María Augusta Hermida, rectora de la Universidad de Cuenca. Foto: cortesía Universidad de Cuenca
María Augusta Hermida, rectora de la Universidad de Cuenca
En una pancarta, ubicada en la planta baja del rectorado de la Universidad de Cuenca, constan los nombres de nueve pioneras que dejaron un legado en este centro de estudios. Es una línea de tiempo que se inicia con Matilde Hildago, quien fue la primera mujer estudiante en 1914, y finaliza con María Augusta Hermida, la única rectora que ha tenido esta institución en sus 153 años de historia.
Para llegar a ese cargo, Hermida superó obstáculos sociales y profesionales. El primero fue una suerte de peregrinaje por algunas carreras hasta encontrar la adecuada. Empezó con Ingeniería de Sistemas en la Politécnica Nacional.
En sexto ciclo identificó que no era lo que quería. Luego, incursionó en Sociología, en la Católica de Quito. La cuencana vivió en esa ciudad desde que tuvo dos años por el trabajo de su padre, quien era médico e investigador.
Cuando cursó el primer año se casó con el arquitecto Javier Durán y retornó a Cuenca. Allí, se matriculó en Filosofía, en la Universidad del Azuay. Para ese entonces ya tenía al primero de sus dos hijos.
Pero, también, abandonó eso, quiso compartir aulas con su hermana menor Carla. Se matricularon en Arquitectura, en la Universidad de Cuenca. Esa profesión le gustó porque combinaba los ámbitos técnicos, social y artístico.
“Siempre ha sido fuerte, decidida, valiente y muy protectora de sus hijos, hermanas y padres. Se siente responsable de mejorar las condiciones de la ciudad y del planeta”, de esa forma describe Carla Hermida a su hermana.
A la actual rectora le gusta contar sus cambios de carreras porque “los jóvenes piensan que la vida es una línea recta y no es así… Es un camino con subidas y bajadas y lo que se piensa que es un fracaso, en realidad es una oportunidad”.
En el 2002, una vez que se graduó de Arquitecta, se radicó en Barcelona junto a su esposo y sus hijos Martín y Josué. La intención de ambos fue cursar sus maestrías y doctorados. Para ello, vendieron su vehículo, taller de carpintería, bienes y usaron sus ahorros. Su plan inicial era vivir un año y medio, pero se quedaron cinco. Ella se vinculó a la Universidad Politécnica de Cataluña.
“Se logró porque ella es muy organizada en lo profesional, laboral y en el hogar. Planifica el futuro y nos orienta en el cumplimiento de cada una de las tareas”, cuenta Durán.
Para él, su esposa siempre tuvo un perfil político y por trabajar en bien de la comunidad. “Cuando regresó a Cuenca, ella decidió que podía ayudar a mejorar la universidad y asumir un liderazgo”. Y así fue al ser una de las fundadoras del Grupo de Investigación Ciudades Sustentables Llacta Lab, que Hermida dirigió.
El objetivo es pensar sobre la vida urbana de Cuenca en función de la sostenibilidad. Es un trabajo interdisciplinario. También, dictaba teoría de la arquitectura del siglo 20 y taller de proyectos de diseño arquitectónico.
Desde el 2012 está dedicada a tiempo completo a la Universidad de Cuenca y dejó de laborar en la constructora familiar Durán-Hermida. Ella se encargaba de pensar los proyectos de manera integral con el entorno y el aporte a la ciudad.
Cuatro años después fue candidata al vicerrectorado, pero perdió las elecciones. Dos años más tarde, ella escuchó la canción Yo vengo a ofrecer mi corazón en la que Mercedes Sosa inicia con la frase: “Quién dice que todo está perdido…”.
Fue su motivación y la de su grupo para impulsar el proyecto que le llevó al rectorado junto con los vicerrectores Juan Espinoza y Monserrath Jerves. Buscan que la universidad se actualice, cumpla su rol social y que la gente esté bien.
Para Hermida, ser la primera rectora es un orgullo porque muchas mujeres -durante más de un siglo- trazaron ese camino. “Eso significó romper las barreras culturales y sociales”. Según ella, rompió esas barreras. “Cuando inicié en Arquitectura ya tenía un hijo y el segundo nació cuando estaba en quinto ciclo. Eso implicó combinar los estudios y mi familia… Ahora me suelen preguntar cómo comparto mi tiempo entre el rectorado y mi hogar. Eso nunca le preguntarían a un rector”.
Para Hermida se requieren políticas institucionales y sociales para que se entienda que la mujer puede ser líder y plantear proyectos interesantes y que es solvente en la academia e investigación. Por ello, uno de sus objetivos es visibilizar el aporte de las mujeres para que las estudiantes tengan más posibilidades de ser investigadoras, decanas o rectoras. El primer paso lo dio. Logró un equilibrio entre hombres y mujeres a cargo de los principales cargos administrativos en esta universidad.
Otra meta es que el tema de género sea transversal en las mallas curriculares para no solo ofrecer buenos profesionales a la sociedad, sino que también sean seres integrales y solidarios. En el ámbito académico, impulsa un modelo híbrido, que contemple la virtualidad para las cosas que se pueden efectuar vía digital y presencialidad, para lo que demanda la interacción como las prácticas preprofesionales, laboratorios…
Otra arista es la formación continua y posgrados virtuales. Su idea es llegar al resto del país y al exterior.
Silvana Larriva, quien también fue una de las pioneras al ser la primera vicerrectora de esta universidad cuencana en el 2011, dice que Hermida debe ejercer el cargo con equidad y pluralismo, respetando el pensamiento de los demás.
Su hoja de vida
La cuencana es máster en Proyectos Arquitectónicos e Informatización del Proyecto Arquitectónico y Doctora en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Catalunya. En el ámbito profesional ha ganado premios por su proyectos.