Un árbol aplastó a Danilo Castillo cuando tenía 13 años. El fuerte golpe le afectó la columna vertebral y dejó sin movimiento una parte de su cuerpo. Eso cambió el rumbo de vida de este joven que ahora cumple 31 años.
Hace 6 años labora en una de las agencias de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Acción Rural, en Riobamba. Se desempeña en el área de atención al cliente, pero también conoce de inversiones y de finanzas.
Castillo se moviliza en una silla de ruedas. Él es uno de las 3 735 personas registradas por el Ministerio de Relaciones Laborales en Tungurahua y en Chimborazo que tienen un empleo. Sin embargo, de acuerdo con el Ministerio de Salud, en las dos provincias viven 24 198 personas con discapacidades.
“Este porcentaje es reducido con relación al número de habitantes. De a poco nos toman en cuenta para laborar en las empresas, fábricas e instituciones públicas y privadas”, explica Luis Palacios, presidente de la Asociación de Personas con Discapacidad de Chimborazo.
Palacios refiere a que en esta jurisdicción, 9 000 de las 13 000 habitantes, registradas están en capacidad para trabajar.
Hace 7 años, por la falta de oportunidades laborales fundaron la primera compañía de taxis para personas con discapacidad. Esta agrupa a 32 socios. “Eso nos ayuda a tener un ingreso”, dice Palacios.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Laborales, 1 988 personas están empleadas.
A 300 metros de la cooperativa está el edificio del Municipio de Riobamba. Allí Ángel Naranjo es uno de los funcionarios. Desde el 2007, se desempeña en el área de recaudación. Es doctor en Finanzas. Para ocupar ese cargo ganó en un concurso.
Dice que con la Reforma al Código de Trabajo en el 2006, se obligó a los sectores público y privado a contratar 5% a personas con discapacidad. Pero la inserción laboral no es total, las empresas solicitan un perfil, pero eso es difícil cumplirlo. “Hay que capacitar y dar oportunidades para estudiar y así ocupar cargos importantes”.
Tungurahua y su índice
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Danilo Castillo atiende a uno de los clientes de la Cooperativa de Crédito Acción Rural
El 2013, 1 747 personas se insertaron al sector productivo de acuerdo a un informe difundido por el Ministerio de Relaciones Laborales. Las principales actividades son asistentes administrativos, digitalización, archivo, ayudantes de bodega, perchaje y empaquetado.
A pesar de eso, la mano de obra ocupada es baja, puesto que en la provincia hay 11 198 habitantes con discapacidad según la Dirección de Salud.
Uno de los grupos con menos oportunidades fue la Asociación de No Videntes. Eso preocupa a Marcelo Medina, director de la Escuela de No videntes Julius Doepfner, de Ambato.
Cuenta que 12 de las 350 personas con ceguera consiguió un puesto remunerado. “Es difícil ubicar a nuestros compañeros en cargos, pero pueden ubicarles en sitios como información o contestar el teléfono”, indica Medina.
Por eso, hace un año y medio, en Tungurahua funciona el Servicio de Inserción Laboral (SIL). Este organismo se encarga de gestionar en las empresas el ingreso de personas con discapacidad. Asimismo, capacita en emprendimientos a quienes no tienen un cargo.
Mercedes Santana, promotora laboral del SIL, explica que el proceso de inserción laboral es complicado, pese a ello, logró posesionar a 120 personas. Édison Curillo, es uno de ellos. Tiene 22 años, y sufre de convulsiones. Pese a su problema encontró un empleo. “Lo encontré pero gracias al SIL y el Conadis tengo un ingreso”.