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El fenómeno de El Niño generó drama y convocó a la solidaridad

Ecuador volvió a sentir la fuerza del fenómeno de El Niño a finales de 1997 y a inicios de 1998. En enero de este último año, las cifras oficiales informaron de 1 000 damnificados solo  en Guayas.

La solidaridad se materializó a través de una teletón que recaudó 4 434 millones de sucres. Para febrero, El Niño incrementó su intensidad. La Defensa Civil se vio obligada a declarar, nuevamente, la alerta roja en Guayas, Manabí, Esmeraldas y El Oro. En esta última, el desbordamiento del río Zarumilla, en el límite con Perú, anegó el 60% del sector comercial de Huaquillas. 1 000 personas de esa localidad fueron evacuadas.

Entre junio y julio del mismo año, el fenómeno climático pasaba sus primeras facturas: USD 35 millones en pérdidas económicas en Esmeraldas y USD 113 millones en daños al sector camaronero en Guayas. La Cámara Nacional de Acuacultura estimó que 150 000 hectáreas se destruyeron. Los daños se extendieron a la red vial de la península, con pérdidas considerables para el turismo.

En Esmeraldas, los restaurantes, discotecas y bares ubicados en el sector Las Palmas fueron los más afectados. La Defensa Civil sugirió al Comité de Operaciones de Emergencia que autorice el desalojo de los vecinos. Ellos fueron ubicados en sitios provisionales.

A inicios de 2002, el fenómeno asoló otra vez al Litoral ecuatoriano. Esmeraldas, Guayas y Manabí fueron las provincias más afectadas.

El testimonio de aquellos días

Carlos Omar Muñoz Montaño. Vive en el sector Las Palmas (Esmeraldas)

‘El invierno de 1998 fue el peor que vivimos’

Redacción Esmeraldas

El invierno de 1998 fue el peor que me ha tocado vivir. Era a inicios de febrero, me acuerdo. Cuatro meses antes se escuchaba que había llegado el fenómeno de El Niño. Lo cierto es que comenzó a llover intensamente, de día y de noche, como solo se ve  en las películas.

En mi casa, ubicada en el malecón de Las Palmas, todos estábamos preocupados. Las precipitaciones eran tan fuertes que yo le comentaba a mi esposa que me parecía que alguien nos lanzaba agua con un balde.

¿Por qué está aquí?
Su experiencia. Esmeraldeño, de 51 años. Desde hace 20 años tiene el restaurante Oh Mar. Muñoz fue testigo de los daños que causó  el fenómeno de El Niño, que azotó a la provincia en  el último trimestre del 1997 y en los cinco primeros meses del 1998. También es uno de los promotores del turismo.

La creciente que bajaba de las lomas complicó la situación. Estuvimos inundados varios días. Los dueños de la mayoría de bares y restaurantes que funcionan en este sector cerraron sus puertas. Se formó un lodazal, por donde era imposible caminar. Pocos clientes llegaban a mi local. Yo siempre he trabajado en la atención al turista.

Tengo un restaurante, por más de 20 años, en este sitio. En ese invierno la gente no venía y la desesperación empezó a apoderarse de nosotros.

Una noche, mientras yo descansaba con mi esposa en el segundo piso del restaurante, en donde vivimos, escuché un estruendo terrible. Era como que una roca gigante se partía. Salimos apresuradamente y vimos el inicio de una serie de deslaves, que cubrieron al menos una línea de 500 metros.

Ahí quedaron enterrados muchos negocios. Gracias a Dios mi local quedó intacto. Al otro lado de mi negocio quedaron enterradas las discotecas Rolling’s, Roy Julian, Keos... 

Los personales de la Defensa Civil, Cuerpo de Bomberos y Policía llegaron para prestar auxilio. Nosotros, los propietarios de los negocios, con pala en mano también colaboramos.

Luego, por sugerencia del Comité de Operaciones Emergentes (COE) me mudé, durante dos años a otro lugar. Pero finalmente regrese al malecón de Las Palmas, donde seguiré hasta que Dios disponga.

Durante las inundaciones murió una persona. Era un indigente que merodeaba por el sector. Un informe de la Defensa Civil indicaba que 15 establecimientos quedaron bajo tierra y piedras. También señalaban que hubo cuatro heridos, 39 damnificados y 69 afectados.

Por esos días, al igual que las lluvias, las malas noticias no paraban. La crecida del río Esmeraldas inundó los barrios Aire Libre, La Chamera, Santa Cruz, Isla Piedad, El Pampón, entre otros, asentados en sus orillas. 

La gente se vio obligada a refugiarse en las casas de amigos y parientes que habitaban en sectores más altos de la ciudad. Pero quizá los más grave fue un deslave en el sector de Aire Libre. La loma se derrumbó, bloqueando la vía por el sur. 

Pero aún estaba por suceder lo peor. Las intensas lluvias produjeron más inundaciones y deslizamientos. El más grave, el 26 de febrero, produjo la ruptura del oleoducto y poliducto, a pocos metros de las Villas de Petroecuador.

El combustible avanzó por el río Teaone, generando un incendio que duró seis horas. Todo ocurrió pasadas las 22:00. Era una locura. Sonaban los camiones de Bomberos, las ambulancias, los pitos de los autos... No hay duda que ese fue el peor incendio que hayamos vivido los esmeraldeños. Hubo 21 muertos y 137 heridos.

Las publicaciones de los periódicos ayudaron para que las autoridades se enteren de lo que pasaba acá. Caso contrario, no hubiera llegado la ayuda.