Kanuengnit Techoran, de 54 años, conducía su Toyota Corona por las calles de la capital tailandesa el viernes por la noche (22 de julio del 2016). Lo acompañaba su hija, de unos 20 años.
En determinado momento, se descompensó. Primero se dijo que tuvo un ataque de epilepsia, pero luego los medios locales apuntaron a un infarto como causa. Lo cierto es que perdió el conocimiento y el control del auto.
El vehículo ingresó por el frente del Santuario de Erawan, un lugar sagrado constantemente visitado por mucha gente. A su paso embistió contra varias personas.
Afortunadamente, no murió nadie. El saldo fue de cinco heridos, todos turistas: dos chinos, dos malasios y un singapurense.
Hace poco menos de un año, el santuario había sido blanco de un funesto ataque terrorista. Una bomba mató a 20 personas, la mayoría turistas chinos.