamericanos de Aparecida, en 2007, que afianzó el liderazgo de Bergoglio en la región.

"Está distinto porque nos muestra la transformación que ha obrado Dios en él. Pero también por la misión de suceder a Pedro y por el amor que recibe del pueblo de Dios", sintetizó, en clave religiosa. Y agregó un dato irrefutable: "En Buenos Aires él podía elegir los momentos de bajo perfil y los momentos en que estaba en la vidriera. Ahora está siempre en la vidriera".

"El viaje de Buenos Aires a Roma le sumó millas y le restó años", dijo a LA NACION el rabino Marcelo Polakoff, que almorzó con Francisco en Santa Marta, junto a una delegación de la comunidad judía.

Para Nieves Tapia, que animó varias actividades de la Iglesia desde el Departamento de Laicos del Episcopado, ahora es mucho más público su acercamiento a la gente. Explicó que "la alta visibilidad pública que hoy tiene contribuye a despejar algunos fantasmas que se le atribuían cuando estaba en Buenos Aires", como las acusaciones por su actuación durante la dictadura militar. "Ahora se sabe que no solo no tuvo responsabilidad, sino que salvó a mucha gente", explicó.

Entre otros testimonios, el padre Galli citó ejemplos de señales que se perciben hoy en Francisco y quizá no eran tan visibles en Bergoglio, aunque estaban presentes.  

La alegría. "Bergoglio siempre tuvo una alegría interior fuerte. Pero ahora lo manifiesta más. La sonrisa de Francisco es la sonrisa de Dios en un hombre serio que se dejó transformar por el Espíritu Santo y por la misión de ser el Papa de todos", señaló Galli.

Los pobres. Hay continuidad en su preocupación por los "excluidos y sobrantes". Desde su origen como jesuita centró su prédica en Cristo y los pobres. Hoy, en Evangelii gaudium, expresa que dos de los problemas principales de la humanidad son la inclusión de los pobres y el diálogo por la paz.

La ternura. Siempre habló de que el pastor debe comunicar la ternura y el consuelo de Dios. "Ahora la revolución de la ternura la va llevando con gestos", dijo el teólogo.

La corrupción. Publicó un escrito sobre esta materia en 1991, donde distingue entre ser pecador -una falta específica- y ser corrupto, que implica un estado permanente de pecado.

Recen por mí. Siempre lo dijo. Al hacerlo como Papa, cobra una dimensión mayor.

América Latina. Siempre mostró una clara conciencia latinoamericana. Hoy la ratifica con su decisión de entrar a Estados Unidos por Cuba, en septiembre. Antes de que surgiera la invitación de Raúl Castro, tenía previsto llegar desde México, reveló Galli.

Hay consenso en que el rostro que Francisco irradia hoy al mundo ayuda a comprender la renovación que impulsa en la Iglesia. "No se trata de un cambio de estructuras. Incluso en Buenos Aires él no hizo grandes transformaciones. Lo que hizo en la Argentina y ahora promueve en Roma es ayudar a entender la misión de la Iglesia de otro modo", explicó a LA NACION otro sacerdote que lo conoce de cerca.

A pesar de su alegría y su sonrisa, cuando hay que ponerse serio, se pone serio. "Tiene homilías muy severas", observó Nieves Tapia, al recordar el mensaje de diciembre a la curia, cuando alertó sobre las enfermedades que aquejan a la Iglesia, y la misa que ofició ante políticos italianos en marzo de 2014, cuando advirtió sobre "la clase dirigente alejada del pueblo, cerrada en el propio grupo, en el partido y en las luchas internas".

En esa ocasión, el diario La Repubblica opinó: "Ahora saben los políticos italianos qué se siente en los tedeums".

Suplementos digitales