Cada médico fija el costo de la consulta según el sector geográfico
Redacción Sociedad
El pequeño cuarto con pisos de baldosas está dividido en dos. Una tabla tríplex separa la sala de espera y el consultorio donde el odontólogo Juan Fernando Saavedra atiende a sus pacientes. El local está ubicado en plena zona comercial del popular barrio Comité del Pueblo, en el norte de Quito. Ahí Saavedra diariamente recibe hasta 10 pacientes.
Pero el profesional, graduado en la Universidad Central hace 20 años, cuenta que no tiene muchos ingresos, “porque una calza en amalgama (blanca) solo cuesta USD 6”. A 30 metros de este consultorio se ubica el centro médico Primavera, donde labora Marco Román, otro odontólogo que por el mismo tratamiento cobra 8.
Tan profesional es del norte, del sur o de los valles.
Luis Palma
Odontólogo de la Villa FloraY a 200 metros del lugar, cuando termina la avenida Francisco Rebolledo y comienza la av. Eloy Alfaro, Blanca Tapia cobra USD 7 y regala desinflamantes que le llegan como muestras.
Los precios de este tratamiento suben hasta USD 50 en consultorios que operan en zonas residenciales como El Batán, González Suárez, El Pinar. Y bajan a un promedio de 20 en barrios del centro de Quito, como la Loma Grande, San Marcos, La Tola… En el país, las tarifas médicas no tienen regulaciones y varían de acuerdo con el sector donde esté ubicado el consultorio.
El único parámetro existente es el Código de Ética de la Federación Médica Ecuatoriana. El artículo 56 cita cinco factores para determinar el costo de la atención. Allí constan, por ejemplo, el prestigio profesional, costumbres del paciente, honesto pacto económico entre las partes, etc.
El vicepresidente del Colegio Médico de Pichincha, Juan Pasquel, quien por realizar terapia del dolor a sus pacientes cobra USD 30 la consulta, suma otras medidas que no constan en ninguna norma médica. Pasquel sostiene que los galenos de las zonas residenciales tienen mayor preparación académica que los del sector periférico. Opina que los primeros viajan más al exterior a prepararse académicamente. Y que en el sur de Quito el impuesto predial por mantener el consultorio es de USD 20, mientras que en las zonas residenciales es más alto.
Por el local que Pasquel tiene en las calles Ramírez Dávalos E2-40 y Páez paga USD 60 por impuestos. “Además debo cubrir 350 cada mes por el sueldo de la secretaria, 19 por teléfono y 21 por condominio. Mientras en el sur todo cuesta menos…”, manifiesta.
Ángel Bonifaz es pediatra y trabaja en Guajaló, en el sur de la capital. El médico defiende su trabajo y dice que Pasquel se equivoca. Para ello muestra cursos realizados en México y Argentina. “No estamos en el centro o norte de la ciudad, porque aquí también hay clientela y nuestros precios son populares”. Cada día, atiende hasta 15 personas y cobra USD 8 por consulta. “Aquí nos hacen de menos, pero tenemos una formación como todos”. En su consulta tiene una secretaria y dos médicos más que lo ayudan. José Paucar se hace atender ahí y dice que lleva siete años con él. “No he tenido necesidad de ir a otro doctor, porque las calzas, por ejemplo, son muy buenas. Mis hijos también vienen acá y también les ha ido bastante bien”.
En el sector de la Villa Flora (Alonso de Angulo E1-44 y Maldonado, en el sur), el odontólogo Luis Palma, con 25 años de experiencia, atiende en su consultorio particular. “Tengo una formación en Miami y permanentemente estoy revisando nueva literatura. Tan profesional es del norte, del sur o de los valles”.
En el segundo piso del edificio de Dentalmetrópoli, una secretaria recibe a los pacientes que buscan atenderse con Palma y se acomodan en las sillas de la amplia sala de espera. A las 10:00 del viernes 6, el odontólogo atendía a Malena Castillo y a su hija de 3 años que viven en el valle de los Chillos. La madre cuenta que no confía en ningún médico del lugar donde habita y que por ello permanentemente acude al sur de Quito para curarse.
Rogelio Santa Cruz tiene otro criterio. Su tío sufre artritis reumatoidea y desde hace dos años se atiende con el médico reumatólogo Fuad Terán, quien tiene el consultorio en la Clínica Internacional (av. América N32-82 y Atahualpa, en el norte). Los pacientes que se atienden con Terán pagan USD 30 la consulta, pero Santa Cruz dice que eso no importa, con tal de que su tío se recupere.
Para evitar esta fluctuación en los precios, el Ministerio de Salud no descarta iniciar una regulación, aunque la ministra Caroline Chang niega que se vaya a establecer una tarifa techo de USD 15 como temen los médicos. “Lo que hemos trabajado en forma conjunta con el Seguro Social, Fuerzas Armadas, Policía, sector privado… es establecer valores estándares en atención, de tal manera que podamos abrir los servicios de salud públicos y privados y (estos) no cueste al usuario”.
El viceministro de Salud Pública, Ricardo Cañizares, reconoce que la estandarización de costos se estudiará en lo posterior. “Algún rato tendremos que entrar a analizar esta situación y cuando lo hagamos será con la participación de ellos (médicos)”.
Pero el ex presidente de la Asociación de Clínicas Privadas, Leonardo Pazmiño, califica de inconveniente la propuesta. Él tiene su propia consulta en las calles Páez y Robles (en el norte de Quito). Por cada consulta cobra de USD 45 a 50 y a diario atiende hasta 10 pacientes.
El temor de Pazmiño es que con el techo que se ponga en los precios los médicos no atenderán con la misma calidad y tratarán de captar el mayor número de personas, para obtener ganancias.
La norma de la Organización Mundial de la Salud (OMS) determina que a cada persona el médico debe dedicar hasta 10 minutos en la consulta, aunque aquello, en el país, no está regulado. La infraestructura y los equipos que se utilizan en los consultorios tampoco son calificados por el Ministerio, como lo establece la Ley Orgánica de Salud aprobada en 2006.
Saavedra, por ejemplo, atiende con lo básico: luz halógena, esterilizadora, sillón, compresor y turbina. Para Pasquel, el equipamiento es otro parámetro para que los precios fluctúen en relación con otros consultorios que tienen equipos “modernos y avanzados”.
Testimonio
Eduardo Heredia / Paciente
‘Sería bueno que hubiera tarifa fija’
Como presidente del Comité de Pacientes Renales tengo que decir que regular las tarifas médicas sería muy bueno, porque va en beneficio de todos.
Cuando se enferma un familiar no podemos llevarlo a una buena clínica privada, porque solamente la consulta cuesta, como mínimo, USD 30. De allí puede llegar hasta 50. Entonces, esto es durísimo más aún cuando uno no es afiliado. A mí mismo me ha pasado que no puedo llevar a un familiar a un consultorio particular, porque no he tenido plata.
En mi caso personal soy afiliado al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y ahí me ayudan con la diálisis, porque sufro de insuficiencia renal. Pero si no tuviera esto sería imposible tratarme. Mucha gente ha gastado mucha plata y no se ha podido curar.
Gente que no tiene un seguro es terrible. Un médico nefrólogo me decía que el problema renal es una enfermedad de ricos. Pueden tener mansiones y mucho dinero, pero con ello no se curan. Y los pobres solo tienen que esperar hasta cuando puedan, porque en los hospitales no atienden.