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Los laboratorios dejaron de atender

Redacción Sociedad

Los pasillos que dan al consultorio del médico ginecólogo Rafael Unda están totalmente oscuros.  Él atiende en el segundo piso del edificio Concresa (6 de Diciembre y Colón). Pero ayer permaneció sin pacientes, porque los apagones afectaron a ese sector de 06:00 a 11:15 y no pudo utilizar ningún  equipo.

“Yo hago ecografías   y sin luz el equipo no se prende. Además, tenía que recibir a una paciente de 80 años y tampoco pudo venir, porque no hay ascensores y no puede subir por las gradas”. Solo en esa paciente perdió USD 30 y en el tiempo que duró el apagón debía atender a tres personas.

En la planta baja de este mismo edificio   permaneció sin energía el laboratorio clínico del médico Hernán Godoy. Grace Toapanta fue la única que la mañana de ayer permaneció en el  lugar.  A primera hora recibió a un cliente que buscaba de urgencia cinco exámenes para presentar en una empresa que  le  ofreció trabajo,  pero no lo atendieron por falta de energía para  los    microscopios.

A diferencia de los hospitales públicos, estos centros privados carecen de generadores eléctricos y dependen exclusivamente del servicio que proporcione la empresa eléctrica.

La clínica San Francisco, que también opera en este sector, tenía  planta propia. Sin embargo, ayer colapsó y un paciente del IESS que se hallaba en terapia intensiva fue trasladado de inmediato al hospital Carlos Andrade Marín. Otro seguía en el centro.
 
El personal de Imagenisco, un centro privado   que  realiza   rayos X, tomografías, resonancias magnéticas, se mantuvo     frente a los equipos apagados.  Margarita Canelos,  representante  de la  casa asistencial, calcula que  cada hora se pierden hasta USD 1 000.
 
Lo  único que decían a los  pacientes  es que  vuelvan otro día. En caso  de que el   examen  se   necesite de    urgencia, los usuarios fueron remitidos a otras clínicas.     
Miriam Espinosa esperó hasta que la luz volviera   Buscaban un eco pélvico para su sobrina.  “Esto  es demasiado,  el Gobierno  debería    trabajar en proyectos a  largo plazo y que no nos afecte”. 
       
La  ira también fue evidente en  Hernán Noboa, médico patólogo que tiene  un laboratorio clínico en el norte de Quito. En este  servicio laboran cuatro personas y los apagones obligaron a  permanecer  en   actividades  diferentes.
       
Noboa  contó que  los reactivos para los exámenes debe llevarlos   a la  refrigeradora  de  su domicilio y cuando allí se quedan sin luz los traslada al laboratorio. 
  
Este problema se siente desde la semana pasada. En el sector de la Villa Flora (sur de la ciudad),  los consultorios permanecieron en tinieblas.   El médico  pediatra Patricio Núñez  se fue del consultorio hasta que el servicio retornara. “Así no se puede trabajar, porque  los pacientes vienen  y  lo único que     decimos es    que   venga otro día, para ver si tenemos luz”.