“La institución familiar es la base y la que tanto aporta al bien común de todos”. Las palabras del papa Francisco arrancaron lágrimas y alegría entre los miles de feligreses que la mañana de este lunes 6 de julio acudieron a la misa campal en en Guayaquil. “En la familia, y de esto todos somos testigos, los milagros se hacen con lo que hay, con lo que somos, con lo que uno tiene a mano. No es el ideal, no es lo que soñamos ni lo que debería ser”, dijo en una emotiva homilía en el parque Samanes.
El papa Francisco inició su primera misa en Ecuador después del mediodía. Antes, estuvo en el Santuario del Señor de la Divina Misericordia. Su Santidad llegó al parque Samanes pasadas las 11:40 en el auto Fiat gris en el que se movilizó desde la Base Aérea Simón Bolívar. Subió al papamóvil y recorrió un sendero de 4 km, por las calles internas del campo eucarístico, para saludar a los católicos que habían llegado para verlo a Samanes, muchos desde el último sábado.
En el automotor lo acompañó el monseñor Antonio Arregui, arzobispo de Guayaquil. A las 12:00, Francisco bajó del vehículo y saludó con los sacerdotes que se encontraban presentes. En la Sacristía se revistió con los ornamentos para presidir la Eucaristía y orar. A las 12:12, el Santo Padre salió hacia el templete. En ese momento se entonó Pueblo de reyes, uno de los signos más antiguos de la Iglesia.
El Papa salió con un báculo de madera, en cruz, utilizado como un signo de poder en la Iglesia. Purificó con incienso el altar. Después inició la misa, seguido por el acto de penitencia. “Para que el señor venga con cariño a visitarnos”, dijo.
Las lecturas para la Eucaristía fueron tomadas de Eclesiásticos y de la carta del apóstol San Pablo a los colosenses. Asimismo, se hizo la lectura del Santo Evangelio según San Juan 2, 1-11.
En el sermón, el Papa habló sobre el afán de Jesús por enseñar, acompañar y sanar. Luego se refirió al Evangelio de Juan, en el que se relatan las bodas de Caná. Destacó la fe de la Virgen María, quien puso sus preocupaciones en manos de Jesús, y destacó el valor de la familia que constituye para él “la gran riqueza social que otras instituciones no pueden sustituir”.
También comparó el vino del cual se hablaba en el Evangelio, con la carencia de amor. “El servicio es el criterio del amor. El que ama, sirve y se pone al servicio de los demás. Eso se aprende en la familia, porque ahí nadie es descartado; todos valen lo mismo”. Habló de María como una mujer humilde y amorosa y animó a la multitud a repetir “María es madre”.
El Santo Padre comentó que un día le preguntaron a su madre a cuál de sus cinco hijos le tenía más apreció y ella respondió que los quería como “los dedos, si me pinchan éste, me duelo mismo que si me pinchan el otro”, relató Francisco.
También se refirió a la familia como la base de la sociedad. “La familia es el mejor asilo para los ancianos. Es la mayor riqueza social que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada”, destacó el Papa.
En la homilía, el Papa adelantó que próximamente la Iglesia celebrará el sínodo de las familias, para hallar soluciones a las dificultades que enfrentan. “El mejor de los vinos está en la esperanza y está por venir para cada persona que se arriesga al amor (…), aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario. Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir. Susúrrenselo a los desesperados o desenamorados”.
Papa Francisco saluda a los peregrinos que se encuentran en el parque Samanes. Foto: Rodrigo Buendía / AFP
A las 13:02, el papa continuó con la purificación de las ofrendas colocadas sobre el altar. Cuatro celebrantes acompañaron al Santo Padre. A las 13:20 los asistentes al parque Samanes se dieron la paz y se procedió a dar la comunión. Unas 250 000 hostias fueron repartidas en el acto.
Luego de la misa, el papa Francisco se trasladó sonriente y saludando desde un vehículo cerrado hasta el colegio Javier, donde tenía previsto almorzar y descansar.