El femicidio, un drama que envuelve a más familias en el Ecuador

Familiares de Cinthia Zula hicieron un plantón en los exteriores de la Corte  Nacional para pedir justicia por el femicidio de la adolescente de 16 años. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Familiares de Cinthia Zula hicieron un plantón en los exteriores de la Corte Nacional para pedir justicia por el femicidio de la adolescente de 16 años. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Las familias de las 450 mujeres que han sido asesinadas por sus parejas desde agosto del 2014, cuando se tipificó el femicidio en el COIP, hasta este enero del 2021, piden justicia. Foto: Cortesía

450 mujeres han sido asesinadas por sus parejas desde agosto del 2014 cuando se tipificó el femicidio en el Código Integral Penal (COIP) hasta este enero del 2021. Hasta el 2014 las muertes de mujeres eran tratadas como asesinatos u homicidios, pero la inclusión de ese delito se dio después de la conmoción y el debate causado por el crimen de Karina del Pozo.

La joven quiteña de 19 años fue reportada como desaparecida en febrero de 2013.

Días después fue hallada muerta en un terreno baldío y con signos de haber sido violada.

Su caso se convirtió en un emblema y un año después se tipificó el femicidio como una muerte violenta con características diferentes a un homicidio.

Este crimen se configura cuando entre la víctima y el agresor hay una relación de pareja, laboral o de poder. También, la norma reconoce el ensañamiento en el cuerpo de la mujer por razones de género y su muerte como consecuencia de relaciones machistas.

El año pasado, 2020, se registraron 77 casos, según datos de la Policía. Significa 10 víctimas más que en el 2019 y con relación al 2018 también es un incremento.

Cinthia, Géneris, Jimena, Amanda, Laura, Ángela, María, Ana, Cristina, Lorena… Los nombres de las víctimas son recordados por sus seres queridos, quienes piden justicia y que estos hechos no enluten a más familias.

En algunos casos, los allegados han realizado plantones y en otros han elaborado páginas web en donde se recuerda cómo eran, cuáles eran sus sueños y por qué fueron asesinadas.

Estas son algunas de sus historias:

Familiares de Cinthia Zula hicieron un plantón en los exteriores de la Corte Nacional para pedir justicia por el femicidio de la adolescente de 16 años. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Cinthia Zula tenía 16 años cuando desapareció el 2 de enero del 2020. Tres días después, su cuerpo fue hallado sin vida entre matorrales, cerca de El Teleférico, en el norte de Quito. En la Fiscalía, su caso pasó de ser una desaparición a muerte violenta. El examen médico legal reveló que Cinthia murió por un golpe en la cabeza y además fue víctima de violación.

Los familiares comenzaron desde ese momento la búsqueda de justicia. Ellos recogieron las primeras pistas. Por iniciativa propia recabaron las imágenes de las cámaras de seguridad que se hallan en el sector de El Teleférico.

Para agosto del 2020, la Fiscalía ya tenía un sospechoso: un adolescente de 16 años, quien se declaró culpable e intentó acogerse al procedimiento directo.

Esta es una figura legal que reduce la pena de quienes aceptan su responsabilidad.

En una primera instancia fue condenado a siete años de internamiento institucional.

El joven apeló la decisión, pese a que la prueba de ADN hecha al cuerpo de la víctima identifica el perfil genético del adolescente, sostiene la familia de Cinthia.

En la segunda instancia se le negó el recurso, pero cuando el caso llegó a la Corte Nacional los jueces anularon una parte del proceso.

Lo que ocurrió fue que durante la cuarentena se realizó una audiencia que no fue notificada y por esa falla el caso regresó a audiencia preparatoria de juicio.

Según Jorge Cancino, abogado de la familia Zula, eso significa que la sentencia fue anulada y que el caso debe volver a ser juzgado.

La madre de la víctima señala a la falta de diligencia de parte de la Fiscalía. Espera que el sospechoso del crimen de su hija cumpla con su condena y que las autoridades no permitan que fugue o dejen el caso en impunidad.

El padre de sus hijos es señalado por la muerte de Lizeth

La familia de Lizeth Riofrío espera que la justicia sentencie con la máxima pena al responsable de su muerte. Foto: Cortesía

La familia de Lizeth Riofrío, de 31 años, aún recuerda sus grandes ojos verdes, la curiosidad con la que examinaba todo y los sueños de un futuro mejor para sus dos hijos.

Ella estudiaba derecho y quería que sus hijos se hagan policías. El 6 de agosto del 2020 todo se truncó. Fue apuñalada 35 veces por su expareja.

Ese día, Lizeth salió de su casa, en el sur de Tulcán, en Carchi, y se encontró con el padre de sus hijos. Ya tenían meses separados, indicó un allegado, pero la relación era de “idas y venidas”.

Ese día, la joven se dirigió con su expareja al motel Las Palmas, en las afueras de Tulcán.

Las cámaras de vigilancia grabaron el momento en que llegaron en el carro conducido por él. Dos horas después de haber ingresado a la habitación, un amigo de la expareja recibió un mensaje de texto: “Llama a mi tía Fanny y dile que venga al motel, porque parece que maté a la Lizeth”.

Tres horas más tarde, la Policía ingresó a la habitación y encontró el cuerpo de la joven sin vida y junto a él su es expareja.

Tenía cortes en el cuello y tórax, porque se había intentado suicidar. Perdió sangre, pero fue estabilizado en el hospital Luis Gabriel Dávila, en Tulcán.

Sibson Pozo, defensor de la familia de Riofrío, dice que las investigaciones en la Fiscalía han avanzado y que con todas las evidencias esperan que la justicia imponga la máxima pena en contra del agresor.

Ángela tenía 18 años; sus planes se truncaron

Ángela Osorio fue asesinada por su novio de 21 años. Su hermana pide que la investigación de este caso sea transparente. Foto: Cortesía

Ángela Osorio tenía 18 años y quería ser azafata. Sus sueños eran viajar, aprender inglés, ganar dinero y ayudar a sus cuatro hermanos menores, con los que se había criado en una casa hogar.

La joven era colombiana. Llegó al Ecuador tras huir de la violencia y fue acogida por diferentes fundaciones, hasta que el Estado le retiró la tutela a su madre. Ella, con 13 años, ingresó a una casa de acogida.

Allí conoció a la persona que la mató. El hecho sucedió el 29 de noviembre del 2020. Ese día su novio la asfixió con una almohada después de haber tenido una discusión.

Según información policial, el hombre de 21 años reaccionó de forma violenta cuando la joven le contó que ya no era virgen.

Sarahí, hermana de Ángela, dice que este crimen se podía haber evitado. Cuenta que meses antes había advertido a la fundación a cargo de su hermana sobre la relación con el joven.

Dice que su hermana se encontraba en una situación de doble vulnerabilidad.

Primero, porque la joven pertenecía a un programa de acogimiento institucional y segundo, porque su novio la golpeaba.

“Ella no me quería contar al principio, pero yo le decía que confiara en mí, que yo era su hermana mayor”. Sarahí dice luego de conocer los detalles de la relación acudió a la casa hogar, pero no fue escuchada.

“Advertí a las autoridades del centro, en más de 10 ocasiones, sobre los problemas de mi hermana y su relación, porque se supone que ella estaba al cuidado de esa institución, pero nunca me hicieron caso”.

Sarahí cuenta que unos meses antes de la muerte, Ángela le preguntó qué era una dama de compañía. “Yo le dije de lo que se trataba y ella me comentó que su novio la quería llevar a la Costa para que ejerza el trabajo sexual”.

Dice que esto también advirtió a las autoridades de la fundación.

Luego del crimen, la familia de Ángela buscó ayuda psicológica y asistencia legal.

Su hermana pide que la investigación sea transparente. Además, solicitan más protección para los cuatro hermanos menores de Ángela, quienes también se encuentran bajo el cuidado del Estado.

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